"Zoológico"

167 16 12
                                    

Ocho mil grados a la sombra en Buenos Aires. Los autos emanaban humo gris y la gente también. Pocas sonrisas, muchos ojos y cero miradas, típico de ciudad selva.

-"Dicen que Dios está en todas partes pero que tiene su oficina en Buenos Aires" me dijiste. "Pero ya se tiene que haber derretido acá"
-"Más le vale que no, no? " respondí conduciendo.
-"Más le vale" cerraste.

A las seis de la tarde era el turno con el medico consultor. Llegamos, esperamos y a las ocho pasamos cargando gigantes sobres pesados llenos de imágenes y análisis. Nos dedicó el mundo hecho tiempo. Sereno, claro, dispuesto a explicar lo inexplicable dió todas sus energías y resto del día para orientarnos,  marcar el punto de partida y abrir el abanico de alternativas de tratamientos posibles, dos. No había más opciones, si no era uno, sería el otro. Quimioterapia y operación o a la inversa. Rayos a discreción. Nos señaló los profesionales destacados y experimentados en tu tema y con la más solemne actitud nos explicó que no haría sugerencias al respecto porque esa decisión debía ser exclusiva del paciente.

-"Pero si tuviera que elegir Usted. A quién iría? Para nosotras es imposible optar, no porque no queramos o podamos sino porque carecemos del conocimiento científico para sopesar y evaluar objetivamente, me entiende?." yo explicando por qué necesitábamos ayuda.

-Con una sonrisa apacible respondió: "No se preocupen son pocos, y todos eximios. Y uno está en su ciudad. Vean a todos." y no inclinó la balanza.

Salimos del consultorio y me dijiste que espere. Te agarraste de mi brazo con la mano y bajaste por completo la cabeza. No podías caminar, y yo sabía por qué. No queríamos delatarnos pero debíamos. Habíamos ido hasta Buenos Aires las dos pero escondida, sin confesarlo, ambas traíamos a una tercera pasajera, la ilusión. La habíamos empacado con el más esmerado secreto y esperaba lista en cuclillas para poder salir de un brinco a festejar lo que tenía que ser un error. Se iba. Desaparecía, como esos actores en audición que aguantan el stress hasta el último momento, saben lo que esta en juego, lo dan todo con una sonrisa contracturada y finalmente sin entender su suerte deben marcharse cabizbajos hacia detrás del telón.

Ambas, sin compartirlo con la otra, habíamos estado soñando con escuchar lo que creíamos un error, que estabas sana, que se trataba de un diagnostico equivocado.

Nos habíamos alojado muy cerca del médico así que regresábamos caminando despacito. La noche intentaba acunarnos con una brisa tibia y los tilos nos soplaban su aroma a bocanadas para calmar los pensamientos. A paso muy lento, tomadas de los brazos, sin pronunciar palabra sólo escuchábamos el resonar de nuestros tacos chinos. Era un silencio peculiar para una gran ciudad o tal vez éramos nosotras que no oíamos nada.

-"Escuchá" me dijiste mirándome a los ojos con una mezcla de fascinación y tristeza. Yo reviví de sólo verte con energía nuevamente.

Un elefante hizo un fuerte llamado. Profundo y desafinado, como de lejos pero estando cerca, parecido al dolor.

-"Un elefante!" yo en lagrimas con sonrisa.

-"Este es el zoológico!" y nos detuviste para escucharlo nuevamente. Nos paramos allí por minutos en silencio mirando hacia el muro amarillento, como si pudiéramos ver a través de él. Esperamos quietas por el llamado otra vez. Estábamos juntas de regreso a nuestra infancia y sin querer regresar a ningún lado, paradas ahí.

-"Sabés que es lo bueno? yo queriendo volver en mí

-"Ahora no, Pili" suave, me pediste tiempo.

Seguimos por las baldosas acanaladas antiguas, dejando gotitas de agua como camino. Nos acercábamos al hotel. Yo había elegido un lugar que te brindara máximo confort, serenidad y calidez pero al doblar la esquina vi horrorizada que se había convertido en un circo. Docenas de camiones y motos rugían a la vez, luces del blanco al anaranjado nos encandilaban y cientos de hombres disfrazados con mamelucos circulaban como playmobiles vivientes por la calle.

-"Esto que demonios es!" dije harta de que ningún plan de paz tomara forma.

-"El Dakar, Pili. Te aviso que yo me quedo a vivir aca" y te reíste con cara pícara.

Cada piso del establecimiento había sido tomado como hospedaje de las delegaciones nórdico europeas que en breve también iniciarían su aventura. Así, entre caras blancas y rosas, idiomas que sonaban a cerraduras metálicas y fisonomías geométricas me dijiste:

-"Vamos a tomar un café? y pensamos?"

-"Mirá, por lo pronto mañana me tengo que hacer este estudio de medicina nuclear porque sólo en Buenos Aires lo hacen, después visitamos a los dos médicos de aca y por último el que está en Mar del Plata al llegar. Recién después de escuchar a todos, nos sentamos en otro café, pensamos y elegimos" y tomaste un sorbo de café en el medio del bullicio.

-"Ok, clarísimo. Pero todo siempre y cuando no nos vayamos al Dakar"

-"Obvio!" te reíste.

Entramos a la habitación.Te metiste en la cama.

-"Qué haces Pili?

-"Preparo tu ropa para mañana. Estas nerviosa? Sabés que me podés decir las cosas tal cual las estás pensando." Indirectamente te pregunté.

Silencio.

Dí un último vistazo a los papeles, programé las alarmas, y me propuse quedarme ya quieta para no hacer mas ruido. Te miré de lejos. Parecías dormir de costado. Me quedé inmóvil, llorando en silencio,  hablándote con mi pensamiento: " Si vos supieras lo que sos para mi"

-"Mejor vení acá, conmigo"

-"Obvio, con estos trescientos grados está un poco fresco." y te escuché reir.

Te abracé tan fuerte toda la noche, que esperaba que me pidieras soltarte en algún momento pero me abrazaste tan fuerte toda la noche que seguramente esperabas lo mismo.

Con "C" De Casa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora