Pasaron los días y en ellos me sentía aún un poco afligida. En esos días hubo una visita de Nikolaj.
Fue una visita de cortesía, o esa era la tapadera. Intentó entrar en mi cabeza nada más verme y al sentir una posible intromisión de alguien que me rodeaba subí la muralla de mis pensamientos y recuerdos y dejé entrar al invasor. Me pidió vernos a solas.
Después de una agradable comida, llevé a Nik a dar una vuelta por el bosque. No dejé que hablara hasta que no estuvimos en mi cabaña y realicé los pertinentes hechizos para asegurar que nadie pudiera ver ni oír nada raro.
Me entregó una serie de botellas junto a una carta de Severus. Según la carta, era esencia mágica de Albus. Las indicaciones decían que sólo lo usara cuando sintiera que estaba a punto de desplomarme, mientras más lo retrasara mejor.
Según parecía, solo uno de ellos era el verdadero extracto, el resto había sido sintetizado fracción a fracción por el pelinegro, sacando estos de restos de plantas y partes de animales que tenían estos fragmentos y luego ligándolos en el orden adecuado.
Eso se denominaba esenciología. El manejo de esencias mágicas era una rama muy complicada, es la sustancia que atribuye lo que es la magia en sí, todo cuerpo mágico posee el suyo propio y en él viene el potencial de poder de cada ser.
A principios de siglo hay gente que empezó a experimentar introduciendo esencias sustraídas de animales muertos en muggles. Las consecuencias fueron desastrosas y está muy penalizado por la ley de la comunidad mágica en todo el mundo.
Aunque aún hay personas que hacen ese tipo de barbaridades, pues gran parte de los galeones del estado se redirigían para ese fin.
El conocimiento y manejo de estas técnicas solo podía ser realizado por gente con una gran destreza y con altos conocimientos. Por supuesto Severus era uno de ellos. Quizás algún día yo también sería capaz de manejar aquello.
Los días iban pasando, hasta que llegó el día de irse. Extrañaría mi hogar, pero algo en mi interior me decía que era hora de despedirse y empezar mi propio camino, como si sintiera que iba a dejar de ser mi hogar.
Hice la maleta con ropa suficiente para casi dos semanas, a prenda por día, por lo que usando varias veces unas me llegarían de sobra para todo el mes. También añadí los viales con esencia mágica que me había proporcionado Snape.
Según lo que me contó un día hablando por los pergaminos, su esencia no era compatible con la mía, por una característica recesiva, y por tanto poco común, que se vislumbraba al analizar la sangre, ya que esta contenía la esencia diluida en ella. Ese factor era tenido muy en cuenta a la hora de transfusiones de sangre.
Se escuchó un golpe en la puerta, bajé con calma y con la maleta reducida y dentro de mi bolsillo. Un elfo abrió la puerta y la Black se acercó a recibir al invitado. El cabeza de familia se encontraba ausente.
Al bajar las escaleras me encontré a Severus dándole un cordial beso en la mejilla a mi madre.
Llegué al recibidor y me acerqué a ellos dos. Cuando estuve lo bastante cerca de él perdí la formalidad y me aferré rápidamente a cintura con fuerza, enterrando la cabeza en su pecho.
El abrazo fue correspondido con la misma intensidad y luego depositó un delicado beso en mi cabeza.
- ¿Lista? – preguntó cuando me separé de él.
- Totalmente. Bueno, no, me falta algo – hablé en parsel en un tono apenas audible y pronto apareció Norm bajando las escaleras.
- ¿Vas a llevarte en serio a tu Kneazle? – preguntó extrañada mi madre.
- Aquí no estará cómodo.
- ¿Severus? – le preguntó la mujer de mediana edad rubia al pelinegro.
- La bola de pelo tiene mi respeto – se limitó a decir.
- ¿Estaréis el mes completo en España?
- No, solo una semana.
- ¿Y el resto?
- En la Mansión Prince.
- Así que en verdad es una escusa para vivir los dos juntos.
- Aprovechemos los buenos tiempos mientras podamos – dejó caer Severus -. Ahora sí vayámonos.
Puse a Norm en el suelo, me acerqué a dueña de la casa y le di un fuerte abrazo.
- Cuídamela – le dijo a Severus justo antes de que nos marcháramos.
- No hará falta. Creme, es capaz de cuidarse muy bien solita. En un duelo contra ella no durarías ni cinco minutos -sonreí ante su comentario.
Salimos de los terrenos Malfoy con la quimera camuflada andando tras nosotros. Agarré a Norm con cuidado y lo acuné entre mis brazos.
Severus sacó del bolsillo de su bolsillo un viejo reloj de cuero. y me rodeo por la espalda con un brazo.
A los pocos segundos el traslador se activó y en unos pocos segundos donde nos quedamos sin aire acabamos en frente de la casa Prince. La casa blanca y de aspecto acogedor se vislumbraba ante nosotros.
El Kneazle se bajó de un salto y se sentó en la puerta maullando. Era una quimera demandante, se notaba que siempre lo he tenido muy mimado y ahora quiere que Severus sabía lo que era ya no se enfrentaba a sus deseos y su cabezonería.
Nos acercamos y se abrió la puerta de acceso. Norm entró feliz, saltando entre las piedras de la entrada. Abrimos la puerta de la casa y se escuchó un fuerte grito.
Pero un grito no de susto, ni de dolor. Un puro gemido de placer.
- Espérate aquí un momento – dijo Severus, bastante enfadado y empezó a caminar rápidamente hacia el pasillo de las habitaciones - ¡Nikolaj Arthur Snape! -gritó y a la vez se escuchó un portazo.
Severus volvió enseguida.
- Listo, ya podemos entrar. Vamos al cuarto a dejar las cosas.
No pregunté y lo seguimos hasta el dormitorio principal.
- ¿Dónde se quedará la quimera?
- ¿Norm? pues... Que elija donde él quiere. Norm, vea a probar tu cama, aunque te aviso que el sofá es muy cómodo.
Maulló y salió corriendo hacia el salón.
Saqué las maletas del bolsillo y la agrandé. Severus hizo lo mismo y luego, ambos comenzamos a colocar la ropa en el armario. Yo solo saqué la ropa más ligera, pues aquí hacía mucho más calor que en nuestra patria.
Se escuchó una puerta abrirse y apareció en unos segundos Nikolaj por la puerta, quien rápidamente se acercó a abrazarme.
- Pero si ha llegado mi querida cuñada.
- Nik – dije con dificultad –, me aplastas.
- Uy – soltó un poco el agarre –, lo siento, no controlo mi fuerza.
- Oye, no la acapares que yo también tengo derecho a saludarla – se escuchó la voz una mujer que reconocí rápidamente.
Unas finas y delicadas apartaron con brusquedad a Nik de mí.
- Helen, no es justo, estaba yo – se quejó Nik con una rabieta.
- Te aguantas, ibas a matar a la pobre. Gracias a Circe que estás aquí – comenzó a decir después de saludarme un beso en la mejilla -, al fin una mujer con la que poder hablar, Nik es muy charlatán, pero luego no sabe escuchar. Llevo aquí una semana con ese charlatán.
- Nadie te obliga a quedarte – puntualizó Severus, quien hasta entonces había pasado inadvertido.
- Pero es que me lo estoy pasando muy bien aquí.
- Sí, ya lo hemos escuchado antes – ironizó.
- Sigues siendo igual de estúpido que siempre – le escupió.
- Al menos soy un idiota feliz.
- Dejaos ya de peleas, que tengo hambre – intervine cortando el lanzamiento de pullas.
- Lyra, eres mi ídola, lo arreglas todo con la comida – comentó Nik.
- Es que vivo para comer.
Fuimos al salón y Helen al ver al Kneazle se acercó y comenzó a cariciarlo, dejando a un Norm medio grogui. Los hermanos Snape se acercarón a los fogones de la comida y comenzaron a pelearse entre ellos.
Me senté al lado de Norm y este se acostó a dormir sobre mis piernas.
- Te quiere mucho – dijo Helen sentándose a mi lado.
- Sí, es mi pequeño protector – dije acariciando su pelaje.
- ¿Cómo te hiciste con un Kneazle? Sé bien que Lucius no los soporta.
- No me puede decir que no, además Norm estaba muy mal cuando lo encontramos, casi esquelético, hasta a él le dio pena.
- Pero mira que bien está ahora, es precioso – dijo apreciando su brillante pelaje negro.
- Es que su dueña lo cuida muy bien, y él a su dueña igual – le arrasqué debajo de la mandíbula.
- ¿Cómo os van las cosas? – preguntó cambiando de tema.
- Cómo si no hubiera pasado nada.
- ¿Y eso crees que está bien?
- Bueno, tuvimos, al principio, unos cuantos días un poco raros, pero creo que ya está superado el bache por parte de ambos.
- Me alegro de escuchar eso. Sin ti era como si volviese a estar perdido, sin rumbo.
- Y con Nik, ¿qué?
- N-no ha pasado nada – dijo atropelladamente, lo que me hizo pensar que había dado en la diana.
- Eso me suena a que sí, venga cuenta.
- No ha pasado nada relevante, pero – bajó el tono de voz –... No sé, me ha invitado aquí con vosotros, hemos quedado unas cuantas veces durante el año y sin necesidad de que pasara algo físico entre nosotros más que... Bueno, ya sabes a que me refiero que no ha habido. Me trata muy bien y siempre que vamos a algún lado siempre me agarra de la cintura cuando caminamos o a veces le da por acariciar mi mano, pero no me quiero hacer muchas ilusiones.
- La verdad es que no conozco demasiado a Nik, me llevo muy bien con él y sé que es un buen tío, pero no tengo ni idea de que es lo que puede pasar por su mente. Creo que es muy afectuoso con todos aquellos que le importan, porque con mi hermano es la persona más fría del mundo y si le tiene que hablar le contesta lo más escuetamente posible.
- ¿Cómo es tu hermano?
- Imagínate un enano rubio y pálido con muy mala leche y supremacista de sangre.
- Que mal suena eso.
- Créeme, que no sé cómo soy capaz de quererlo. Bueno, sí, luego es un cobarde y un miedica que siempre va detrás de su hermanita para que lo defienda.
- Vaya personaje me estás describiendo.
- Por desgracia.
Alguien me tocó el hombro, di un salto del susto y Norm se despertó y bajó de mí bufando, luego se estiró. De fondo se escuchaba la risa de Nik. Miré para atrás y ví a Severus con la ceja levantada.
- Sé que soy feo, pero no creía que tanto como para que tú te asustes así – dijo él cruzándose de brazos.
- No vengas así por la espalda – dije llevando mi mano hacía donde se encontraba el corazón, que latía más rápido de la cuenta.
- Bueno, el caso, la comida está lista.
- A comer – dije levantándome feliz – Oye, ¿qué le vas a poner a Norm de comer?
- Que se coma algún pájaro fuera, o si sale que cace algún conejo – le di un codazo –. Era broma – se acercó a mi oído -, hay una buena carne de criaturas mágicas en la nevera – me susurró.
- Gracias, eso le vendrá bien.
Nos sentamos a la mesa y había claramente dos tipos de comida, parecía que la discusión había terminado el empate y la mitad de los platos eran idea de cada uno, pero obviamente todos sabían quién lo había realizado.
Cogí de uno de los platos centrales un champiñón relleno con jamón serrano. Delicioso, era una explosión de sabores. Delante se encontraba un trozo de filete de vez espada acompañado por una ración de ensalada, donde el filete parecía cortarse solo con la mirada.
- Por Circe, Severus, ¿cómo se puede cocinar tan bien? – dijo Helen deleitándose.
- Soy porcionista – respondió simplemente.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Que soy porcionista, si no lo pillas no es mi culpa.
- Está exquisito – lo adulé como siempre y él mostró una expresión de orgullo y ego.
- Muchos halagos a él, pero la mitad de las ideas han sido mías – se quejó Nik haciendo un puchero.
- No seas infantil – le reprochó Severus serio.
- Pobrecito mío – le dijo Helen acariciando la mano de Nik que estaba al lado de la suya.
Nik puso por un momento una mueca de afecto, pero inmediatamente adoptó una postura formal y adecuada.
Miré a Severus y él solo negaba con la cabeza.