Capítulo 100.

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Horario de Capítulos: Martes-Sábados

Bella.

Salgo del baño de mi habitación con el cuerpo envuelto en una toalla de la ducha. De camino al vestidor, miro la hora en la pantalla de mi Mac y, cuando veo que tan solo quedan quince minutos para que me vaya, me apresuro.

Descuelgo de la percha el vestido ajustado de punto de color crema. Dejo caer al suelo la toalla de la ducha y me pongo el vestido. Coloco el cuello alto de una manera en la que me agobie lo menos posible y, a continuación, me pongo las Balenciaga que me acompañarán durante todo el día que me espera.

Vuelvo al baño, tan solo queda recogerme el pelo en una coleta y guardar un par de cosas en la maleta que aún sin cerrar en medio de la habitación y me iré.

Peino mi largo pelo, como si por peinarlo tanto fuese a hacerme una coleta más larga. Mientras hato todo el pelo con una goma fruncida, pienso en lo que pasará a lo largo del día.

Menos mal que aún son las seis de la madrugada...

De nuevo, salgo del baño. Cierro la cremallera que hay alrededor de la maleta tras guardar las tenazas de la plancha con la que me he alisado el pelo y, una vez he conseguido cerrarla, guardo rápidamente todo lo demás en mi bolso.

En cuanto bajo a la planta principal de la casa, dejo la maleta a un lado. Solo bajar las escaleras con ella me ha dejado sin las fuerzas con las que me he levantado.

Tom me besa.- ¿Preparada para irte?- pregunta cogiendo la maleta que acabo de dejar en el suelo.- No te olvides de que tienes en el sofá todo lo que dejaste antes.

-Si.- suspiro.- Tengo ganas de que acabe el año para poder llevar una vida un poco más tranquila.- digo mientras veo como el chico camina hacia la entrada de casa.

Tom ríe.- Y eso que en diciembre nos espera la mudanza de nuestras vidas.

Muerdo mi labio inferior.- Rectifico: tengo ganas de que llegue enero para poder llevar una vida un poco más tranquila.

Cojo la chaqueta de cuero negra y el neceser que guardaré en el bolso más tarde, cuando tenga claro que no perderé el vuelo a Barcelona. Compruebo que no me olvide de nada y salgo de casa.

Mientras camino, sonrío al ver como Tom, en pijama, me espera apoyado en el maletero de mi coche.

Rodea mi cuerpo entre sus brazos.- Avísame cuando llegues.

-Lo haré.- beso repetidas veces al chico despidiéndome de el.- Te quiero.

-Y yo.- me acompaña hasta la puerta del lado del conductor.- Ten cuidado.

Entro en el vehículo y, después de dejar las cosas sobre el asiento del copiloto y bajar la ventanilla, cierro la puerta.

-Me voy ya, ¿vale?- beso a Tom por última vez.- Mañana nos vemos.

Tom se hace a un lado para que salga con el coche a la carretera de la urbanización y, mientras me alejo, veo como el chico se despide con la mano.

Pasados unos minutos, tomo la dirección que lleva al aeropuerto. Podría hacerme este recorrido con los ojos cerrados después de haberlo echo tantas veces, sobre todo, en el último año.

Hace un par de semanas, después de nuestra vuelta de New York, mientras preparaba con Tom el diseño de la planta principal del ático para enviárselo a la agencia que nos ayudará con todo ello desde allí, me había dado cuenta de que el piso que compré en Barcelona estaba sin terminar y que, hasta que me adaptase a mi nueva vida en New York, no sabría cuando regresar.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora