"Cita con la Primavera"

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Hay frases que no significan mucho hasta que un día, de golpe, recobran sentido. En primavera todo florece,dicen.

Por falta de conocimiento y por haberte visto treinta y pico de años con pelo lacio supusimos que así te volvería a crecer. Y fue el mismo solo que no imaginamos que sería el mismo de cuando habías nacido y como galletas de chocolate se pegaban a tu cabeza logrando semejante hechizo que las vecinas se giraban para verte. Ahora, renacía y vos con él. Como esa primera vez, libre y arremolinándose por antojo, tu cabello se revelaba queriéndose elevar como esas nubes de azúcar que comíamos de chicas junto a la calesita de la plaza. Renacía, renacías. Jugabas con tu nuevo- viejo pelo, te abrochabas hebillitas de colores y ganchitos minúsculos para adornar algún mechón. Luego, tus ojos te miraban al espejo para aprobar el peinado y si bien sonreías cansada estabas despabilada y lista para que en esta vuelta no se escapara nada de lo que cada amanecer y anochecer quisieran regalar.

La primavera te tocaba la puerta. Desde cientos de gorriones, hasta bandadas de cotorras y algún gallo desafinado te despertaban cada día para celebrar que estabas de regreso en su nido y recordarte que también era el tuyo.

Lentamente volvías a desayunar lentamente. Por fin volvías a pasearte por la cocina con el mate en la mano, arrastrando las pantuflas, espiando al sol desde la ventana y planeando el día.

Tu casa olía a sahumerios, velitas de noche encalidecían los ambientes y atrapa-sueños colgaban de algunos rincones. Llenaste cada espacio y hora de alegría, gratitud y disfrute.
La renovación, la ilusión, las ganas y el aprecio infinito por cada minuto se sentían, se olían y se veían.

Las opciones volvían a ser las mejores y los episodios clásicos de Rojas volvían a brillar como cuando la habías visitado por primera vez quince años atrás.

- "Y? Que hiciste Bele?" te preguntaba por teléfono sin necesitar la respuesta porque me bastaba escuchar el timbre de tu 'Hola' para corroborar la emoción.

-" No sabés! Al final me parece que me lo voy a traer de mascota" me respondías.

-"A quién Bele, al chancho que me contaste? "

-"Es un lechoncito bebé, Pili! No sabes lo que es! y son súper domesticables! Además siempre quise uno"

-"Ah bueno, entonces bienvenido!" te decía yo entre risas a las que vos te sumabas.

Otro día...

-"Como va todo? Que hiciste? "
-"No sabes! Nos fuimos con Cocó a pescar y se tiró al río! Podés creer que no quería volver?! Le encanta el agua! Yo la llamaba, ella me miraba, giraba la cabeza y seguía nadando! "

-"Hola hermanita! Como vas? "
-"No sabés! Nos juntamos con las chicas, hicimos una picada y nos quedamos hasta las cinco de la mañana de charla. Lloramos de risa, ya te voy a contar! "

Tus 'No sabes' como introducción me hablaban de la felicidad de tus días y le devolvían calma a mis miedos. Como si ya no fueras un adulto, al partir de Mar del Plata me había sentado en el living de casa en silencio, pensando, augurándote solo lo mejor pero también temiendo que cualquier cosa acurrucara tu corazón. Me imaginaba vecinas simulando barrer solo para verte de regreso, a otra espiando detrás de alguna cortina o peor aún, que desde el más inocente morbo,  alguien te preguntara directamente y sin anestesia por tu tratamiento, enfermedad, padecimiento, o certezas de futuro. Me equivoqué. Pronto descubrí que nada te cobijaría mas que esas nuevas recetas caseras que te estaban esperando, las bocinas desde los autos con saludos a mano alzada y los gritos de vereda a vereda: "Hola, negrita! Qué alegría verte! ". Parecía sentido común, entendimiento innato o sabiduría inconciente pero sencillamente era cariño nítido, del puro, que festejaba, con cara de "aquí no ha pasado nada", tu vuelta en sus vidas sin necesitar más.

Mientras tanto, con la torpeza fuerte del oso que amanece despues de un largo letargo de ivernar, mamá despertaba.

-"Hola hiji." también el tono de su voz me lo dijo todo. Estaba de regreso.

-"Hola, ma? " te pregunte absurdamente queriendo confirmar mis sospechas.

-"Y vos cuántas madres tenés? Quién va a ser! " sí, definitivamente había regresado.

Y sin esperar respuesta siguió:

-"Escuchame, yo me voy con tu hermana"

-"Que lindo, má!! Les va a hacer tan bien estar juntas! Esbocé intentando saber como estaba.

-"Bueno hija, yo estoy apurada después te cuento. Ahora quiero organizarme y salir para Rojas" y como de costumbre, cortó la comunicación sin un 'chau' de por medio porque para ella cuando el mensaje ya había sido transmitido no había más nada que escuchar.

-"Hola Bele? Noticias último momento, mamá va para allá de instalación total!" Y como respuesta solo escuché tus risitas, de fascinación, entusiasmo y amor.

En veinticuatro horas mamá llegó como camión de mudanzas. Juntas, Cocó y vos vivían lo mismo. Ambas finalmente podían disfrutar de los mimos que por meses no habían podido recibir de sus mamás y eso ahora las llenaba de euforia y energía.

Si algo te delataba como buena hija de mamá era la habilidad que compartían por las manualidades, la afición por las plantas y jardinería. Las tardes eran un buen momento para ir a lo de la amiga de la vecina de otra amiga y traer un gajito vaya a saber de qué planta para ponerla en agua, controlarla de cerca durante días, examinar las raíces y en el momento preciso transplantarla a otro pequeñísimo espacio para verla crecer.

Al contemplarlas de lejos yo no lograba entender el por qué del experimento vegetal pero debo confesar que de a ratos, cuando por algo sin hablar se miraban, parecían acariciarse con las sonrisas. Entonces todo se iluminaba y tu mirada volvía a ser la misma de cuando enamorada veías a mamá desde tu changuito y el mismo fascinante conjuro volvía a ocurrir.

No era de extrañar que esto pasara justo mientras sentadas entre macetas de jardín sostenían sus propias historias entre las manos: eras gajito de flor.

Con "C" De Casa.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt