" Estereotipos. Desaprender, Reaprendiendo"

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El día siguiente llegó a nuestra ciudad. La peluca había quedado colgada en el respaldar de una silla y Cocó a veces pasaba de refilón sólo para gruñirle un poco. Teníamos cosas que hacer y teníamos que salir.

"Vos decís que salga así?" me preguntaste. Te miré y respondiste por mí:

"Más vale!" supusiste sería mi voz.

"No, Bele. Este no es un desafío a quién es más macho o quién aguanta más. Si no tenés ganas o no te sentís cómoda, no."

"Probemos con algo primero y vemos" me dijiste. Entonces, sacamos gorros, sombreros, pañuelos y capuchas.

"Nooooo, con sombrero parezco un varón!" y reíste.

"Con éste pañuelo parezco una gitana!" y te lo sacaste de un tirón.

"Con capucha, ya salgo a robar un banco, Pili! Parezco un ladrón!!" y te sentaste mientras reíamos pero la risa, por nerviosa, fue corta.

Ahí estábamos en el baño de casa. Ambas sentadas sobre el borde de la bañera con los atuendos en las manos intentando hacer malabares para cubrir esa perfecta y simpática bochita marrón.

Así nos dimos cuenta que entre todas las cosas aprendidas teníamos un mundo de preconceptos. Estaba claro. Los estereotipos no nos daban tregua. Cada imagen, un poco diferente al común denominador social denotaba algo más, una asociación directa y ninguna era suficientemente buena. Curioso o no, parece no haber prejuicios con finales felices o connotaciones positivas. Pollera corta, provocadora. Tímida y suave, lobo disfrazado de cordero. Color rosa, es de nenas. Los varones no lloran. Rehace su vida, no le importa nada. Mucho maquillaje, quiere guerra. Policía, complejo de poder. Político, corrupto. Todo está dicho y si no, se piensa. Pero afortunada y desafortunadamente, con nada pasábamos el exámen de lo que el otro podría pensar y ni siquiera nosotras sabíamos el por qué de intentar esconder.

Silencio.

-"Que pensás?" te consulté

-"No sé Pili, es tan difícil!. Sabés de qué me doy cuenta, que la mayor parte de la vida nos la pasamos trabajando para conocernos, saber quienes somos y como queremos ser, construirnos, y autodefinirnos con lo que sentimos que nos representa, interna y extremadamente. Buscar como queremos lucir tal vez sea inconsciente pero también es una búsqueda de una parte de nuestra identidad. Y ahora, en dos minutos, pretendo hallarme frente al espejo con un gorro, o un pañuelo? Es imposible!, aunque me quedaran perfectos. Es imposible, aunque no cargaran con las asociaciones preconcebidas. No soy yo y punto. Yo no elegí verme asi, ni de gorra, de gitana y menos sin pelo. Cualquiera de las opciones me va a ser igual de ajena, sin importar de cual se trate. Eso pensaba, que en realidad no se trata sólo de cómo me vean los demás, creo que lo más grande acá es como me veo yo y como hago para encontrarme a mi misma ahora".

-"Si, tenés razón. Es verdad, pero hoy, ésta es Belén. No ayer, no el año pasado ni el que viene porque te habrá crecido el pelo. Entonces por qué no lo empezamos por ahí, pensando en hoy. Después de todo, si pensamos en todas las opciones que tenemos ésta es la más vos. Que te parece? Por qué no lo vemos así?

-"Porque parezco enferma, nena! me gruñiste mirándome de reojo con toda la rabia que no era para mi.

-"No. Mirate de verdad. No lo pareces. Tampoco pareces gitana y menos varón. Pero no hay dudas que todo se va a asociar con algo y la pelada con la enfermedad. Seguramente si hablaras inglés y estuvieras de bikini color piel serías Halle Berry, una chica Bond, o según el look bien podrías haber salido de Matrix, mirate"

Te pusiste de pie y te perfilaste diferente en el espejo.- "Sabés que tenés razón?" me dijiste con una sonrisa.

-"Pero...esto es diferente" y te volviste a sentar.

-"Bueno, tal vez con el pañuelo o la gorra pases inadvertida" retrocedí yo.

-"Me estás haciendo una broma, no? Me lo decís a propósito? Sabés que igual me van a mirar!!." ya gritándome.

-"Si. Te lo digo a propósito. Sí, te van a mirar pero con o sin accesorios, van a mirarte. Lo que tenemos que pensar es por qué nos importa tanto el ojo ajeno o lo que el otro piense" las dos mirando al espejo.

-"No sé! No sé por qué es, pero es así! Bueno, dejemos el tema acá. Yo voy así. No me importa nada. " y saliste del baño refunfuñando pero el hecho de que nada te importara y que hubieras decidido salir así me dijo claramente que habías llegado a una conclusión y que probablemente aún no sabías cómo ponerla en palabras.

-"Perfecto. Vamos." y en dos minutos ya estábamos con la pelada en el auto como Thelma y Louise pero en la escena que en la que están enojadas y furiosas con la otra. Yo manejaba y te miraba de reojo. Estabas radiante, te delineabas los ojos y te parabas el cuello de la camisa mientras de a pasos ibas amigándote con vos misma. No con la nueva Belén, con la Belén de siempre pero con una parte atípica a vos y a los demás.

Ibamos al hospital para hacer análisis y controles. Llegamos al segundo piso y si bien no eras la única pelada sí eras la única con la cabeza a la vista. Al entrar, las primeras en dejar todo para verte y abrazarte fueron las secretarias de cada mañana, las mismas que no hacía tanto nos habían visto llegar perdidas con carpetas y estudios en las manos como si fueran el mapa de Saturno. Ahora sabías en qué planeta estabas y venías nadando como pez en el agua.

Desde las sillas de la zona de espera una de las chicas te vio, codeó a la de al lado y en nada de tiempo todas vinieron hacia vos con sonrisas cómplices, sonrisas de aplausos y de festejo por animarte a hacer brillar tu cabeza por cada rincón. Algunas te preguntaron cómo te habías afeitado, otras no paraban de dar aplausitos cortos como pajaritos aleteando en incontrolable frenesí. Te rodearon, se rodearon, se abrazaron con lágrimas de esfuerzo, empatía y euforia mientras te acariciaban la cabeza. Era una ronda de amor, que encerraba, resguardaba, defendía y celebraba lo único que realmente somos.

-"Belén" llamó la mano derecha de tu doctor. Y abriendo la puerta le dijo:

-"Mire doctor, que sorpresa." Hubo una pausa, de esas que se hacen cuando uno necesita tragar saliva por la emoción. Te miró de arriba a abajo como quien necesita hacer tiempo para pensar y con una sonrisa apretada y disimulando sensibilidad pero con una mirada colmada de honra te dijo como al pasar:

-"Pero que bien!" Sí, eso fue todo pero ya al conocerlo nos bastó a nosotras, a sus asistentes y colegas para leer como si fueran subtítulos su mensaje de conmovido afecto, orgullo y felicitación. -"Y cómo fue esto? Qué pasó con la famosa peluca?" y el aire se disipó.

Habías dado un paso grande pero ahora ibas por más y animándote a cruzar hacia el territorio de los con pelo, me invitaste a tomar un café.

"Ahora cuando llegue así se desmayan!" ibas adivinando y casi queriendo jugar con el factor sorpresa en los demás.

Nos atendió un camarero super simpático.

-"Hey ! Que onda! Por qué te rapaste? Te queda brutal!" te preguntó

Yo me quedé pasmada por lo fresco del comentario pero nunca imaginé tu respuesta.

-"Ah, porque estoy enferma, pero todo bien" le respondiste con un sonrisa y voz de campanita.

Ahora sí, totalmente estupefacta y con una sonrisa rígida de asombro e incertidumbre por el diálogo, volví a mirar al camarero deseando que el ping pong de hablar sin tapujos se detuviera.

-"Wow, que garra, te felicito!"

-"Gracias!"

Me miraste y sonreíste como si ahora todo tuviera sentido. Y de hecho lo tenía. Te brillaban los ojos por fascinación, alegría y sobre todo por orgullo; propio y ajeno. Recién entonces entendí que esa había sido tu conclusión, la que no habías podido poner en palabras al salir de casa. Habías decidido que si alguien quería mirar o no , podía hacerlo... Mientras tanto vos, no dejarías de ser.

Con "C" De Casa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora