Observo el rostro dormido de Charlotte, suelto un suspiro doloroso para luego inclinarme y besar su frente suavemente. Cubro su cuerpo con el edredón y salgo silenciosamente, para luego caminar hacia la cocina.
Ha costado bastante que caiga dormida. Ella tenía tantas preguntas y yo tan pocas respuestas.
Suelto un suspiro luego de tomar un sorbo de agua y me permito caer en la realidad. Todo lo que pasó fue por mi culpa, fue por involucrar a Charlotte en mi vida. Ahora está en peligro y no sé qué hacer para remediar todo esto.
Una mano en mi hombro desnudo me sobresalta, volteo con la idea de golpear a la persona pero me detengo de golpe.
— Tranquilo Jackie Chan —dice divertido mi abuelo. Suelto el suspiro y levanto el vaso en señal de salud.
— ¿Qué haces despierto aún? — pregunto en un tono cansado, girando mi cuello de lado a lado para tratar de liberar la tensión.
— Quería saber cómo estás, así que... ¿cómo estás? —dice acomodándose en su silla de ruedas.
— Bien —miento de la forma más descarada.
— Puedes ser sincero conmigo, hijo —y por supuesto que no me cree. Dejo salir un suspiro cargado de angustia.
— Solo estoy... preocupado, nervioso —respondo con la mirada perdida.
— Es comprensible ¿tienes algo en mente? Además de proteger a esa niña, claro —mi abuelo siempre tan sutil, yendo al punto.
— Tengo tantas cosas en la cabeza —suspiro—. La adopción de los niños, el club, tu tratamiento, las peleas, la madre de Charlotte y para completar el estúpido de Matt Ferrant. Todo esto me da migraña —masajeo con fuerza mi cara.
— Debes despejar lo menos importante y poner en primer lugar a Charlotte. Ya podré encargarme del club y la adopción. Las peleas y el tratamiento no son problemas —se encoge de hombro
— Es una broma ¿verdad? —lo miro atónito, cuando veo que no ríe le reprocho—. Los niños irían en primer lugar junto contigo.
— Esa niña sí que te ha cambiado —sonríe de lado
— No comiences a delirar, abuelo —digo parándome del taburete.
— No lo hago, ahora tienes corazón y ¡oh, escucha! —abre sus ojos exageradamente, asustándome—. Hasta lo oigo latir —suelta una carcajada.
— Viejo loco —digo caminando hacía el pasillo
— No la alejes de ti, hijo —susurra, provocando que me detenga—. Sabes lo que siempre digo; la ternura es la única que educa a la bestia que vive en nosotros.
Sonrío—. No lo haré, abuelo.
— ¿La amas? —cuestiona moviéndose hacia mí.
— Cuando pienso en un futuro sólo la veo a ella —repito las mismas palabras que le dije a ella.
— La amas —confirma con una sonrisa.
— Es hora de dormir, viejo loco —tomo su silla y corro por el pasillo, riendo junto a él—. Buenas noches —digo abriendo su puerta.
Mueve su silla lentamente pero luego voltea levemente a verme—. No sabes todo lo que esperé para poder decirte esto pero estoy muy orgulloso de ti, siempre lo he estado pero hoy más que nunca. Estoy orgulloso de todo lo que te has convertido y especialmente en todo lo que sé que harás en el futuro —sonríe con lágrimas en los ojos.
Mi abuelo fue mi padre desde siempre, no logro verme sin él. Haría lo que fuera por ese viejo loco. Le sonrío y me giro para ir a mi habitación, hasta que nuevamente me detiene.
— No tardes mucho en hacerme bisabuelo, por favor —dice divertido, cerrando la puerta.
Suelto una carcajada y niego para después entrar al cuarto. Me dirijo hacía el cuerpo prácticamente noqueado de mi dulce Charlotte.
Toco delicadamente su mejilla hasta su oreja, donde oculto sus mechones sueltos.
— Eres lo único bueno que me pasó en la vida, voy a protegerte... siempre —susurro, viendo su ceño fruncido.
La vibración de mi teléfono en la mesa de luz me saca de mis pensamientos. Lo atiendo mientras salgo de la habitación.
— Diga —respondo secamente, como siempre.
— Vaya vaya, pero si es nada más y nada menos que Stefan Wells, que sorpresa —dice una voz gruesa del otro lado, provocando un ceño fruncido en mi rostro.
— ¿Sorpresa? Tú me has llamado —respondo confundido, veo la pantalla para confirmar que no sea el estúpido de Alek haciéndome una broma pero no es el caso.
— Eso no interesa, vayamos al punto. Si quieres a tu dulce princesa con vida, es mejor que te presentes mañana en el gimnasio con tus guantes, a las once de la noche —dice sin rastro de broma en su tono.
——¿Qué? ¿Quién eres? —respondo lo más duro posible.
— Oh vamos ¿no conoces la voz del asesino de tu padre? —suelta una risa frívola.
— Deja a Charlotte fuera de esto, me tienes a mi —digo apretando mis puños fuertemente.
— ¿Me crees estúpido? Sé que si algo le llegara a pasar a esa tonta niña, tú morirías lentamente y eso sería mucho más... gratificante. —puedo sentir su maldita sonrisa en cada palabra, poniéndome de la cabeza.
— ¿Qué quieres? —aprieto mis puños.
— Podríamos negociar pero mientras tanto... —suelta una risa.
— Eres un...
— Si si, ya lo sé. Mañana a las once en el gimnasio con tus guantes o sino... bueno, ya lo sabes —rie por lo bajo—. Oh y... cubre mejor su cuerpo, ya sabes, por el frio que entra por su ventana abierta —suelta una carcajada, que de pronto dejo de oír.
Corro por el pasillo hasta dar con la habitación, abro de golpe y veo el ventanal abierto de a dos puertas con las telas blancas revoloteando por el viento.
Mi teléfono vuelve a vibrar pero ésta vez en un mensaje.
Es tan bonita dormida ¿se verá de la misma forma en un cajón?
Una foto de Charlotte sacada estando su lado, junto a la cama y una mano a punto de tocar su cabello.
— Hijo de puta —mascullo entre dientes, la piel se me eriza al pensar que estuvieron tan cerca de ella.
Rápidamente voy hacia el ventanal, cierro con seguro y justo en el momento de girar e ir a la cama, escucho ruedas de un auto chillar y alejarse por el pavimento.
Tragándome las lagrimas suelto un suspiro y camino hacia la cama. Abrazo fuertemente el cuerpo de Charlotte, tratando de disipar bruscamente los fatales pensamientos que atacan mi cabeza.
¿Por qué todo se complica cuando las cosas comienzan a ir bien? ¿Por qué no me dejan tener mi y vivieron felices por siempre ahora mismo?
Acaricio su vientre suavemente mientras mi otra mano acaricia su cabello, atrayendo su cuerpo más cerca de mi pecho.
No sé qué sería de mi si no la tengo.
(...)
Un ruido sofocado me hace sobresaltar y levantarme de golpe de la cama al darme cuenta que Charlotte no estaba junto a mí. Abro la puerta del baño y la encuentro arrodillada con su cabeza prácticamente dentro del inodoro. Con una mano tomo su cabello y con la otra acaricio su espalda.
— No quiero que me veas así, deja —balbucea con dolor.
— ¿Qué? —cuestiono entre dormido y confundido.
Se incorpora, lava su rostro y sus dientes rápidamente para luego salir y volver a acostarse en la cama. La sigo confundido y muy, muy dormido.
— ¿Te sientes mejor? ¿Quieres que mañana vayamos al doctor? —cuestiono adormilado pero ella niega—. ¿Segura, preciosa? —insisto y ella asiente—. De acuerdo —digo y traigo su espalda hasta mi pecho, dejando mi mano en su estómago, como es costumbre.
Luego de unos minutos, Charlotte saca mi mano de su vientre y se aleja de mi cuerpo. Se incorpora y pasa su mano por su rostro varias veces. Camina hacia su bolso y se toma una pastilla.
— No tomes eso —mi voz la sobresalta.
— ¿Qué? —murmura confundida, caminando al baño.
— Los anticonceptivos, no lo tomes nunca más —me siento en la cama. Todo rastro de sueño se ha ido de mí.
— Stefan, tu nunca usas protección y yo, no soy estéril —responde.
— Lo sé, esa es la mejor parte —digo divertido, pero ella claramente, no se divierte.
— ¿Qué significa eso? —balbucea.
Me levanto y abro su cartera buscando las pastillas.
— Significa que esto —sacudo la caja, camino hacia el basurero y lo dejo caer—. Ya no existirá nunca más en tu organismo —sonrío tierno y tomo su rostro confundido en mis manos.
— Pero Stefan, los problemas con mi madre y ahora esto que está pasando. No entiendo nada y no creo que sea lo mejor para... —la silencio. A la antigua, con un beso.
Quiero un hijo, quiero un bebé correteando por nuestra casa, quiero una hermosa niña con su piel blanca y largo cabello negro, sonriéndome al despertar y llamándome papá.
Quiero que Charlotte sea una Wells.
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Después de tanto tiempo un capitulo. Espero que lo hayan disfrutado.
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Les saluda, Sunshine.