-Especial Navideño-

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La soledad de Adeuz

La nieve blanca caía desde las nubes en lo alto, hoy día 24 de diciembre el segundo periodo ya había acabado. Un niño de solo cuatro años era el único en aquella isla que entendía el verdadero significado de ese día.

La media noche se acercaba y la brillante luna llena se asomaba débilmente por entre las gruesas nubes oscuras, con una simple vela a su lado cuya ascua danzante iluminaba su rostro. Se recostó en su picante cama de paja cubierta por un par de sábanas, ver a su techo de madera mohosa era deprimente, por eso mismo mejor giró sobre su cama enterrando su rostro en una sabana doblada que actuaba como almohada.

Era su primera Navidad en este mundo, y aunque en su otro mundo no tenía el mayor espíritu navideño se sentía un poco mal no pasar todo este mes harto de los villancicos y especiales navideños, su estómago gruñia pidiendo los tamales de la abuela y su cerebro exigía la preocupación de elegir el momento correcto para pedir un pedazo de rosca y no tener la mala suerte de que te tocará el niño y tener que traer aun más tamales en los primeros de febrero.

Para su mala suerte siempre "Le tocaba el niño", aunque ¡Hey! Nunca "LE TOCO EL NIÑO" así que algo bueno había en esos meses.

Pronto se quedó profundamente dormido rememorando recuerdos preciados de su antiguo mundo, era mucho más sencillo que pensar en lo mal que llevaba la vida en este nuevo mundo.

—Vida increíble si como no —gruñó, sus palabras ahogadas en la almohada—. Ni siquiera puedo vivir en la mansión cuando está esa puta de Olga.

Durante el día, el niño había paseado por la mansión de la familia viendo a la gente de este mundo pasando este día como si nada le dolía emocionalmente, cierto era que no había navidad en este mundo.

Pronto el destino le preparó un encuentro desagradable.

—¡Iugh! ¿Qué hace este maldito pordiosero aquí?

Era Olga. La mujer tan gorda como un camión que ocupaba todo el pasillo.

—Me siento mal por mi padre que tuvo que tener sexo con "Esa" cosa —pensó Adeuz mientras la miraba—. Así es, difícilmente se le puede llamar humana después de ver los tres pliegues de grasa en su cuello, su maquillaje de payaso y esa larga peluca gris.... Siempre me he considerado 100% heterosexual, pero, ¿Qué haría si me obligarán a casarme con esa cosa o con un hombre?
Ese tipo de preguntas no me gusta contestarlas.

Pero si decidí responder a la pregunta que ella me hizo.

—Mi señora, éste "Pordiosero" como usted lo llama está encargado de apoyar en las finanzas, entre ellas la subvención que ustedes tan amablemente reciben de nuestra familia, de ser posible, ¿Podría su grandeza, el heredero de la familia ayudar con eso? Digo, algún día llevara las tiendas riendas de la familia, debería conocer algo tan sencillo como la aritmética básica.

Su rostro se deformo en una grotesca mueca de odio con los grasientos pliegues de su rostro contrayendose.

—Por cierto, he escuchado de algunos mercaderes que una epidemia de sífilis sin precedentes recorre la capital en estos momentos, el primer hijo debería tener cuidado con eso.

—¿Que intentas decir, maldito pordiosero?

—Quien sabe —el pequeño se encogió de hombros sonriendo por lo bajo mientras continuaba su camino—. Yo solo estoy siendo un buen hermano, después de todo no sería divertido que las bajas calificaciones del heredero de la familia se volvieran calificaciones reprobatorias por andar divirtiéndose con remeras.

He Reencarnado En Un Mundo De Juego Otome ¡Ahora Tendré Una Vida Increíble! VOL1Where stories live. Discover now