"Pelo, Peluca, Peluda, Pelada"

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-"Belén, voy a ser directo. Cortate el pelo antes que se caiga." fue la sugerencia de rigor de tu medico. Él sabía por qué insistía con eso, pero a nosotras nos costaba entender.

-"Bueno pero si espero un poco tal vez no se me caiga tanto" respondiste con toda la determinación de aferrarte y esperar hasta último minuto con uñas y dientes a que aquello ocurriese.

-"La caída puede ser rápida pero no es pareja. Pueden ir cayendo mechones dispares, en diferentes momentos y en poco tiempo. Ese proceso Belén es muy estresante, trata de evitarlo." aclaró su enfermera haciendo hábil y consciente uso de lo impreciso del término "estresante" .

-"Saquemos cuentas" me dijiste. "La caída puede ocurrir a partir del día catorce desde el día de la quimio, así que vamos viendo"

-"Vamos viendo qué ?! Belén, es eso exactamente lo que nos están diciendo que no hagamos, ver. En otras palabras, sacate las chapas, no esperes a que las vuele el viento porque parece que no es nada lindo, hagámosle caso, por favor" casi te supliqué cobardemente, sin saber siquiera a qué le temía.

-" Es mi pelo y mi cabeza. Y si no se me cae, Pili? y si me rapo la cabeza de gusto?" me preguntaste.

Después de todo, quién era yo para robarte la ilusión de que tu pelo no se caería. No te dije nada y me apreté el cinturón sabiendo que esos días venideros iban a ser de vértigo. Sacamos cuentas juntas y para el mismo día catorce programamos la cita con el peluquero. Tu peluca estaría lista para esa fecha en caso de ser necesario.

Día catorce. El pelo se caía a mechones tal cual pronosticado.

-"Bueno, pero capaz que se detiene acá la caída" me dijiste mirándote en el espejo del baño, con la pileta debajo llena de pelo y aún aferrándote a la imagen que no sabías como dejar ir.

-"No te peines más Bel y vamos yendo" te pedí.

-"Es verdad, si no lo peino no se cae tanto. A donde vamos yendo?" no dabas indicios de entendimiento que tu pelo se estaba perdiendo.

-"Ya salimos para Buenos Aires, a la peluquería. Mirá Bele, hacé la cuenta. Si se sigue cayendo a esta velocidad para cuando estemos allá habremos llegado justo a tiempo para la peluca. Y si no, habrá sido un paseo" te dije tratando de convencerte y armando el bolso al mismo tiempo. Las manos temblorosas, la espalda transpirada, apurándote a correrte del espejo para que no vieras, para que no te asustaras, para que no entristecieras."

Llegamos a Buenos Aires y al bajar del auto sobre el respaldar del asiento quedó media cabellera que disimuladamente despegamos con mamá del tapizado sin decir palabra. Sin embargo, tu cara había cambiado. No habías visto lo ocurrido pero tampoco lo necesitabas, sabías lo que había pasado.

-"Yo pensé que..." y con los ojos temblorosos, llorando, te tapaste la cara, con el corazón roto y tu inocente expectativa entre las manos.

-"Ya estamos aca, justo a tiempo" te dije con un abrazo como si eso bastase.

Te recibieron maravillosamente. Vimos la peluca, exacta a tu cabello. Te sentaste en el sillón del coiffeur y se encendió la maquina para rapar tu cabeza.

-"Lista?" te preguntó el peluquero.

Nos miraste a mamá y a mí y con una nerviosa sonrisa dijiste: "Sí"

Subimos la música a más no poder, como si la sordera pudiera generar ceguera para aliviar. Yo hablaba como un loro extraviado y mamá tomaba café como una alcohólica en abstinencia. Todos reíamos en histeria absoluta y aunque queríamos disimular no podíamos quitar los ojos de los espejos.

Te afeitaron la cabeza por completo y cuando finalmente la maquina se apagó y quitamos la música como si el show hubiese acabado, nos quedamos los cuatro perplejos ante el espejo. Ni una palabra en el aire.

Con "C" De Casa.Where stories live. Discover now