"Caleidoscopio"

128 15 10
                                    

Se sentía la mas genuina apatía. Abandono sereno de todo lo que siempre había interesado. Quizás solo se trataba de no tener tiempo para darnos el premio de nada más. Lo notábamos y nos azoraba. No sabíamos que eso podía ocurrir. Con la sensación encontrada típica de una caída libre segura, llena de adrenalina e histeria; por momentos nos aterraba el vértigo pero terminó por fascinarnos estar viviendo por lo único que valía la pena ocuparse.

-"No te sentís rara?" me preguntaste.

-"Rara sería un piropo. Mas vale una loca de atar" yo entre risas.

-"Ya sé, pero rara distinto. Como si tuvieras un super poder"

-"Ah bueno Bele, vos tomaste alguna pastillita esta mañana? De qué me hablas?"

-"Como que no te importa nada al punto que sentís que podrías hacer cualquier cosa sin importar las consecuencias"

-"Voy pidiendo chaleco de fuerzas, te parece? Eso sí, que te combine con el pantalón, no?" tapando con humor lo que ya empezaba a inquietarme.

-"No tonta. No sé cómo explicarte. Siento como si no hablara el mismo lenguaje que los demás. Escucho, veo y noto que dejé de entender, de qué se ríen, en qué invierten tiempo o qué los preocupa. Quedé en otra frecuencia, con otras cosas, otras sensaciones, otras ganas. Por eso, ahora que lo veo, no me para nadie Pili."

Y tenías razón. Era una cocktail sensorial. Un mazazo a todos los paradigmas conocidos y un subidón psicodélico que no solo nos había dejado las mandíbulas contracturadas sino que también nos hacía sentir inmunes, impunes, despojadas, sin añorar nada y extrañamente felices por la revelación.

Yo seguía manejando. Se hizo un silencio repleto de pensamientos y medias sonrisas con música a todo volumen.

-"Hay que aprender rápido Pili" me dijiste con tono de urgencia.

-"Sí".

Y ahí mismo, en el auto, nos juramos que si teníamos la suerte de seguir contando el cuento, viviríamos a rabiar, con la impunidad sana de los inocentes. Sin medir el tiempo más que con sonrisas y momentos de amor. Ni dinero, ni ropas, ni qué dirán, sin miedos, sin cuidados, sin mañanas, ni planes estratégicos para logros que no lo son. Todo para hoy, para que marche con papas fritas y después vemos que hacemos con el colesterol. Todos los deseos, los sueños, los ruegos y cada estrella que miráramos llevarían el mismo anhelo: poder ganar la partida.

Mientras tanto como mostacillas de un caleidoscopio nuestros hábitos seguían girando hasta reacoplarse. Nuestras rutinas empezaban a formar el nuevo tejido que serían nuestros días. Muy probablemente para quedarse allí para siempre, como un mágico y misterioso conjuro.

Como un día más, habíamos amanecido temprano para chequear no olvidarnos de nada y por supuesto, como me habías encomendado, supervisar si el atuendo que te había preparado la noche anterior era de tu gusto, con aros y cartera incluidos. Ya por nueva costumbre y para optimizar tiempos desayunábamos en un barcito frente al hospital. El estacionamiento quedaba reservado por estadía completa porque nunca sabíamos a que hora regresábamos. Esa mañana era especial. Con ayuno prescripto por ser el día de tu exploración suspendimos el cafécito y salimos hacia el primer gran paso.

Nos encontramos todos allá. Mamá, papá y Walter. Seis de la mañana. Sala de espera pre quirúrgica. Cada uno con su estilo propio para romper el hielo. Por algún motivo desconocido, los seres humanos tendemos a omitir el tema en cuestión cuando las velas arden y se nos olvida que tal vez el protagonista precisamente es lo que más necesita. Quien sabe, tal vez ocurra porque asumimos que duele menos hacer como si nada estuviera pasando, a lo mejor es porque no sabemos ni cómo abordar ciertos temas. Entonces cada uno habla de bueyes perdidos para distraer y disipar tensión.

-"Tenés frío hiji?" Mamá en pleno Enero y dentro del caldo que siempre son las clínicas. "Te sentís con un poquito de sueño?" insistía cambiando el repertorio.

