EPÍLOGO - (Parte 2)

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2 meses después.

-Me voy ya, mamá. -Todavía me cuesta mirar a mi madre a la cara. Han pasado dos meses desde aquello y, sabiendo cómo es, me resulta extraño que todavía no me haya reprochado el comportamiento que tuve la noche de mi cumpleaños, aunque, sinceramente, lo prefiero así. Lo único que he notado desde entonces es que cada vez que Gorka viene a comer o a cenar se pone roja como un tomate y evita cocinar alimentos con formas fálicas. Con lo que nos gusta la ensalada de pepino que prepara ¡o el calabacín relleno!

Antes de salir de casa cojo un par de bolsas que dejé antes preparadas en la entrada y cierro la puerta como puedo. Tras semanas de preparativos, por fin estoy ultimando todo y, si nada lo impide, inauguraré mi nueva farmacia a principios del mes que viene, en el local en el que siempre lo quise hacer. Así tenía que haber sido desde el principio, pero mi presupuesto era demasiado ajustado.

-Hola, preciosa -Gorka se baja del coche al verme y viene a ayudarme. Todavía trae puesto el uniforme del trabajo y no puedo evitar observarlo. Está demasiado sexi con él. Mi vecina debe de pensar lo mismo porque cada vez que oye el coche no tarda en asomarse por la ventana. Desde que lo dejaron mi ex y ella anda un pelín desesperada y yo que lo sé no me privo a la hora de mostrarle mi amor al hombre más sexi y atractivo de toda Sevilla-. ¿Queda algo más dentro? -dice con intención de ir a por ello.

-No, solo esto. Son productos que te dije que llegarían. -Los mete en el maletero y rodea mi cintura antes de besar mis labios con suavidad. Abrazo su cuello para devolverle el beso y no puedo evitar mirar hacia las cortinas de mi vecina al ver que se mueven. No parece haberle sentado muy bien porque se han cerrado de golpe.

Si algo me han enseñado estos últimos meses es que ni todas las brujas llevan escoba... ni todas las zorras viven en el bosque.

-¿Cómo te encuentras hoy? -Ayer me debió de sentar mal la cena y le comenté esta mañana que había estado toda la noche vomitando. Aunque más que la cena creo que son los nervios que estoy pasando. Además de la farmacia, se me ha ocurrido la brillante idea de invertir parte del dinero de la indemnización en un bonito apartamento y se me está juntando todo, pero tenía tantas ganas de independizarme ya que no he podido esperar más.

Gorka al final se quedó en el piso de su amigo. Hablaron sobre ello y les resultó más cómodo a los dos hacerlo de ese modo. Así Gorka no tendría que mudarse y el compañero estaría más tranquilo sabiendo que hay alguien viviendo en el apartamento. Según se están poniendo las cosas últimamente no sería raro que le entrasen a robar o alguien malintencionado le ocupase la vivienda a la fuerza sabiendo que el dueño nunca está. No es la primera vez que pasa algo así en esa zona.

LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora