CAPÍTULO 33

22K 3.6K 701
                                    

Cuando terminamos de comer, Celia nos está esperando y al explicarle todo respiro aliviada. Se muestra mucho más dispuesta a colaborar de lo que me esperaba. Por fin una buena noticia.

—Cuenta conmigo, ya lo sabes. Esa mujer y su sobrino nunca me cayeron bien. Se notaba a kilómetros que son mala gente.

—Mil gracias, de verdad. —No sé cómo voy a compensarle por esto. No se hace una idea de cuánto se lo agradezco.

Viendo que ya es tarde, nos despedimos y cuando aún estamos abrochando nuestros cinturones para dirigirnos al despacho de la abogada, el teléfono de Gorka comienza a sonar.

—Hola, Beatriz, ¿cómo estás? —Por el nombre creo que se trata de la chica estríper que hace unos días fue a visitarle—. Sí, estoy mucho mejor. Hoy ya me quitaron la venda. —Espera a que le diga algo que apenas puedo oír y continúa—. Pues... ¿cuándo dices que sería? —Escucha—. Quizás es demasiado pronto para mí, no creo que pueda apoyar bien la pierna para entonces. —Me mira y disimulo para que no crea que estoy escuchando—. No —ríe—. No pienso desnudarme sentado en una silla. —Al oír esa frase mi respiración se corta. Rasca su cabeza y lo miro por el rabillo del ojo—. ¿Tanto? —pregunta sorprendido—. ¿Esa mujer es rica o qué? —vuelve a reír y de nuevo noto su mirada en mí—. Deja que me lo piense —dice por fin y aunque mi estómago no acaba de soltarse me alivia que todavía no le haya dicho que sí. Esto debemos hablarlo. No creo que pueda aceptar que se desnude para otras y, menos aún, que se deje tocar por ellas.

Espero a que termine de conversar, convencida de que después hablaremos sobre ello, pero cuando cuelga y no lo hace valoro la posibilidad de sacar el tema, sin embargo, temiendo parecer una persona demasiado celosa, decido darle una oportunidad y esperar hasta el día siguiente. Si para entonces todavía no lo ha hecho tendré que ponerme seria, y aunque sé a ciencia cierta que no va a gustarle lo que voy a decirle, confío en que lo entienda. Si fuese al revés a él tampoco le parecería bien.

Al llegar aparco donde puedo y, en silencio, caminamos hasta el edificio donde tendrá lugar la reunión. Entramos a una especie de pasillo chapado en mármol y tras preguntar a la chica de recepción, nos indica la sala en donde está.

Esperamos a que nos llame y en cuanto la abogada abre la puerta para despedir a los clientes que estaban con ella nos hace un gesto para que la sigamos.

Una vez acomodados frente a su mesa le cuento la visita indeseable que tuve hace unos días y, sorprendida, saca una carpeta en la que pone mi nombre. Me hace varias preguntas más y, tras respondérselas, comenta algunas cosas que no entiendo. Cuando parece que hemos terminado extiende una hoja de papel sobre la mesa y, empujándola con el índice, la hace llegar hasta mí.

—Necesito que firmes aquí —dice segura.

—Emm. ¿Esto qué es? —pregunto extrañada a la vez que me acerco a la hoja para leer lo que pone.

—Vamos a iniciar un proceso de acusación por denuncia falsa. Es una estrategia de defensa para demostrar la falta de veracidad de la denuncia que han interpuesto la señora Margarita y su sobrino y, a la vez, tratar de provocar la absolución por parte del juez. Si todo sale como espero, aunque no consigamos mucho, es posible que nos llevemos algunas sorpresas y podamos seguir tirando del hilo a través de ellas.

—¿Eso puede ser? —digo emocionada.

—Si no lo intentamos nunca lo sabremos —evita darme esperanzas. Me gusta que sea prudente, pero hoy en especial necesito ver un poco de luz en el camino.

Leo por encima lo que ha escrito y, tras firmarlo, le anoto en una libreta el número de la que será mi testigo para que pueda hablar con ella antes de que los trámites avancen más. Ha sido una gran suerte el que hayamos podido encontrar a Celia.

LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora