CAPÍTULO 18

22.3K 4.2K 693
                                    


—¡Está roto! —respondo sabiendo que cuando mi madre lo intente usar no hará lo que ella cree y necesito que se olvide cuanto antes del succionador o al final descubrirá lo que es.

—Oh, qué pena —dice cabizbaja mientras le lanzo una mirada asesina a Gorka. La conversación del aparatito por fin termina.

Mi madre continúa hablando con él como si lo conociese de toda la vida y quedo muy sorprendida. Nunca se había mostrado así con nadie. Es más, siempre ha sido bastante áspera con mis amistades y no recuerdo que ninguna le haya parecido buena para mí, excepto Lucrecia, que a ella más o menos la tolera. Si supiese que, de todos mis amigos, ella es la peor... es justo el tipo de persona del que siempre insiste en que me aparte. Una mala influencia como le gusta llamarlas.

Cuando se marcha las auxiliares nos traen la comida y, un par de horas después, Gorka vuelve a recibir visitas. Sin embargo, esta vez se lo llevan en la silla de ruedas a dar una vuelta por el hospital y es algo que agradezco. Al fin un poco de paz. Conecto la televisión y cuando más centrada estoy en la trama de una película, alguien llama a la puerta. Descubro que son dos policías.

Me saludan y tras asegurarse de que soy la persona que buscan, me explican que han abierto una investigación para esclarecer las causas del incendio, ya que no parecen estar muy claras, así que me hacen varias preguntas. Al explicar los problemas que tuve días antes con los fusibles, la negativa de la señora Margarita para hacerse cargo y mis repetidas llamadas a la compañía eléctrica, anotan todo en una especie de libreta para, según ellos, comprobarlo. Cuando creen tener toda la información que necesitan, se marchan.

—¿Qué querían esos agentes? —me pregunta Gorka nada más entrar y veo que ya viene solo.

—Parece que han abierto una investigación —respondo pensativa y miro al vacío mientras Gorka se levanta de la silla y, con cuidado, se echa sobre la cama.

—¿Te han dicho si han encontrado algo extraño?

—Realmente no..., solo querían que respondiera a algunas preguntas y que les contara lo ocurrido. —Pestañeo confusa.

—Um... —Arruga su nariz—, algo no les cuadra.

—¿Tú crees? —Por su experiencia, sabe más que yo y si ha dicho eso es por algo.

—Estoy convencido.

***

A la mañana siguiente, y mientras espero a que mi madre me traiga un móvil nuevo para poder comunicarme con mi familia y amigos, veo en el pasillo parte de unas siluetas que me resultan familiares. Tras escucharlos hablar con una enfermera, la puerta de mi habitación termina de abrirse y aparece Margarita junto a su sobrino.

—Buenas —habla tan fuerte que despierta a Gorka que, frotando sus ojos, se sienta—. ¿Cómo estás?

—Hola. —Los miro extrañada ¿Qué diablos hacen aquí?—. Bastante mejor ya. Gracias. —. Estoy tan sorprendida que lo único que hago es esperar a que vuelvan a hablar.

—No sabes cuánto me alegro —responde con sequedad. ¿Para qué diablos ha venido si parece que no está cómoda?—. Vas a necesitar mucha fuerza para enfrentarte a lo que viene.

—¿El qué? —No sé de qué está hablando. Gorka carraspea en ese momento y veo por el rabillo del ojo como los observa.

—Para la demanda que te hemos puesto. —Mis ojos se abren—. He venido solo para decírtelo a la cara y asegurarme de que estás en perfectas condiciones de asistir a un juicio. No quiero que después pongas excusas para alargarlo.

LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora