Capítulo 82.

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Bella.

Los brazos de Max rodeaban mi cuerpo desnudo. Miro fijamente la cara de Max mientras duerme. No conseguía dormir después de todo lo que había pasado a lo largo de la noche pero, a pesar de ello, seguía queriendo continuar con todo esto. Aún rodeada por sus brazos, me sentía libre.

Simplemente no había explicación para esta sensación.

Veo como el chico abre un poco un ojo y, a continuación, sonríe. Sonrío, me acurruco pegada a su cuerpo y rozo sus labios con los míos.

Max desliza su mano desde mi espalda hasta mi cabeza y pega nuestras bocas. Muerdo su labio cuando se va a separar y los dos reímos.

-Bella...- dice divertido.

Suelto una carcajada.- ¿Qué?- abrazo al chico por debajo de las sábanas.

-¿No te arrepientes de nada de esto?- coloca la sábana blanca sobre todo nuestro cuerpo.

Niego con la cabeza.- No entiendo por qué pero no, esta vez no.

-¿Segura?

Asiento con la cabeza y, sin darme cuenta, Max me besa de nuevo. Mientras me besa, el chico comienza a hacerme cosquillas por todo el cuerpo y me separo de el.

-¡Me has tendido una trampa!- grito riendo. Me estaba ahogando de la risa, Max sabe todos los puntos en los que hacerme cosquillas y la verdad, es que estaban por todo el cuerpo.

El chico comienza a besarme mientras río a carcajadas, era imposible centrarme en sus besos sino dejaba de hacerme cosquillas.

Tras unos minutos en los que los protagonistas eran los besos y las risas, Max para de hacerme cosquillas y comienza a pasar sus manos por mi. Su mano se desliza por todo mi cuerpo mientras nos besamos y cuando llega al culo, pega mi cuerpo más al suyo.

Sin que nuestras lenguas se separen, me coloco encima suya. Gimo al sentir su pene entrar en mi y mi cuerpo sube y baja a medida que deslizo mis manos por todo su cuerpo. Max se incorpora en la cama entre las sábanas blancas, comienza a morder mi oreja y clavo las uñas en su espalda. Pega su boca a la mía besándome de manera desesperada y muevo mi cintura en círculos mientras juego con su lengua.

A medida que entre nuestras bocas solamente se escuchan gemidos y más gemidos de placer, subo y bajo más rápido hasta que ambos nos corremos.

***

-¡Buenos días, preciosa!- paso por debajo de la barra de la cocina. Beso la mejilla de Yaiza.

-¿Te veo muy contenta o es cosa mía?- sonríe pícara.

-Me lo estoy pasando como nunca me lo había pasado. Será por eso.- cojo dos de las tazas que hay colocadas en la estantería.

Dejo las tazas aún vacías en la barra de la cocina para que no le estorben a Yaiza y, para cuando miro a la chica, esta me está mirando.

-Tu chupón no dice que sea solamente por eso.

Mierda...- pienso girándome.

-¿Sabes el ángel y el demonio que aparecen en las películas sobre la protagonista cuando está pensando en lo que tiene que hacer? Pues tu eres el ángel, diciéndome lo mejor que tengo que hacer.

Las dos reímos.

-Yo soy la que os recuerda lo que tenéis esperándoos, no creo que os quedéis a vivir aquí.- dice divertida.

Suelto una carcajada.- No tengo intención.

No tenía ninguna intención en hacerlo y, por mucho que quisiese que esto no se terminase, tenía tanto trabajo que hacer a la vuelta que no podía permitírmelo. Durante estos tres días, el trabajo había desaparecido de mi mente para ser sustituido por otras dos igual de importantes: New York y Max.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora