¿Contigo sin Internet? (TERMI...

By KatQuezada

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¿Puede un adolescente vivir sin Internet? Para Zachary Blackelee eso es pan comido, él nunca ha usado el Wi... More

Prólogo
1.- Tanactofobia.
2.- Mobilfilia.
3.- Nomofobia compartida.
4.- Alektorofobia.
5.- Internet Best Friend.
6.- Mensajes subliminales.
7.- Reportes.
8.-Tecnofobia Vs Nomofobia
9.- Editiovultafobia
10.- Un secuestrador de gallinas
11-. Celulares defectuosos.
12.- Primera lección: Nuestra comunicación.
13.- El físico sí importa.
14-. Segunda lección: Aceptar.
15.- Alergia al Wi-Fi.
16.- Mi biblioteca eres tú.
17.-Máquinas de escribir.
18. Sin conexión
19.-La última canción y me voy.
20.-Astronautas.
21.- A kilómetros de distancia.
22.- Nuevos planes.
23.- Pero mínimo unos besos, ¿no?
25-. Batería al 100%
26-. Menos besos, más lectura.
27.-Como un libro de wattpad.
28.- Lección de emojis.
29. Fonógrafo
30. ¿Contigo sin internet?
31. Ventajas y desventajas de la tecnología
32. La abeja y el murciélago
33. Hora de la verdad
34. Promesas que se desvanecen
35. Desvirtualizando
36. Amigas hasta la muerte
37. Fin de la comunicación
38. Nunca te enamores de un Blackelee
39. Aprender a soltar
40-. Datos agotados.
41. Doppelganger
42. Una llamada entrante
43. Una mariposa para despedirse
44. Un teléfono para recordar
45. Un hospital para seguir
Epílogo
Agradecimientos y NOTICIAS!!

24-. Un caldito de gallina.

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By KatQuezada

—En un caso hipotético...—aclaró la garganta Zachary—, ¿Qué sucedería si llegamos tarde?

—¿Tarde? — Hallie repasó las palabras—, ¿a qué te refieres?

—Ya sabes...—Zachary no se atrevía a mirarla a los ojos, prefirió seguir con la mira al volante—, que sea, ummh, un caldito...

—¡Por todos los cielos, Zac!—Hallie corrigió la postura de la espalda, antes se encontraba hundida en el asiento de copiloto.

—No quiero sonar pesimista, pero tenemos que estar preparados para cualquier cosa.

—Solo una persona pesimista se expresa así.

—¿Te he hablado de los beneficios que trae comer caldo gallina?

—¡Zac!

—Solo trato de ser positivo, ¿sabías que su carne es rica en vitaminas y minerales? Por supuesto, destaca su aporte de proteínas...

Hallie recargó sus dedos en el puente de la nariz. Ahora no, por favor.

—Y son alimentos de origen animal con muy bajo aporte de grasa, por lo que resulta más saludable—, continuaba hablando él—, evita enfermedades cardiovasculares, la expansión de adipocitos...

—¿Adipo qué? —arrugó el ceño Hallie. Con trabajos podía entender las diferencias entre los conceptos de proteína y vitamina, ¿no eran lo mismo?

—Adipocitos. Son las células de nuestro organismo encargadas de almacenar energía en nuestro cuerpo, pero si no cuidamos nuestra alimentación, contribuyen a la aparición de obesidad.

—Tener conversaciones contigo es tan extraño—admitió Hallie. Aún no podía entender qué relación tenía esto con su gallina.

—Tómalo como una clase de bromatología y de bioquímica.

Hallie dedicó dos segundos a contemplarlo:

—Sí, definitivamente eres pésimo para entablar una conversación.

Era cierto, Zachary había comenzado a hablar por temor a permanecer en silencio durante el viaje en camioneta. No podía usar la radio del automóvil porque no existía tal cosa.

Además, todavía parecía que Hallie seguía distante con él. Ya no bromeaba tanto como antes, tampoco lo miraba con frecuencia, dirigía su vista hacia la ventana empañada del auto. Ni siquiera podía observar el exterior, pero prefería mirar hacia esa dirección y dibujar una carita triste con su dedo.

—Es que no quiero seguir lastimando tu corazón—Zachary decidió que era mejor decir la verdad. Hallie volvió su vista a él. Suspiró—, me rompería verte llorar por mi culpa.

Hallie le dedicó una media sonrisa.

—Está bien, encontraremos a Martha—intentó animarlo—, y no será tu culpa si ya no está.

El chico pensó que debía explicar que no solo se refería a la gallina. Pero también imaginó que estaba de más expresar sus sentimientos.

Por suerte, no tuvo que mencionar nada al respecto, acababan de llegar a su destino: La granja.

Hallie no tardó en salir del carro mucho antes de que Zachary terminara de estacionarse. Solo podían guiarse de la luna, fuera de ello, todo estaba en completa oscuridad.

Hallie no tenía una linterna convencional para alumbrar el camino, pero tenía algo mucho mejor.

—Y decías que el celular no serviría de nada—bromeó Hallie. Zachary solo achicó los ojos, limitado a guardar sus comentarios.

—Ten cuidado, el suelo es fangoso–anunció a simple vista, no era necesario alumbrarse con el celular para percatarse del lodo.

–Descuida, mi celular me guiará– y acto seguido su pantufla se hundió en el lodo. Hallie gruñó cuando sacudió su pie intentando que se limpiara.

Luz del celular [0] Vista de Zachary [1]

Caminaron unos cuantos metros más y frente a ellos encontraron una cerca de madera desgastada, con franjas blancas despintadas. Hallie tenía miedo de astillarse cuando brincó la cerca, Zachary tenía más miedo a infringir en propiedad privada, pero valía la pena arriesgarse por las gallinas.

Ellos no serían gallinas, irían a rescatar gallinas y aquella noche saldrían triunfadores...

Hasta que caminaron alrededor de un establo de toros.

–Ah... ¿Zac?—pronunció débilmente Hallie.

—No hagas mucho ruido—musitó y bajó lentamente sus pies, estaban en el establo equivocado, seguramente.

Hallie tragó saliva y retrocedió dos pasos. Uno de los toros soltó un ronquido bajo y grave, lo cual la hizo respingar, quería huir de ahí lo más pronto posible.

Zachary no tardó en tranquilizarla, colocó una de sus manos en la cintura de Hallie, y caminó detrás de ella, rodeándola de fuerza y valor.

Hallie hubiera querido disimular lo que sentía por el tacto de Zachary sobre su cuerpo, pero aquello solo incrementó más su nerviosismo. Si no moría por un toro, moría por el chico.

–Solo sigue mi voz–susurró con tersura–, y camina hacia atrás.

La chica se concentró en la voz de Zachary y en la suavidad de su mano acariciándola, suspiró profundamente y avanzó.

La adrenalina se instaló en sus cuerpos cuando creyeron que uno de los toros había despertado al mover ligeramente una de sus orejas. Pero solo se quedó en un susto, lograron salir sanos y salvos.

–Creo que mejor regresaré al coche–anunció Hallie.

Zachary suspiró. Por eso no quería traerla en un inicio, no quería exponerla más.

–Está bien, yo buscaré a Martha–dijo con temor a darse por vencido. La granja era inmensa, seguramente había establos para cada animal y aquello dificultaba más su búsqueda.

El tiempo pasaba y tenía que adivinar el lugar donde guardaban las gallinas. En ocasiones, el olor o el sonido delataba qué tipo de animales se encontraba dentro: cerdos, borregos, vacas.

Entre más avanzaba, más se nublaba su vista por la noche oscura, y sus zapatos se ensuciaban de lodo, de paja o de algún desecho.

Zachary se asomó en el último apartado, esperando encontrarse con los nidales para gallinas. Y halló algunas en su ponedero de huevos, empollando y con un foco iluminando su estancia.

Recorrió el plumaje de cada gallina y buscó las características de Martha, no estaba ahí. Al menos no la estaban explotando de esa manera.

De hecho, entre más buscaba dentro de la granja, más ideas sobre la explotación animal le llegaban a la cabeza, no le parecía una vida tranquila y sencilla tener en esas condiciones a los animales. Se enfocaban más en la producción que en la calidad de vida de estos, ya que algunos parecían aprisionados en jaulas metálicas.

Si Dean estuviera presente lloraría seguramente.

Por un momento pensó en liberarlos a todos, abrir cada reja y soltarlos. Pero lo detuvo pensar que ponía en riesgo a Hallie si realizaba aquel acto de rebeldía. Algún día lo haría, pero lo ideal sería con Dean.

–¿Martha?—preguntó incrédulo Zac, al ver que todavía llevaba puesto el babero que Dean le había dado.

La gallina estaba comiendo, y alzó su pico cuando escuchó su nombre. Zachary suspiró, la tomó entre sus brazos y también al otro gallo que seguramente era Bucky, o al menos le haría creer a Dean y se encaminó a la salida.

A pesar de estarlos cargando, sentía un peso menos en su cuerpo, sentía que se redimía de sus malas decisiones.

–¿Quién anda por ahí? – se escuchó la voz de un señor, alumbrando con una linterna.

Zachary no lo pensó dos veces y aceleró el paso, ocasionando un sonido más resistente y fuerte, se estaba delatando.

–¡HEY! – bramó el pastor de ovejas–, vuelva de inmediato o llamaré al jefe.

Zachary hizo caso omiso y corrió con mayor velocidad. Por un segundo miró por encima de su hombro para ver la altura del hombre y vio como el pastor cargaba una escopeta.

Entonces soltó a las gallinas en un movimiento veloz:

–Tranquilo– se apresuró a decir—, podemos hablarlo.

–Ajá–apuntó con la escopeta el pastor.

–En serio, todo se trata de un mal entendido–tragó saliva Zachary.

–Ajá–respondió y soltó el primer disparo a un tambo, solo para asustar a Zachary.

El sonido hizo que las gallinas se pusieran nerviosas y con los ojos saltones, empezaron a cacarear corriendo en círculos, moviendo el cuello desesperadamente. En resumen, ya eran las gallinas locas.

Zachary no se inmutó, permaneció sereno esperando su final.

–¡Alto! – entró Hallie exhausta–. por favor, no lo maten, es el padre de mis hijos.

El joven pastor bajó la escopeta y Zachary dobló la cabeza en forma de confusión.

–Estoy embarazada–tocó su estómago, tenía un bulto ligero–, lo que pasa es que vi esas gallinas en la feria, las compraron ahí, ¿no?

El pastor asintió.

—Y se me antojó un rico caldo de gallina, específicamente de ese par–señaló a las gallinas locas—. No quiero otras. Ellas son perfectas para mi bebé.

Hallie seguía en su papel de mujer embarazada, y con los ojos, pidió a Zachary que le siguiera el juego.

–Sí, es verdad, no puede quedarse con el antojo, le hace daño a nuestro bebito–sonrió Zac.

–¿Y por qué no las compran en vez de robarlas? – enarcó una ceja el pastor.

–Porque acabamos de llegar al pueblo—prosiguió Zac–, como ve, somos solo dos jóvenes amantes, nuestros padres nos echaron de casa por la creación de nuestro fructífero amor. Y no tenemos donde habitar, todavía no consigo un empleo... pero no puedo dejar a mi amada sin comer, soy capaz de todo por mantenerla en perfectas condiciones, y, en eso concierne tomar prestadas a esas gallinas.

El pastor suspiró.

–También cometí los mismos errores, sé lo que se siente estar en ese lugar sin ningún apoyo ni nada–le dio el pésame a Zachary.

Increíble, les estaba creyendo.

–Por eso, le ruego que me permita adquirir estas dos gallinas locas.

–Es que no son mías–suspiró el pastor–, solo cuido la granja del gran jefe.

–¿Tendremos oportunidad de hablar con él? – preguntó Hallie.

–No lo creo, está de viaje.

–Con mayor razón, podremos ocultárselo...– Hallie cargo a Martha con intenciones de marcharse después.

–No tan rápido–espetó el pastor.

Zac y Hallie giraron sobre sus talones con temor a que la conversación se alargara mucho más y existiera la oportunidad de perder a las gallinas.

–Me tendrán que invitar al baby shower–anunció el pastor, con una sonrisa entre sus dientes.

–Oh–musitó Hallie–, por supuesto, sin falta le enviaré la invitación.

Zahary asintió y tomó de un hombro a Hallie para darse la vuelta.

–¿Y ya? – prosiguió el pastor–, ¿dónde quedaron las gracias?

Hallie rió incómodamente y regresó:

–Gracias, señor, fue muy amable.

–A mí no–, bramó–, a tu chico.

Hallie lo miró con cara de "¿por?"

–Es un acto de amor–continuó–, iba a robar y morir por ti. Mínimo se merece un beso.

Antes de que el rubor aterrizara en los pómulos de Hallie, decidió actuar por impulso y plantó un beso sonoro en la mejilla de Zac, para rápidamente apartarse y ocultar la mirada.

A Zachary lo sacudió el movimiento tan veloz que fue imposible de disfrutar.

–Eso no fue un beso–cruzó los brazos el pastor–. ¡Dale uno de verdad!

No podían escapar. Estaban destinados a volver a unir sus labios y descubrir el poder de besar nuevamente a la persona que es capaz de desatar al corazón y desnudar su alma.

Hallie dobló la cabeza, incrédula de que Zachary la besara después de todo. Pero Zac se acercó, levantó su mentón y atrajo su rostro al de él.

Todavía quedaba una pequeña distancia entre sus labios, pero sentían la necesidad de unirse, como una corriente eléctrica que les recorría el cuerpo y los incitaba a darse calor.

Las mejillas de Hallie ardían, y las pupilas de sus ojos temblaban. Zachary le brindó confianza, acariciando deliberadamente su rostro, y asintiendo con ligeros movimientos. Prosiguió a cerrar los ojos.

Entonces Hallie entendió que estaba bien besarlo, miró por última vez los labios brillantes de Zachary y acortó la distancia entre ellos.

Sus bocas se correspondieron como dos imanes imposibles de despegarse una vez unidos. Zachary fue deslizando sus manos del rostro de Hallie hacia su cuello, para bajar por la espalda, llegar a la cintura y apretarla fuertemente.

Hallie accedió acomodando sus brazos en el cuello de Zachary, mientras él le rodeaba la cintura con ambas manos, ocasionando sensaciones nuevas en su cuerpo. Sonrió durante el resto del beso.

Al tomar aire, Zachary mordió ligeramente el labio inferior de Hallie para concluir el apasionado momento, dejando pulsaciones altas en los corazones de ambos.

–Vaya...–sopló el pastor–, pensé que esto iba a terminar en la concepción de su segundo hijo.

Hallie desvió la mirada, avergonzada. La confusión de lo que acaba de pasar, se instaló en su mente.

En cambio, Zachary rió con ligereza, por un lado, parecía le divertía la situación; por otro lado, parecía relajado.

–En serio, llegué a pensar que esto era un engaño y en realidad no eran pareja–prosiguió el pastor.

–Bueno–se apresuró a decir Zac–. Creo que es hora de irnos.

Colocó entre sus brazos a las dos gallinas, mientras Hallie tomaba unos segundos para respirar profundamente, intentando procesar los besos de Zachary, agitando nerviosamente las manos.

No se dio cuenta de que, gracias a ello, el bulto falso de embarazo fue bajando poco a poco de su cuerpo, hasta caerse por completo.

Ya estaban por llegar a la salida del establo cuando el pastor se dio cuenta de la artimaña.

–Un momento— frunció el ceño y ambos chicos pararon de caminar–, esto es falso.

Al escuchar las últimas palabras, generaron la suficiente fuerza para escapar.

Gastaron la poca energía que les quedaba, después de aquellos besos, para correr con velocidad hacia el auto.

–¡VUELVAN ACÁ! –, gritaba desde lo lejos el pastor. Por suerte, la escopeta se había quedado atrás, en el establo. –¡Me las pagarán!

Zachary y Hallie corrieron acompañados de Martha y Bucky, las alas de las gallinas se agitaban, provocando que una que otra pluma se les desprendiera.

–Genial, ahora Martha estará calva–dijo Hallie.

–Y tú posiblemente estarás sin vida si no te apuras.

Hallie miró de reojo a Zachary y aceleró el paso a regañadientes.

Una vez dentro de la camioneta, se aseguraron de que el pastor no los persiguiera, Zachary observó por el retrovisor, Hallie por la ventana.

Entonces Zachary encendió el auto y aceleró.

–¡Espera, no les he puesto el cinturón de seguridad a las gallinas!

–¡Vámonos así, Hallie!

Así que tuvo que mantener encima de sus piernas a Martha, acariciando su cresta. Durante el vieje Bucky revoloteó con ansiedad en los asientos traseros.

–Te dije que necesitaba el cinturón–comentó Hallie.

Zachary soltó una carcajada y Hallie se le unió entre risas.

–Esto es lo más loco que he hecho en la vida–dijo girando el volante.

–Lo sé– le dedicó una sonrisa Hallie –, ha sido una noche increíble.

–Aún no me decido por qué parte ha sido la mejor de todas.

–Una competencia patética en la feria...

–Huir de los toros...

–Buscar a las gallinas con prisa y con temor de caer en el excremento de miles de animales...

–Estar cerca de morir por una escopeta...–rió Zachary–. Correr como si fuera el fin del mundo...

–Fingir que estaba embarazada...–Hallie giró con gracias los ojos–. o ser descubierta por eso.

–Pero lo mejor fue nuestro apasionado beso. – anunció finalmente Zachary.

Hallie eliminó su sonrisa del rostro, con todo eso de escapar de la granja, y toda la adrenalina que había provocado, olvidó ese pequeño pero significativo detalle.

–Para, por favor–pidió Hallie. Zachary la miró de reojo y siguió conduciendo–. Detén la camioneta, te digo.

Zachary mordió su labio, y buscó la orilla para detenerse.

–Listo–apagó el coche.

–¡No puedes seguir haciendo esto! –Hallie desabrochó su cinturón para girar hacia él cómodamente.

–Solo hice lo que me pediste.

–Me refiero a...–suspiró, incapaz de poder enfrentarlo–, tú sabes a qué me refiero.

–No, de hecho, no lo sé.

–Pero ¡cómo! –se exaltó Hallie–, es como si no te importara lo que provocas cada que me besas.

Zachary bajó las manos del volante para acercarlas a las manos de Hallie.

–¡No puedes besarme y al siguiente momento fingir que no ha pasado! –apartó sus manos–. O peor aún, besarme de nuevo y decir que lo has disfrutado... Me confundes, ¿quieres jugar conmigo? ¿Romper más mi corazón? ¿O qué quieres?

–Quiero volver a besarte.

Hallie tragó saliva al escuchar dichas declaraciones.

–Me gusta besarte, me gusta mucho–volvió a decir Zachary.

Hallie quedó helada. Sin palabras.

Zachary buscó nuevamente sus manos para acariciarlas y transmitirles calor. Los dedos de Hallie estaban fríos de los nervios. Zachary los unió con los de él para frotarlos y darles aliento.

–¿Y cuando termine la noche que pasará? –preguntó Hallie, sin esperanzas.

–Te seguiré queriendo a mi lado.

Hallie sonrió emocionada de la respuesta.

–No sé cuánto tiempo durará esto, pero me hace feliz.

–Tres meses.

Hallie borró su sonrisa.

–Cuidado, no vayas a ser tan directo–hizo un ademán sarcástico.

–No–rio Zachary–, te había comentado que mis padres me enviarán a estudiar a la universidad en México, pensé que no tenía sentido enamorarme más de ti si me iba a marchar, ya sabes, las relaciones a distancia no funcionan. Menos si soy incapaz de tener un celular y mantener comunicación a través de mensajes.

–¿Entonces era por eso? ¿Me habías apartado por tu tecnofobia?

–En teoría...

–¿Y si la superas? ¿Y si decides quedarte aquí?

–No puedo hacer eso.

–Ya lo estabas intentando–reprochó Hallie–, Me atrevo a decir que, si fuera un objetivo, ya estabas por llegar a la meta. Si algo me dolió fue que botaras nuestras latas como si no significaran nada.

Zachary desvió la mirada, arrepentido.

–Me dejé llevar por algunos comentarios...

–Lo sé, parecías otro después de que desapareciste. Como si ese viaje te hubiera cambiado.

–Lo hizo– se defendió–, decidí que quiero ser escritor, pero no de novelas, me gustaría ser historiador, conocer la cultura maya y azteca, por eso pensé que era mejor documentarme y vivir en México para lograr una verdadera investigación.

–Y yo todavía no sé si lograré graduarme de la preparatoria...

–Exacto, ese es el otro punto. Somos tan diferentes, Hallie. Ni siquiera te importa la escuela, no has buscado tema para el proyecto final.

–Confié en que lo haríamos juntos–se excusó–. Lo dijo la directora, recuerda.

–Sí, hace meses... No volví a ver interés en ti.

–De hecho–Hallie chasqueó la lengua pensando en alguna idea–, tiene que ver con todo lo que he estado preparando para que tú superes la tecnofobia.

–Ah, ¿sí? –Zachary arqueó una ceja.

–Sí, apuesto a que te sorprenderás de lo mucho que he trabajado en ello.

–Estoy ansioso de conocerlo–dijo con sarcasmo.

–Oye–Hallie se acercó al asiento de Zachary–, será tan bueno que te hará superar la tecnofobia, y querrás quedarte aquí conmigo.

Por alguna extraña razón, eso a Zachary le resultó atractivo, esa determinación y confianza.

–Te enamorarás de mí–anunció Hallie.

–Ya lo estoy–se acercó al rostro de Hallie, para besarla.

–Lo digo en serio – se apartó ella antes de que tocara sus labios–, no podrás vivir sin mí. Sin mis locuras, sin mi amor, sin esa chispa que te invita a salir de tu zona de confort.

Hallie tomó otra postura en su asiento, como si estuviera emocionada.

–Te prometo que estos 3 meses los aprovecharé al máximo y te demostraré que soy más que una chica que siempre está en su celular, superaré la nomofobia, te ayudaré con la tecnofobia y nuestro proyecto será el mejor. Y aceptarás una relación a distancia, donde obviamente será indispensable el celular, o sea que, gracias al amor, superarás la tecnofobia.

–Hablas muy segura de ti misma–, aquello le gustaba a Zachary.

–Por supuesto. Me amarás completamente que usarás redes sociales para hablar conmigo. O puede que, no te queden ganas de ir al extranjero. No importa, de ambas formas podemos luchar por lo nuestro.

–Bien–asintió Zachary–, pero solo si durante todo este proceso me dejas besarte. Aunque tu plan funcione o no.

–Funcionará–dijo arrugando las cejas Hallie.

–Bien, me parece un buen reto–Zachary alzó sus hombros.

–¿Entonces sellamos el trato? –Hallie tendió su mano para un apretón.

Zachary miró por un segundo la mano extendida y rio. La estrechó solo con intenciones de acercarla y robarle un beso a la chica.

Volvió a besarla hasta derretirle los labios y dejarla sin aliento.

–Así, Hallie, se sellan los tratos. 

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n/a: HAY ALGUIEN AQUÍ CON VIDAAAAA???

Por fin, la espera terminó, las actualizaciones regulares volvieron. Espero que antes de que acabe el año, CSI esté concluida en wattpad, para posteriormente buscarle una oportunidad <3

Muchas gracias por leer hasta aquí, espero les haya gustado el cap, ya faltan menos para el final. (: 


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