—Te quedarás aquí—indicó Hallie—. Y cuando me acerque a ella, grabarás nuestro primer abrazo, pero esconde el teléfono y mantente lejos, no quiero que se dé cuenta de que estás aquí.
—¿No le dijiste que venía? —preguntó Tom, un tanto descolocado.
—A nadie—replicó Hallie—. Ella piensa que la recibiré sola.
—Espera—bajó el celular que sostenía, listo para grabar— ¿Tampoco saben tus padres que estamos en el aeropuerto esperando a tu amiga de internet?
Hallie levantó uno de sus dedos y lo llevó a los labios, en petición para guardar silencio. Tom rodó los ojos, y asintió.
Había invitado al chico solo como una medida de seguridad, era rubio, alto y fornido, cualquier situación extraña él podía ser capaz de resolverlo. Si la persona que Hallie estaba esperando no era Leila, él podía acudir a rescatarla.
¿Por qué él y no alguien más? Fácil, sus tíos ni Zachary jamás hubieran accedido. ¿Qué otra opción tenía? ¿Pedirle a Samantha, que estaba más loca que ella, que la acompañara?
Y una parte, solo una diminuta, desconfiaba de conocer por primera vez a su mejor amiga. En los periódicos, en las noticias, siempre se hablaba de los peligros que podían suscitarse por una cita a ciegas, aplicaciones para conocer personas, etcétera, esto por supuesto que no se trataba de una relación amorosa, pero había un vínculo poderoso. La amistad solo era otro tipo de amor.
—O sea que, si esto sale mal, en vez de convertirse en un vídeo viral para redes sociales, ¿será una prueba para mostrar a la policía? —dijo Tom, insinuando el peor de los escenarios.
—Ja, ja—espetó con sarcasmo e hizo un mohín—. Solo cúbreme, ¿sí?
¿Por qué nadie le tenía fe a su amistad sincera? ¿Por qué todos daban por hecho que era peligroso? Y si así lo fuera, ¿por qué era tan tentador caer? ¿Por qué amarla era una locura?
Cruzó los dedos atrás de su espalda con la esperanza de que todos estuvieran equivocados. Después recibió un mensaje de Leila, el avión había aterrizado y el corazón le bombeó con fuerza, ahora solo estaban a latidos de distancia.
Leila: Estoy en el área para recoger la maleta.
Leila: ¿Estás lista para conocerme, ibf? :3
Los nervios gobernaban el interior de Hallie, y se hicieron presentes con un sudor en las manos y choques de electricidad en sus piernas, temblaba de felicidad, agitó sus rodillas sin mover los pies del suelo.
Nubes, ¿me ayudan por favor? Necesito verte ahora
Tómenme de los pies, sé que es una locura.
Pero estoy lista.
Recordó la letra de la canción que Leila le había mandado por mensajes.
En muchos de sus sueños, había imaginado la escena distinta, siempre creyó que ella era la que subiría a un avión, y no Leila.
Limpió el sudor de las manos en el vestido rosa corte imperio y se desplazó hacia las escaleras eléctricas donde habían acordado como punto de reunión.
Cada pisada que daba era una sensación nueva en su estómago, estaba ansiosa por verla bajar, sentía el pulso en el cuello, y creía que podía percibir las ondas de los latidos en cada rincón del cuerpo.
Una vez que la vio a lo lejos, sus ojos se encontraron y Leila soltó la maleta sin importar el paradero, corrió en dirección hacia ella, el organismo de Hallie respondió de forma inmediata y le hizo competencia en la carrera.
Leila extendió los brazos para recibir a Hallie, que corría con una sonrisa que parecía también un abrazo con el rostro, nunca se había sentido tan feliz por esforzarse en hacer ejercicio, por lo regular solo quería permanecer encorvada mirando el teléfono. Pero el motivo que la mantenía en aquella posición estaba frente a ella. Ya no necesitaba más.
Era gracioso creer que un artefacto tan delgado y frágil fuera el medio que las comunicó durante meses y ahora ya no importaba más. Lo único que le faltaba era ella y quería era estar a su lado.
La abrazó como si con aquel gesto pudiera comprobar que fuese tangible. Hallie hundió el rostro en el hombro de Leila. Ella, por su parte, se encargó de levantarla ligeramente, la punta de los pies de Hall despegaba del suelo como si volara, era como un sueño hecho realidad.
Pronto estaba mirando el brillo de sus ojos, y no el brillo de una pantalla. Y nada podía ser más bello.
Era fabuloso ver su rostro, ya no tenía que imaginarlo. Ya no necesitaba abrazarla en sueños, ella era real. Real. No era una persona ficticia, no era un señor canoso y regordete. Era su mejor amiga, era como mirarse a sí misma en un espejo, pero con el detalle de que el reflejo reaccionaba con una identidad propia.
Leila y Hallie estaban existiendo en el mismo lugar y espacio, compartían el mismo oxígeno.
No eran más un mensaje, o letras borrosas cuando lloraban durante las conversaciones escritas, ahora podía escuchar sus voces en directo. Y la primera frase que bordó Leila le causó cosquillas al corazón de Hallie, su voz le recordó porqué le gustaban las canciones aún sin escucharlas en vivo, el por qué se amaba aquello que no se podía ver, pero sí sentir.
—Alguien pellízqueme, por favor—dijo Leila incrédula de lo que sucedía.
Su voz, tenía un acento distinto al español de Hallie. Era bonito escuchar tan de cerca la diversidad del idioma, las variaciones por países lo hacían más especial y exótico, era enriquecedor culturalmente.
—No puede creer que estés aquí—aspiró por última vez el aroma de Leila, era una fragancia de manzana que la envolvía, no quería despegarse de ella.
—Yo tampoco puedo creer que te esté sosteniendo, ibf—acarició su cabello rizo y desordenado—. Eres real.
Tanto tiempo escribiéndose, y ese día tenían la dicha de convertir las palabras en abrazos acumulados, en conversaciones pimpantes, sonrisas espontáneas y risas que se escapan de sus labios. Seguramente, las estrellas estaban alineadas, conocer a su mejor amiga de internet era el mejor día de su año.
El mundo a su alrededor se había desvanecido desde que se encontraron, pero Tom por supuesto dejó de grabar para conservar algo de memoria en su teléfono y fue hacia ellas, irrumpiendo el momento.
Leila respingó del susto. Hallie se masajeó las sienes.
—No te preocupes, ibf—se apresuró a decir Leila—. De hecho, también traje a mi familia, está por allá esperándome—señaló hacia el fondo unas bancas—. Espero que no te moleste, ya sabes, todos necesitamos tomar precauciones, a papá no le agradaba la idea de que te conociera y mucho menos después de que le dije que éramos parecidas, hizo un chiste sobre que quizás eras mi hermana perdida.
Hallie soltó una risa por la ocurrencia y cambió completamente el estado de ánimo, le alegraba saber que no era la única en llevar acompañantes.
—Si me hubieras dicho antes, les traía un regalo a tus padres—se lamentó Hallie—, bueno, en realidad también para ti, todo fue tan imprevisto que no tuve tiempo de planear algo.
—Ya habrá tiempo, Hall. Ahora podemos hacer todo aquello que antes era difícil.
—O imposible—terminó la oración Hallie, las lágrimas querían acompañar sus iris.
La conexión entre ellas era tan fuerte que pensaban lo mismo, o terminaban la frase de lo que querían decir, aun cuando nunca se hubiese visto en persona, y viviesen en otro continente.
Demostraban que las horas de diferencia eran solo latidos de las manecillas del reloj para acercar sus corazones y apreciar cada minuto que compartían, no existían limitantes de tierra, mar o cielo para hablar. Su amistad era como un amanecer o puesta del sol, nunca desaparecían del todo, en alguna parte del mundo sucedían. Y ellas se sonreían como lo hacía el sol cuando la luna llegaba, o viceversa.
Leila era como el sol, estaba ligeramente bronceada por la playa. Hallie era un poco más pálida como la luna y por el centelleo de la ciudad. Eran un brillo distinto, pero resplandecían a su manera, y en aquel preciso instante era un eclipse que deslumbraba a todos.
Tom no dejaba de fijar su mirada en Leila, se sorprendía del parecido, pero se sentía irresistiblemente atraído por la nueva chica, aún con unas minúsculas ojeras que adornaban su rostro debido al jet lag.
—¿Y por qué no cantaron la canción de Barbie soy como tú, tú eres igual? —se quejó Tom—. No me miren así, tengo una hermana pequeña que ama la princesa y la plebeya.
Leila soltó una risa encantadora para Tom, ¿estaba soñando? ¿Había hecho reír a una chica? Se frotó los ojos, incrédulo.
—Soy Tom, por cierto—tendió la mano.
—Leila—le devolvió el gesto—, mucho gusto. Y también me encanta la película.
Hallie rodó los ojos, y comenzó a cantar la canción para captar nuevamente la atención de Leila. Ella giró la cabeza y se unió en el coro, al finalizar ambas rieron.
Tú nunca ibas a creer, hoy me conoces y ya ves.
Tan cierto es, como el cielo es azul.
Ya ves, soy como tú.
Todos lo pueden comprobar, con la verdad, y el corazón real.
Tom aprovechó para enfocar su cámara en Leila y grabarla cantando.
—¿Cuántos días te quedarás? —replicó él con una sonrisa como bobo.
—¿Por? —agachó la cabeza por las mejillas sonrosadas.
—¿Me aceptarías una salida? Podría enseñarte los lugares más hermosos de la ciudad.
—Yo le daré el tour, no te preocupes—añadió Hallie para romper la tensión, y acarició uno de los hombros de su amiga.
—Ibf—Leila volvió la vista a Hallie—. Tú tienes a Zac, ¿por qué no me dejas conocer a chicos?
—¿No tienes novio? —volvió a decir el prospecto.
Leila negó al tiempo que recogía uno de los mechones que le ocultaban la cara.
—Bueno—inspiró hondo Hallie—. ¿Te parece si hoy solo la pasas conmigo y mañana con Tom?
—También las podría acompañar hoy—propuso él.
—¡No! —se exaltó Hallie—, Es decir, me gustaría hablar temas privados con mi mejor amiga, ¿te importaría dejarnos?
Leila giró su cabeza, extrañada.
—¿Todo bien? —le susurró a un oído. A lo que Hallie contestó de la misma manera que se trataba de Zac—. Okay, ammh, entonces, ¿te parece si nos vemos mañana? —se dirigió esta vez a Tom.
—Bien—levantó la cabeza haciendo que su cabello cayera hacia atrás—. Contaré las horas para volver a encontrarme con tus ojos.
Acto seguido se alejó, y Leila suspiró.
—Por favor, no me mires así—anunció a su amiga.
—Lo acabas de conocer—cruzó los brazos Hallie—, no puede surgir así de la nada el amor.
—A ti te amaba sin conocerte, ibf.
—Eso es distinto... Y no me cambies el tema, te estás conformando con el mínimo interés de un hombre, en especial, alguien como Tom, iugh.
Leila soltó una carcajada y entrelazó su brazo con el de Hallie para caminar hacia la salida del aeropuerto.
— Mejor cuéntame, ¿ahora que hizo don latitas?
—¿Latitas?
—Ya sabes, referencia a su primer teléfono—bromeó Leila para disminuir la tensión de los problemas amorosos de su mejor amiga.
Ella era el tipo de persona que daba consejos de amor, aunque nunca hubiese estado en una relación.
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N/a: Maratón de capítulos 1/2.
¡Feliz viernes! <3
¿Creyeron que algo malo iba a pasar? Pues no... todavía xd jkajkajkaja