— Bella Char, esa bestia está loco por ti —canturrea Trevor, bajando las escaleras de academia.
— Cada vez que me mira siento que el día de mi muerte se acerca —dramatizó negando con la cabeza. Ese hombre me da miedo.
— Aún no lo conoces, linda —dice Leah, guiñándome un ojo.
— Nosotros sí —dicen ambos al mismo tiempo.
Me giro ceñuda a enfrentarlos.
— ¿Cómo es que nunca lo conocí? —pregunto confundida.
— Él sólo... —suspira—. Apareció —se encoje de hombros.
— ¿Por qué? —cuestiono confundida.
— Él tiene toda una historia por detrás y no puedo contarte las verdaderas razones —vuelve a encogerse de hombros.
Si quería que dejara de insistir, no funcionó, sino todo lo contrario.
Una moto negra Ducati Scrambler se detiene frente a nosotros, Leah y Trevor me codean en ambos lados de mis costillas, provocando una mueca de dolor en mi rostro. La moto acelera sólo para crear ruido digno de carrera, ruedo los ojos; motoqueros y me giro para regresar a la academia y llamar a mi hermano.
— Te dije que no necesitaba que me busques —refunfuña Leah.
— No vine a buscarte a ti, Le. ¡Princesa, ven aquí!
Me giro lentamente hasta ver tres pares de ojos observarme. Observo alrededor y me apunto a mí misma confundida.
— ¿Me hablas a mí? —cuestiono.
Frunce el ceño y asiente.
— Sí, te estoy hablando a ti —responde bruscamente.
Antes de que pueda negarme, mi amigo interviene.
— Yo iba a llevarla, puedes irte tranquilo —explica Trevor, pasando un brazo por mis hombros.
— Cambio de planes, rainbow. Ya sube —ordena sin siquiera ver a mi amigo, manteniendo sus ojos en mí.
— ¿Por qué debería hacerlo? —pregunto en un tono desinteresado.
Resopla, saca su teléfono y busca algo en él para luego mostrármelo.
"Busca a Charlotte de la academia de baile, por favor. Te debo una, hermano"
Mi hermano. ¡Me dejó en manos de la bestia! Literal.
— ¿Quieres más pruebas de que tu novio me mandó? —dice irónico.
Una sonrisa amenaza con salir mientras escucho risitas sofocadas por mis amigos a mis espaldas.
— Mira, si nadie te lo dice, lo haré yo...
— ¡Tengo hambre! —me interrumpe la rubia de mi mejor amiga en un chillido.
— ¡Ve a casa Leah! —le grita para después verme serio—. ¿Piensas subir, princesita?
Pienso en negar con la cabeza ante su duro tono pero me toma de la muñeca acercándome a él, se quita el casco y me lo coloca. Sus ojos verifican la seguridad minuciosamente hasta que se topan con mis ojos, me separo de golpe y subo de un salto. Arrancó el motor y antes de acelerar me tomó por las muñecas y rodeó su cintura, luego giró el rostro para verme de reojo.
— Así es más seguro —me sonríe y dice con la voz ligeramente ronca—: Y yo disfruto más.
Aunque yo no iba a responderle, ni siquiera esperó a que lo haga y aceleró. Por impulso me abracé más a él. Mi cabello sobre mis ojos impide que pueda ver el camino, pero puedo sentir varias curvas asegurándome que no se dirige a mi hogar.
Mis preguntas son respondidas cuando aminora la velocidad hasta detenerse y bajar. Sus grandes manos toman mi cintura y me baja, asustándome. Luego me quita el casco y lo deja arriba de la moto.
— Pequeña parada —sonríe y camina delante de mí.
Pasa confiadamente las puertas de metal, lo imito y veo el tatuado saluda con mucha familiaridad a todos los hombres con poca ropa que se acercan a saludarlo, siguen su camino viéndome detrás de su amigo y comienzan a silbar escandalosamente. Salto en mi lugar cuando un hombre susurro muy cerca de mi algo que por suerte no llegué a oír y camino rápidamente hasta quedar pegada a la espalda del tatuado.
— Hombre, ¿qué te trae por aquí? Hace tiempo no visitas la casa —asomo la cabeza por detrás y veo a un hombre ya adulto tomando la mano del tatuado.
— Sólo vine a ver qué tal todo aquí —el tatuado posa sus manos en su cadera y da una repasada minuciosa al lugar, el hombre le comenta los últimos gastos y algo de los entrenamientos de los novatos.
Hablaban tranquilamente sin percatarse de mí hasta que alguien sacudió una colchoneta detrás de mí, provocando mi estornudo. Al instante dos pares de ojos me observan, uno de ellos, curiosamente.
— ¿Qué tenemos aquí? Soy David, pequeña —extiende su mano, lo tomo desconfiada pero amablemente.
Frunzo el ceño al ver el parecido en su rostro ¿de dónde lo conozco?
— Es el hermano de Dave —explica el tatuado ante mi mirada confusa. Volteo a verlo pero este se encuentra viendo los golpes que dan unos chicos.
— ¡No puedo creer que conozcas a mi mellizo! Eres bienvenida, pequeña —me guiña el ojo y sonríe negando con la cabeza, viendo de reojo a mí conductor.
Le sonríe y se va cuando le gritan solicitando su presencia. Volteo y camino lentamente hacia él, me quedo a su lado a una pequeña distancia. Veo con asombro cómo se golpean y lanzo un grito cuando uno de los golpes logra tirar fuertemente a su contrincante. El ojinegro voltea a verme, divertido y niega con la cabeza murmurando un <princesita>
— ¿Podemos irnos? —susurro sin dejar de ver el hilo de sangre que sale de la frente del muchacho.
— ¿Tienes miedo? —se burla pero niego con la cabeza sin poder simular ni un poco—. Ya, como digas. Nos vamos en cuanto David me traiga la cuenta del mes.
— ¿Cuenta de qué? —cuestiono interesada.
— ¿Te pregunto qué compras en el supermercado? —antes de poder responder bruscamente, él continúa—. Entonces no cuestiones mis asuntos.
Abro los ojos sorprendida ante su brusquedad y simplemente me giro molesta hasta salir del gimnasio. Giro mi cabeza de lado a lado buscando algún taxi pero no pasa ni una mosca.
— Charlotte, lo siento. Yo... —suspira.
— Sólo llévame a casa —interrumpo sin dejar de intentar ponerme el casco, es enorme.
Camina hacia mí, me lo quita, acomoda mi cabello hacía atrás suavemente y luego me coloca el casco. Mira mis ojos, frunzo el ceño cuando siento su mirada relajarse lo que provoca que rápidamente él frunza su ceño. Se monta y enciende el motor. Lo imito y tomo su chaqueta para evitar tocarlo. Cuando vi que se dirigía al departamento de mi hermano, le grité la dirección del mío. Asintió sin más.
— Creí que vivías con tus padres o con Alek —comenta confundido, mientras baja de la moto.
— Un poco de ambos. Cuando quiero tranquilidad, estoy aquí –digo cuando entro al departamento y sin decir adiós, cierro la puerta.
Dejo mi bolso en la isla, camino hacia mi cuarto y me cambio rápidamente por ropa más cómoda. Camino hacia la cocina para tomar mi licuado diario pero unos gemidos caninos provocan que retroceda y gire a mi derecha.
En el balcón, la bestia jugando con otra bestia. Nuevamente, literal.
— ¿Qué haces? —pregunto de brazos cruzados cuando veo que mi perro quiere lamerle el rostro y la bestia lo imita pero a distancia.
— Besando a tu perro –dice con sarcasmo.
— ¿Qué haces en mi casa? —rearmo la pregunta. Y me siento totalmente ignorada cuando pasa por mi lado con mi perro y se deja caer en el sillón.
Hago una mueca, mi perro, un pequeño bulldog inglés negro, lame cada espacio de su rostro.
—Siéntete como en tu casa —murmuro sarcástica.
Vuelvo a la cocina, me sirvo mi suplemento diario y camino a la sala, donde la bestia se tomó la atribución de encender mi televisor plasma.
—Es bonito, ¿cómo se llama? —pregunta sin apartar la vista de la televisión pero acariciando a mi perro.
—Pues... Se llama bestia —le sonrío y este me mira sorprendido—. Ya sabes, era una broma ya que es todo pequeño y no representa problema alguno.
— Lo que cuenta es la actitud no el tamaño, aun así tenemos mucho en común. Ambos somos feroces —abre la boca de mi perro provocando mi risa—. Hacemos reír a mujeres bonitas —me señala—. Y somos adorables —pone a mi perro junto a su rostro sonriente.
— ¿Cuál es tu nombre? Aún pienso que es bestia —digo divertida, olvidando momentáneamente el percance que tuvimos minutos atrás.
— ¿Me piensas? —cuestiona en un susurro mirando a mis ojos. Aparto la mirada nerviosa y me concentro en mi batido, tomo un sorbo y vuelvo mi vista al plasma—. ¿Dónde adoptaste al pequeño? —cambia de tema y se lo agradezco.
— Alek me lo obsequió para mi cumpleaños— sonrío viendo a mi cachorro escarbar su hocico en el estómago de la bestia.
— ¿Es como su hijo, uh? —cuestiona con la voz tensa.
— ¿Por qué te empeñas en emparejarnos? —pregunto divertida, lo veo apretar los puños.
— ¿Hace cuánto están juntos? —cuestiona con los dientes apretados.
— Hace ya catorce años —respondo y río cuando veo confusión en su rostro.
— ¿Pero cómo es que...?
— Alek es mi medio hermano y lo conozco hace catorce años —interrumpo divertida.
Una carcajada brota de mi cuando veo su rostro pasar por una serie de emociones, desde sorpresa, enojo, confusión y... ¿qué es eso que veo?
— Stefan. Stefan Wells —se presenta y extiende su mano.
Sonrío divertida y la tomo.
— Charlotte Woods —me observa intensamente.
Y ¡Oh! ¿Eso es una sonrisa?
— ¿Eres gay?
Y adiós sonrisa.
— ¿Por qué piensas eso? —pregunta en un tono seco.
— Es por eso que sentías celos, ¿no? ¿Por mi hermano?
Su rostro se vuelve neutro, deja a mi perro en el sillón, se levanta y lo último que escucho es la puerta principal cerrarse con un golpe.
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¿Es o no es gay?
Quería decirles que no comenten con cosas como "actualiza" o "siguela" o sea, es OBVIO que tengo que continuar.
Les saluda, Sunshine