- ¿Crees que debo aceptar la oferta de Nik? – Pregunté acariciándole el pecho.
- No veo motivo por el cual no. Ya lo viste durante las vacaciones en la playa, aparenta ser un ligón que va detrás de cualquier chavala, pero es muy noble y respetuoso con todas las mujeres, de eso me encargué yo y mi abuela materna. Él seguramente solo quiera conocer mejor a su bella cuñada, como él mismo diría.
- Se parte de la historia, pero ¿cómo fue vuestra historia? Solo sé un poco.
- Mi maltratador padre muggle murió en una pelea callejera justo antes de que mi madre se enterara de que estaba de nuevo embarazada, para ese entonces yo tenía unos casi 10 años.
Unos seis años después de nacer Nik mi madre se puso muy enferma, una rara enfermedad mágica sin cura. Fue cuestión de escasos meses que nos dejara.
Entonces aparecieron los padres de mi madre, los cuales eran ya bastante mayores. Ellos de hicieron cargo de criar a Nik, yo nunca quise relacionarme mucho con ellos, aunque ellos siguieron ofreciéndome todo lo que fuese necesario. Murieron cuando Nick entró a Hogwarts.
Para esa época yo ya era mayor de edad y me hice cargo de él. Mis abuelos nos dejaron a ambos todo, una cantidad enorme de dinero y todos sus bienes materiales.
- Wow. Demasiadas muertes.
- Es lo que tiene la vida. A medidas que vas creciendo se van los que te rodean. Me acarició el hombro con delicadeza.
- Mientras que no seas tú...
- No sabemos qué pasará en la futura guerra.
- Me niego a aceptar lo que me estás diciendo. Ya me encargaré yo de que no pase.
- Estás loca...
- Por ti sí. Severus, solo... no quiero perderte – dije apretándome contra su cuerpo.
- No pienses en eso ahora, estoy aquí, ¿no? Además, yo tampoco quiero perderte – levantó con sus manos mi cabeza y besó mi frente.
- ¿Crees que este año que entra podrá ser tranquilo?
- Espero que sí, o que al menos el señor nos de una tregua.
- Ojalá – dije volviéndome para mirar el techo mientras entrelazaba una de mis manos con la suya.
- Espero tenerte conmigo al menos un par de veces en vacaciones este año.
- Delo por hecho, señor Snape. No podrá librarse de mí tan fácilmente.
- ¿En ese caso la señora estaría dispuesta a pasar unos días viviendo conmigo?
- Me encantaría.
- Bueno, es hora de dormirse pequeña cabezona insufrible – se tapaba con la mano el gran bostezo que se le vino.
- Está bien – cedí y me levanté para darle un beso de buenas noches –. Hasta mañana amor – dije aún muy cerca de sus labios.
- Hasta mañana pequeña cabezona insufrible.
Me desperté a las cuatro pasadas por un ruido fuerte. Severus no estaba en la cama.
Cogí una camiseta de Severus y me la puse. Volví a escuchar ese ruido, ahora lo reconocí, era vómito.
Abrí la puerta del cuarto de baño y me encontré a Severus arrodillado y con el cuerpo sobre la taza.
Me acerqué y le aparté el pelo de la cara, recogiéndoselo. Otra arcada le vino.
- ¿Cómo estás? – pregunte.
- Fatal, ¿no me ves? – dijo con la voz ronca y con dificultad.
- ¿Te traigo una poción para la fatiga?
- Creo que mi estómago me ha dado una tregua, pero... por favor. Me quedaré aquí esperando. De mientras me lavaré la cara y me enjuagaré la boca.
Le toqué la frente y estaba algo calientillo. Puse mala cara y salí de allí pitando. Por suerte sabía donde tenía guardadas las pociones.
Volví con dos viales, uno para aliviar las nauseas y por consiguiente, los vómitos y otra por si le subía la fiebre.
Se tomó el primero y se tranquilizó un poco, aún apoyado en la el mueble del lavabo.
- Creo que con esto podré volver a la cama.
Asentí con la cabeza mientras lo seguía preocupada. Ahora que me fijaba, iba solo con los calzoncillos.
- Ponte lo pantalones, no vaya a ser que te pongas mejor.
- Está bien señora mandona. De todas maneras, me los iba a poner, hace algo de fresco.
- Un momento.
Me acerqué, le indiqué que se agachara y puse los labios sobre su frente.
- Creo que tienes un poco de destemplanza.
- Esperemos que se quede ahí, si noto que sube me tomaré el otro vial que has traído.
- Está bien.
- Anda, volvamos a dormir.
Parecía tarea sencilla, pero yo no pude llevarla a cabo. Mientras él dormía plácidamente me dediqué a mirarlo y estar pendiente de él.
Al cabo de más o menos una hora, preocupada, me dio por sacar mi varita y medirle la temperatura. Casi 39ºC.
Lo moví un poco y lo desperté.
- ¿Qué pasa? – dijo somnoliento.
- Tienes fiebre. Está en 39, no quiero que te suba más.