-"Bele, me olvidé de contarte que tal vez, tal vez, cambie el auto prontito" Papá, tosiendo un poco para cerrar la oración al darse cuenta del absurdo del comentario.

Walter mimándote como siempre y haciendo chistes que nos arrancaban carcajadas a todos. Todos dábamos lo mejor que teníamos dentro de nuestro propio e inhabilitante nerviosismo. Pero vos no hablabas. Pensabas vaya a saber qué, mientras tus ojos enormes giraban al rededor de ese cielo raso y de tanto en tanto se fijaban en los míos como preguntando algo.

-"Qué? Decime. Me querés preguntar algo? Tenes algún miedo? Contame" yo, saltando como arquero al que aún no le han disparado el balón.
-"Vos vas a estar? "
-"Si. Voy hasta el pre quirófano con vos, espero a que te duermas y cuando te despiertes ahí voy a estar también" te aseguré sin tener idea de la sorpresa que me esperaba.
-"Me prometes? "
-"Si"

Te despedimos después de hacernos unas selfies como si hubiéramos ganado el loto, y salieron hermosas. Al verlas después, brillaban las sonrisas forzadas pero tus ojos y los de mamá no podían disimular nada, tenían un doble fondo. Ambas eran tiernas miradas cansadas como lucecitas tenues, casi apagadas.

Te llevaron al pre quirófano, te dí un beso y te pedí que soñaras el viaje que nos esperaba antes de seguir con la quimio.
-"No te olvides que sos invencible. Te espero a la vuelta. Mientras tanto voy a ir averiguando el tema de las pelucas. Vos tranqui que si te portás bien te pido una con los rulos de Maradona en el mundial '78. Ahora dormí. Y acordarte que donde estes yo voy a estar. Te amo"
"Chau, yo te amo también Pili"
"Chau, me voy a decorar tu habitación"

Pasaron 12 horas y tres grupos de al menos cinco expertos por area: urología, ginecología, oncología. Era una multitud de sabelotodo y eso nos daba confianza. Los veíamos pasar y ojalá nos hubieran leído la mente: "Gracias y Por favor, resumían todo lo que nuestros ojos podían decir."

Al rededor de las seis y media de la tarde nos llamaron. Detrás de una ventana de acero que al elevarse emanaba humo apareció tu medico aún con su atuendo quirúrgico puesto, tan transpirado que de no ser por su ambo parecía salido de una piscina. Su cara consumida de cansancio y sus lentes en la punta de la naríz. Sin embargo de alguna manera lograba que nada de todo eso se notara demasiado ya que su tono certero nunca se desvanecía.

-"Bueno familia, ya realizamos la exploración. Tomamos las muestras necesarias y ahora esperaremos días hasta los resultados de patología. Por lo inmediato, todo el mundo a su casa. Belén está en cuidados especiales, no pueden verla. Así que no se desgasten, descansen y mañana la ven a primera hora. Nosotros estaremos aquí cuidándola."

-"Muy bien doctor, muchísimas gracias" mamá y papá al unísono.

-"Vos entendiste Pilar? No te quedes aca, -"porque en una silla no servís. Descansá y mañana la ves" Sin conocerme intuía que yo no había registrado parte de su mensaje. Había hecho una promesa e iba a cumplirla.

Despedí a mamá y a papá. El hospital, terminada la hora de visitas, se iba apagando, oscureciendo y silenciando. Yo no encontraba un lugar donde esconderme hasta que recordé que había una capilla, donde en desesperación los creyentes y los agnósticos se arrodillan a pedir ayuda para sus amados. A estas alturas sin saber a cuál de los dos equipos pertenecía, fui hasta el oratorio. Creo que lo hice más como trampa para escudriñiarme en algún rincón que por fé. Pero cuando me encontré allí, a la luz de velas, sentada con las palmas juntas entre mis piernas, sólo pensando en vos, imploré ofreciendo hasta mis días, para que el mundo se detuviera excepcionalmente al menos una vez y que alguien desde el mas allá o desde la quinta dimensión, nos rescatara y regresaramos a nuestra vida, la común, la tonta y la tan maravillosamente melodramática comedia que creamos mientras el mundo gira y hay mañana.

Con "C" De Casa.Where stories live. Discover now