Capítulo 3.

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Allison, la secretaria, ahora es mi mayor confidente. A pesar de conocerla hace tres semanas, la considero una amiga.

Y a pesar de que en el trabajo casi no hablamos. Ella es la secretaria de la planta baja, y yo una empleada más en el piso cuarenta y dos. Porque en Carter Corporation no hablamos entre diferentes plantas, cada planta tiene su propio servicio.

Y si, ya había acabado por hoy mi trabajo y si, también tuve que hacer horas extras. La parte buena de esto es que Allison había acabado su turno ya. Por lo cual no tuve que esperarla.

— ¿Sigues considerando mi propuesta de ayer? ¿Quizás el bar Amets? —pregunta Allison a mi lado, me encojo de hombros. No conozco ningún bar aquí, así que supongo que ese estaría bien.

— Ese mismo.

— Ya verás, te encantará. Adoro bailar en ese sitio.

Allison se mueve rápidamente cojeando con sus tacones altos y sacude su pequeño brazo para parar un taxi. Suelto un leve suspiro acompañado de una sonrisa, mirando al cielo ya oscuro. No hay que confiarse de su aire angelical, detrás de esta carita rubia esconde una verdadera furia.

Un taxi llega deteniéndose a su lado. Allison se da la vuelta hacia mi con una sonrisa diabólica.

— Ya ha llegado. Vamos, trae tu trasero aquí.

Me dirijo hacia ella con una sonrisa en la cara cuando de repente me doy cuenta de que me falta algo.

— Joder, me he dejado el bolso arriba.

Allison pone mala cara y hace un gesto al taxi para que continúe su viaje. Me parece que nos insulta, no estoy muy segura. El encanto de Nueva York, sin duda.

— ¡Venga ve! ¡Te espero!

Me maldigo interiormente. A veces me pregunto si llego a estar atenta a lo que hago. Un día voy a perder la cabeza.

Llego a la entrada del edificio pero un guardia de seguridad me impide el paso.

— No puede pasar, está cerrado.

— Es que he olvidado mi bolso arriba, será solo un minuto.

— Es un buen argumento, pero no, nadie que haya salido ya puede entrar. No dejan entrar a nadie.

Está bien, le mostraré que realmente trabajo aquí. Le enseño mi... Ah, bueno no... Está en mi bolso. Qué estupidez. Miro al gorila, impotente. No me va a facilitar las cosas, lo leo en sus ojos... Él está claramente entrenado a no ceder hasta bajo tortura.

— ¿Algún problema, señorita Evans?

Un hombre joven, con pelos rizados color chocolate, con sus ojos verdes mirándome a través de sus gafas, aparece. El señor Han Carson.

— ¡Oh, señor Carson, estoy de suerte! Soy una verdadera distraída, he olvidado mi bolso arriba.

Han es un hombre encantador, su lugar en la jerarquía no le impide el lado humano y siempre está escuchando. Es el superior de mi jefe y de manera indirecta el mío también. Pero me siento bien en su presencia.

Han le hace una señal al guardia y él se aparta sin problemas. Bueno, no todos tenemos el mismo carisma.

Una vez dentro me dirijo hacia el ascensor, esto es realmente divertido cuando no hay ninguna persona en las oficinas y está todo oscuro. Todo esta tan tranquilo. Tan tranquilo que podrían suceder cosas extrañas.

Puff, Bridget. Deja de ver tanta televisión, realmente te está afectando.

Mientras el ascensor baja, enredo con el móvil, que nunca abandono. Es una locura, siempre me pregunto qué hacían las personas antes. Entro automáticamente en el ascensor, presiono el número del piso y las puertas automáticamente se cierran. Mis ojos se posan en mi pantalla releyendo mensajes anteriores. Suspiro cuando el ascensor se detiene, echo un vistazo al número de la planta. Bueno no es el mío.

Dejo escapar un suspiro de exasperación, es solo mi suerte, estoy segura de que Allison me está midiendo el tiempo. Me apoyo contra mí en una esquina y continúo enredando en mi teléfono para entretenerme, aunque tiene poca batería. Veo desde mi campo de visión que el hombre que entra en el ascensor lleva un traje muy elegante. Su fisonomía es atlética. Desprende un aroma sutil y sus manos son las de un hombre joven. Me muerdo el labio inferior con una pequeña sonrisa y decido no mirar hacia él para mantener el misterio y echar a correr mi imaginación.

Cuando las puertas se acaban de cerrar un ruido del motor se apaga. El ascensor se detiene y se sumerge en la oscuridad.

Lo que yo decía, este ascensor es un asco.

El silencio invade el espacio, solo la luz de mi teléfono ilumina levemente mi cara. Bueno, eso fue antes de que la vida me demostrará otra vez que le había caído bien a la mala suerte y mi teléfono decidió morir.

Ahora estamos en el negro más profundo.

— ¡Venga ya! ¡No puede ser verdad! —un pequeño chillo se me escapa sin poder evitarlo.

Vale, estoy encerrada con un extraño en un edificio donde probablemente solo estemos nosotros dos.

De hecho me resulta muy emocionante, mi corazón se acelera y el calor se eleva en mi. Pero no oigo nada más que esta proximidad con un misterioso desconocido y la sangre que golpea contra mis sienes. No sé dónde está y apenas le oigo respirar. La atmósfera se vuelve más pesada con una energía casi palpable, me siento perseguida por un depredador silencioso.

— Usted...

Antes de que pueda continuar mi frase, escucho un crujido de tela y siento una gran mano en mi cintura. En este momento siento una descarga que corre por mi columna vertebral y deliciosos escalofríos recorren mi piel.

— Shh...

Por alguna razón que ignoro, me siento casi hipnotizada y recibo su contacto con placer, como si lo hubiera estado esperando. Siento el aliento caliente y mentolado del desconocido que permanece un momento así como si evaluará la situación, como si tratara de evaluar mi estado de ánimo. Cuando me acaricia la mejilla con el dorso de la mano, mis labios se entreabren y mi respiración se entrecortan.

Mi razón me dice que lo aleje inmediatamente, al igual que mi cerebro siente el peligro. Parece ser bastante el tipo de hombre que una chica tiene que evitar... Pero la mezcla de su perfume, masculino y sutil, invade mis fosas nasales y me quita toda la voluntad.

Su mano toca la curva de mi espalda, mientras su torso firme está presionado contra mi pecho para inmovilizarme contra la pared. Me encuentro atrapada entre su cálido cuerpo y el frío acero. Noto que apoya un brazo al lado de mi cara para controlar mejor la situación. Soy incapaz de ordenar mis pensamientos, mis piernas están empezando a temblar mientras que siento su mano lentamente va por mi espalda hasta el nacimiento de mis nalgas.

Posa sus labios con una lentitud diabólica en la delicada piel de mi cuello, el contacto es embriagador, casi irreal... Podría cambiarlo todo por completo, pero me dejo llevar por el deseo que se retuerce bajo mi vientre simplemente por la sensación de vértigo que me da. De repente toma mis labios como si fuera a devorarme, contengo la respiración y mis labios se abren para acoger su lengua que se me insinúa con avidez.

A la mierda con la precaución y los convencionalismos, he estado privada de estas sensaciones durante mucho tiempo.

Predecible ©Where stories live. Discover now