- Sí que tengo algo de frío.
Después de tomarse la poción se quedó otra vez dormido, aunque hasta que no se le calmaron los escalofríos que le daban cada X tiempo y, por tanto, la fiebre, no se volvió a dormir.
A las seis y media me levanté y me fui hacia la cocina a prepararle algo que pudiera comer.
Le tosté un poco de pan con un chorreoncito de aceite por encima y preparé una manzanilla, debía comer una dieta blanda.
Puse todo en una bandeja y con cuidado lo llevé a la habitación.
Desperté a Severus con un suave meneo. Estaba empapado de sudor.
- ¿Qué hora es? – preguntó desganado.
- La hora de que desayunes algo.
- No tengo mucha hambre.
- Intenta comer al menos un poco, no puedes estar sin comer.
- Está bien mandona.
Se comió un tercio de la tostada y se bebió poco a poco la manzanilla.
- Es hora de prepárame – sentenció poniéndose de pie.
- ¿Prepararte para?
- Mis clases.
- Es sábado.
- Bueno, algo tendré que hacer.
- No vas a salir de esta habitación hasta que estes mejor y eso será mínimo el lunes.
- No puedes hacer nada para impedírmelo.
- Atrévete y verás cómo lo consigo.
- Sandeces.
- Allá tú. Yo voy a ir luego a desayunar al comedor y luego iré por mi tarea, el profesor de pociones se ha pasado tres pueblos poniendo deberes. La haré aquí, al menos te haré compañía.
- No te preocupes por mí, además, tengo luego guardia mañanera.
- No vas a ir.
- Claro que sí, no eres quien para impedírmelo.
- Yo no, Dumbledore sí.
- No. No te atrevas.
- Como no te comportes razonablemente créeme que lo haré.
- Eres una manipuladora.
- Una que solo mira por tu bien.
Gruñó y de mala gana se volvió a acostar en la cama resignado.
- Así me gusta, que me hagas caso – bromeé.
Pasada una hora volví a mi dormitorio a cambiarme y ponerme algo más casual que el uniforme escolar, lo bueno que tenía los fines de semana.
Bajé bostezando a la sala común que ya tenía más movimiento, me reuní con mi buena amiga y salimos rumbo al comedor.
- Se te ve con sueño, ¿no has dormido bien? – me miró con una mirada cómplice.
- Bien sí, pero no he dormido ni cinco horas.
- ¿Y eso?
- Gastroenteritis y, sumado a eso, cabezonería. Al menos conseguí que se quedara en sus habitaciones.
- Yo... Tengo que contarte algo - dijo sonrojandose.
- ¿Sobre Rory?
- Exacto.
- Uh... soy todo oídos, amiga - dije frotando las manos y mirándola con cara de interés.
Ella se acercó a mi oido y susurró una oración.
- Anoche me quedé a solas con George en una de las muchas habitaciones escondidas del castillo. Era un dormitorio. La cosa se empezó a calentar entre nosotros y al final acabamos jugando un poco con el cuerpo del otro, mostrándolo todo. Después de eso nos quedamos allí dormido.
- Eso es genial - dije una vez se apartó de mi oído -. Enhorabuena, ya era hora. Solo te daré un consejo - le acerqué a su oido-, antes de avanzar mejor que practiques bastante lo que hicisteis anoche - me separé de ella y le guiñé un ojo.
Me alegraba enormemente por ellos.
Antes de salir del comedor noté cómo una nota aparecía en mi pantalón. Esta decía:
" Creo que me puedes ayudar con mejorar mis calificaciones, te lo agradecería mucho si así fuera y estuvieses dispuesta.
Atte. H. Granger "
Miré a la mesa de Gryffindor y cuando la hallé, con un simple hechizo, envié una nota al bolsillo de su falda. Este decía: En 10 minutos en el aula de Pociones.
A los cinco minutos ella ya estaba allí. Se notaba algo tensa.
- Tengo algo de prisa, así que lo que tengas que decir dilo ya - soné un poco como Snape -. No tengas miedo de mí, soy una Slytherin, pero ni como ni soy idiota como mi hermano - la castaña se río con ese último comentario.
- No consigo entender como quiere el profesor Snape que realicemos sus tareas. En la última me esforcé bastante y busqué en mayor cantidad de libros, pero ,al contrario de lo que esperaba, ha sido el que peor calificación he tenido.
- Primeramente, a Snape no le gustan los libros de pociones, desprecia la mayoría porque él los ha mejorado. Lo mejor es que busques información sobre los ingredientes y sus propiedades y a partir de ahí razonar uno mismo las relaciones y el resultado.
- Seguro, eso puede aportar demasiada poca información.
- Llevo sacando excelentes en Pociones desde el primer año y créeme que eso no se lo pone a cualquiera.
- Gracias por el consejo.
- Si eso es todo, tengo cosas que atender - dije con una sonrisa y amabilidad - Un placer conocerte, Hermione Granger - al irme le puse la mano en la cabeza y revolví amistosamente un poco su mata rizada de cabello.