Capítulo 84.

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Bella.

Abro los ojos al sentir como mi piel roza contra otro cuerpo. Me doy la vuelta en la cama y me pego al cuerpo desnudo de Max.

Esto era lo peor que podíamos hacer sin duda alguna. Que Max se quedase conmigo estos días en el nuevo piso era jugar con fuego y la realidad es que, por primera vez en mucho tiempo, no nos importaba quemarnos.

Mi mirada fijada en su cara mientras duerme, sabía todas sus pecas y lunares de memoria. Podría encontrarlos con los ojos cerrados y es que, aún con los ojos cerrados, el aparecía.

Me levanto de la cama, si seguía mirándole no me levantaría en todo el día y tenía demasiadas cosas que hacer como para permitírmelo. 

Cuando llego a la planta principal del piso, me doy cuenta de que no sé a donde voy, de que no tengo nada que desayunar. Subo de nuevo a la habitación, desayunaríamos en el centro comercial en el que tengo que buscar la mayoría de los muebles y así haría una pequeña compra para estos días.

Consecuencia de vivir en un nuevo piso: no tienes ni una galleta para comer.

Abro las dos maletas haciendo el mínimo ruido para así no despertar a Max. En cuanto las tengo abiertas, me siento en el suelo de la habitación y rebusco entre todos los montones de ropa para ponerme algo que esté limpio y con lo que no me muera de calor. Es más que obvio que no me pondré uno de los vestidos que he llevado a Tomorrowland.

A los pocos minutos, me levanto del suelo con unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta básica de manga corta. Esto era todo lo que necesitaba para un día como hoy y así no asarme de calor. Miro hacia la cama en la que Max dormía y veo como este, se ha dado la vuelta y me está mirando fijamente.

-¿Ya me querías dejar solo aquí?- pregunta divertido mientras pasa las manos por su cara.

Suelto una carcajada.- Pues claro que no. ¿Por quien me tomas?

El chico ríe. Dejo la ropa a un lado de la cama y dejo caer mi cuerpo sobre el suyo.

No sé como ninguno de los dos nunca ha salido accidentado...

-¡Buenos díaaas!- digo alargando mientras beso su mejilla repetidas veces.

Max me rodea fuerte con sus brazos. Dejo de besar su mejilla y le miro.

-¿Qué miras?- sonríe pícaro.

-Que estás muy feo por las mañanas.

Max alza las cejas y ríe.- No sé si creerte...- acerca mi cara a la suya y me besa.

Sin separarnos, da la vuelta en la cama dejándome abajo. Sonrío sin que nuestros labios se separen y siento como Max ríe. El chico se deshace de la camiseta que tapaba mi cuerpo y comienza a besarme por todo este. 

Tras recorrer mi cuerpo con su lengua y sus manos, mi piel se eriza más si cabe al sentir como su pene entra dentro de mi. Gimo en la oreja de Max y clavo mis uñas en su espalda mientras entra y sale.

Cada vez era más y más rápido. Nuestros gemidos rompían el silencio que reinaba por todo el piso hasta que ambos no corremos.

***

Barcelona en esta época no podía ser más odiosa. Todo estaba lleno de vehículos y de gente y, aunque eso fuese lo que más me gustaba de una ciudad, hacía que lo odiase cuando tenía que aparcar el coche.

Después de dar vueltas por toda la zona durante poco menos de media hora, estaciono el coche delante del edificio en el que viven mi hermano y Miriam.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora