CAPÍTULO 42

19.9K 3.4K 304
                                    

Amores, si tenéis Booknet seguidme allí, subiré en los próximos días un capítulo extra de LA MARCA DE SARA!! Buscadme como Elena García 😍

*******
—Te acabas de despertar, Mariajo —protesta—. Espera al menos unas horas. Tu cerebro todavía se está reajustando.

—No pasa nada. Me encuentro perfectamente.

—Está bien... —Percibiendo que no tiene escapatoria, vuelve a mi lado y toma mi mano—. Sigo creyendo que es mejor darte un poco más de tiempo, pero si es lo que deseas lo haremos como quieras.

—Lo necesito. —Asiente y continúo—. Llevo semanas dándole vueltas a esto y quiero sacarlo de mi cabeza ya. —Me mira y sabe de qué hablo—. Gorka... lo primero que me gustaría saber es si tú disfrutas trabajando como estríper.

—Lo que se dice disfrutar... —Se encoge de hombros.

—Quiero decir, ¿es importante para ti?

—No te voy a mentir. Es importante para mi economía. El dinero que gano con ello es fácil y rápido, sin contar que me viene de perlas, sobre todo ahora que estoy buscando piso para irme a vivir por mi cuenta. —Recuerdo que me dijo algo parecido cuando nos conocimos.

—Yo... No quiero... Verás. —Suena tan ridículo en mi cabeza lo que voy a decir que empiezo a arrepentirme. ¿De verdad estoy a punto de exigirle que deje su trabajo porque a mí me desagrada?—. Verás... —Un nudo de sentimientos encontrados comienza a formarse en la boca de mi estómago y niego con la cabeza. No puedo pedirle eso. Es su vida y no tengo ningún derecho sobre ella. Y lo peor de todo es que sé que aceptará porque se verá en la obligación. Debe ser él quien tome esa decisión. No yo—. ¿Sabes qué?

—¿Qué? —Me mira atento.

—Nada. Olvídalo. —Me echo hacia atrás a la vez que exhalo—. Debí hacerte caso. No es momento de hablar sobre esto.

—Mariajo, suéltalo. —Sabe que me está pasando algo. No suelo dejar las conversaciones a medias.

—No, de verdad. Es tu vida y, como tal, no deberías permitir que nadie te diga lo que debes hacer con ella. Ni siquiera yo. —Sonríe—. Me adaptaré a todo lo que decidas y, simplemente, confiaré en ti. —Sé que me va a costar, sobre todo sabiendo lo que ocurre en esas fiestas privadas, pero estoy dispuesta a aceptarlo—. En eso se basa el amor, ¿no? —No puedo creer que acabe de decir eso, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Siempre he odiado a esas personas que prohíben o condicionan a otras y no pienso convertirme en una de ellas.

—El amor es algo parecido, sí. —Vuelve a sonreír—, pero no vas a tener que preocuparte más por ello.

—No entiendo. —¡Qué chorrada! Claro que me preocuparé, pero no pienso decírselo. No quiero que cada vez que tenga que acudir a una de esas funciones lo haga preocupándose por mí.

—Lo he dejado.

—¿Qué?

—Ahora mismo. Le acabo de decir a Beatriz que busque a otra persona.

—A ver... No habrás tomado esa decisión por mí, ¿verdad?

Odiaría que se hubiera sentido obligado a renunciar por el simple hecho de complacerme.

—Te aseguro que no. —Besa mi mano para calmarme y el calor de sus labios traspasa mi piel—. Llevaba tiempo meditándolo y me ponía a mí mismo como excusa que tenía que hablarlo contigo antes, pero en realidad con quien tenía que hablarlo era conmigo mismo.

—Me... ¿me lo prometes? —No acabo de creérmelo. Temo que esté tratando de ocultarme la verdad para evitar que me sienta mal.

—Te lo prometo. —Esas tres palabras me provocan un alivio indescriptible. Desde que estamos juntos nunca me ha prometido algo vanamente y eso me da bastante confianza—. No quiero ser un hombre objeto al que todas toqueteen por diversión mientras que mi pareja me espera en casa. Al igual que tampoco me gustaría que fuera al contrario. —Mira hacia mi escote y levanta las cejas.

LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora