Capítulo 17.

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¡Hace ya dos horas por lo menos que estoy en el baño! He pasado un montón de tiempo elaborando un maquillaje sofisticado. ¡Vivan los youtubers de belleza que me han dado unos consejos maravillosos! Al final me decanté sobre maquillaje de noche y por enésima vez, verifico que mi eyeliner estén lineados y que mi peinado no se haya caído. También he pasado media hora planchándome el pelo y haciendo bonitos rizos en las puntas, para sujetarlos en un moño flojo y alto.

Me miro en el espejo por última vez, hago un puchero, espero que no sea demasiado... ¿Las otras mujeres también irán vestidas como yo?

Desdoblo cuidadosamente el vestido de Valentino y lo admiro por un momento. Es realmente precioso.

Suavemente me lo pongo, la tela de seda se desliza agradablemente sobre mi piel desnuda. Cuando me miro en el espejo, una sonrisa aparece en mi cara y mis ojos brillan. El vestido se adapta perfectamente a mis formas... Tanto así que no puedo llevar ropa interior sin que se marque. Mis hombros están desnudos y en la parte baja de mi espalda, la forma festoneada permite percibir mis caderas.

Carter debe ser muy observador puesto que no se ha equivocado con la talla. El vestido parece estar hecho a mi medida. Me sonrojo entera con la idea de que haya acertado con tanta precisión mis medidas.

¿Existe alguna área que no domine con excelencia?

Miro la hora, ¿ya las 19:55? Voy a bajar y rápido. Me pongo los zapatos y unos pendiente, este vez me reviso docenas de veces aunque me tengo que ir, si no llegaré tarde.

Cuando bajo de mi edificio, la limusina ya está aquí. Lawler me espera, hablando por teléfono de espaldas contra el coche. Cuando sus ojos reparan en mi, hace una pausa visiblemente perturbado.

— Buenas noches Lawler.

Tartamudea unos cuantos cumplidos y luego abre la puerta para que me instalé dentro, levanto mi vestido un poco y entro en el vehículo. ¡Por un momento me siento en el festival de Cannes!

— Gracias Lawler. —me hace signos de cabeza y cierra la puerta.

Sonrío interiormente, divertida y orgullosa al ver que mis esfuerzos no dejan indiferente al género masculino. ¿Ocurrirá lo mismo con Carter...?

Mientras da la vuelta a la limusina, verifico mi maquillaje por última vez en el espejo retrovisor.

— El señor Carter está ya allí. Llegaremos en diez minutos.

— Vale, de acuerdo.

La perspectiva de encontrarme con Carter me pone nerviosa. Imperceptiblemente mi corazón se acelera con la sola evocación de su nombre.

— Realmente no estoy acostumbrada a este tipo de eventos... Espero estar a la altura.

Lawler me dirige una mirada benevolente a través del retrovisor.

— Está muy... Está muy bien.

Su cumplido me tranquiliza, después de todo me he esforzado para prepárame con buen gusto. Mi subconsciente entra en pánico. ¿Qué me espera esta noche? ¿Será igual que en las películas?

(...)

Cuando la limusina se detiene frente al museo Guggenheim en la esquina 89, mi corazón está a punto de explotar. Lawler baja a abrirme la puerta. Me siento como una princesa de carroza que se encontrará con su príncipe azul.

Predecible ©Where stories live. Discover now