CAPÍTULO 5

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Vuelvo espantada al lugar del que nunca deberían haberme movido y las malditas manos vuelven a hacerme lo mismo.

—¿Quién ha sido? —grito mientras me giro y veo que Lucrecia se ríe.

—¡Dale caña, nena! ¡Es tu momento! —vocea para que la escuche y desearía poder arrancarle la tráquea. ¿¡Cómo ha podido hacerme esto!?

—Hija de... —Antes de que pueda terminar el insulto observo que Roxana también tiene sus ojos puestos en mí y atisbo claramente el momento en el que se burla con su amiga—. Se van a cagar —me digo para armarme de valor y, como si no fuese yo misma, cambio de idea. Pienso demostrarles que, si me da la gana, puedo ser la más perra. Se van a comer el maldito apodo. Doy un paso al frente y en un segundo de lucidez temo que esa decisión no sea mía, sino de las copas que ya llevo encima, pero el alcohol inunda mis pensamientos y cuando me quiero dar cuenta estoy levantando uno de los brazos.

—¡Ya tenemos a la primera! —El del micrófono se dirige a mí y me extiende su mano para que me acerque.

«Pero qué coño estoy haciendo...» me riño a mí misma. Sin embargo, mis piernas ignoran lo que está ocurriendo y continúan moviéndose solas. Hacía años que no me sentía tan ebria.

Oigo al grupo gritar detrás y sé que algo así, viniendo de mí, es lo que menos esperaban. Definitivamente, yo tampoco. Me he pasado media vida renegando de esto y justo hoy, delante de todas, estoy haciendo todo lo contrario, pero por mis narices que pienso callarle la boca a la hipócrita de Roxana. Ella, en el fondo, también es una puritana, por eso encajamos al principio, aunque sabe disimularlo muy bien.

Los gritos cada vez se vuelven más fuertes y me giro para saludar como si fuese Scarlett Johansson. Les lanzo un beso y cuando vuelvo mi atención al frente noto que uno de mis zapatos se enreda en la manguera que con tanto esmero habían extendido los estríperes. Hago mil aspavientos para no caerme, con los que más que intentar salvar el golpe parece que estoy bailando break dance. Sé que si no lo enmiendo pronto seré el hazmerreír de la noche, en lugar de la reina como pretendo, y me niego a besar el suelo. Sin saber muy bien cómo, saco fuerzas de donde no las tengo y de un fuerte tirón logro apoyar el pie libre delante de mi cuerpo. En ese momento, el que tenía atrapado en la manguera queda suelto y, debido a la gravedad, obligo a mi cuerpo a adoptar una postura antinatural, quedando mi tronco totalmente inclinado hacia delante y los brazos extendidos hacia atrás. Al ver que la caída es inminente, doy varios pasos más para mantener el equilibro y, cuando me quiero dar cuenta, estoy corriendo hacia ellos como si fuese una gallina clueca.

Los gritos se intensifican y, de pronto, mi cabeza choca con algo extrañamente blando que me frena. Tras oír un alarido parecido al de un gato en celo, miro hacia arriba confundida y me encuentro de frente con el estríper del micrófono. Tiene su boca torcida en una mueca de dolor y, al descubrir lo que acabo de hacer, mis ojos se abren desorbitados.

—Yo..., lo siento. —No puedo creerlo. ¡Acabo de darle un cabezazo en los cascabeles!

Me aparto con rapidez y veo cómo coloca sus manos en la entrepierna gimiendo de forma aguda. Se echa hacia delante, casi de la misma forma en que lo hice yo antes y cuando las carcajadas estallan en la pista se marcha caminando sin separar los muslos. Busco con la mirada a su compañero para ofrecerle una disculpa y lo encuentro entregado por completo a la risa. Tiene apoyadas las manos en sus rodillas y se carcajea como los demás.

—¡Señoritas! —El dueño del local interviene para salvar la situación—. Hemos sufrido un pequeño contratiempo, pero la diversión debe continuar. —Hace una señal al DJ y este cambia la música.

Miro preocupada en la dirección en la que se fue el bombero magullado y lo encuentro sentado en una silla mientras alguien le ofrece un vaso de agua. No puedo ver sus ojos por las gafas, pero por alguna razón sé que me está fulminando con la mirada. Lo único bueno de todo esto es que al final nadie se ha reído de mí.

LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora