"Planeta C y Cocó" Parte I

197 14 22
                                    

Para ir a la luna son cientos los que organizan, calculan, y programan. Instrumentales y herramientas de última generación se configuran para no fallar. Ni un bicho suelto para no contaminar nada. Los que van, se entrenan años por dentro y por fuera para lograrlo. Nada queda librado al azar. El mundo mira.

Por aquí, en nuestro planeta C era similar. Teníamos muy poco tiempo de entrenamiento pero veníamos bien. Nuestros métodos y artilugios, igual de precisos. Todo registrado y por duplicado en nuestros cuadernos. El equipo especializado, listo. Nos quedaba afinar la nave, nuestra Casa, y a nosotras mismas, las hospitalnautas.

En cuestión de días empezaríamos la primera fase de la odisea, una operación de promedio ocho horas de exploración. La expedición le daría al equipo de expertos las coordenadas exactas. El resultado de la intervención, después del veredicto de patología, podría estimar lo comprometido de tu caso. A partir de allí, transposición ovárica de por medio, estarías lista para la segunda etapa, quimioterapia y rayos.

El planeta C, entre otras bondades, tenía su propia atmósfera. Nuestro mundo tenía una burbuja de calidez que lo circundaba, hecha de optimismo, palabras, claridad y amor. De más está decir, que como buen par de hermanas tampoco escapábamos a la regla del nada es perfecto. En C, había días de caos, combate y controversia que se contrarrestaban a fuerza de café, comunicación, y complicidad. Hasta ahora, en este proyecto de supervivencia y como por arte de un cometa, no habíamos tenido ni un chispazo.

Con entusiasmo pero con rodillas temblorosas nos pusimos manos a la obra. Empezamos por los estudios pre quirúrgicos. Algunos simples, no más que un pinchazo o una radiografía. Otros, con aparatos dignos de la Nasa. Blancos, grandes, fríos y ruidosos intimidaban con solo verlos. Los primeros se hacen sin pensar y con valentía pero para los segundos, ya hay que tener alguna estrategia por si uno tiene suerte y llegado el momento funciona para hacer la cosa más llevadera.

Gamagrafía ósea. Allá fuimos. Sala de espera nuevamente.
-"Vas a pasar conmigo?" Me preguntaste apretando mi mano con unos ojos tan brillosos que sólo una respuesta era posible.
- "Si." Te dije mientras pensaba como lo lograría.
-"Si tuvieras que elegir entre hacerte el estudio o tener esa porra monumental de rulos hasta el cielo, que elegirías?" te pregunté cabeceando disimuladamente hacia la recepcionista del área, que por cierto también parecía venir de su propio planeta con semejante maraña.
Y entre lágrimas de risa y carcajadas aguantadas me dijiste:
-"Que buena pregunta. Dejame pensar" y reías sin parar.

Nos llamaron. Nos acercamos hasta la puerta de la gigantesca sala. Un joven técnico nos aguardaba con puerta abierta en mano.
- "Con los ojazos que tiene tu técnico ya te confirmo que entramos juntas, ahora no me vengas con que preferís ir sola" y estiramos la risa unos pasos más.
Al intentar cruzar el umbral me detuvo una explicación.
-"Buen día. Solo la paciente, Belén, puede ingresar, discúlpame. Es por tu seguridad también. "
-"Buen día. Gracias. Lo sé. Yo paso con ella". Anuncié sonriente pero con mirada propia del planeta de los simios.
Pasamos. Te veía temblar de nervios a la distancia. Así que desde allí, te entretenía con mi monologo de sin sentidos.
-"No la hagas reír, por favor. Tiene que estar quieta" me recomendaron con seriedad.
Silencio total.

-"Ahora sí Bele! Nos vamos de festejo y que explote todo" te dije con ánimo festivo una vez terminado el estudio.
-"Festejar qué Pili? Me dijiste enojada y extenuada de stress, pensando por un minuto que yo no entendía nada.
-"Que ya pasó! Tengo un cafecito perfecto para ir a festejar. Aparte, no me respondiste. "
-"Que cosa? "
-"Si elegirías los rulos" y salimos por los pasillos enganchadas de los brazos, llorando por el susto pasado.

-"Anotá en el cuaderno" me ordenaste, cigarrillo en mano, café en otra.
-"Decime"
-"No asustarnos más antes de que algo pase" me dictaste, y como si nada estuviera pasando.
-" Y esto? " te pedí esclarecimiento.
-"Al final Pili, era una pavada el estudio. Que esto nos sirva para lo que viene"
"Sí, obviamente!" afirmé mintiendo.

Mentira. Ninguna pavada. Apenas y a las malas estábamos descubriendo que los pobres aparatos nunca duelen pero encontrarse perdido dentro de ellos con sus ruidos metálicos secuenciados sin entender, en inmovilidad absoluta, sacudiendo los ojos en busca de respuestas a lo que no lo tiene, sí. No era una pavada, el miedo era lo único que dolía.

Ninguna pavada, así crecemos, buscando certezas, rotundas y cuanto más fijas e inamovibles mejor. Lo aprendemos, lo enseñamos, lo ejercitamos y si los resultados son coherentes también lo premiamos. Encontrar lógica a todo en esta vida parece ser un gran eje. De hecho, nosotras insistimos bastante, lo intentamos. Repasamos una y otra vez cual podría haber sido el motivo, cual era el por qué de todo esto, pero este enigma llevaba dentro suyo su propio acertijo. Estábamos a un paso de descubrirlo y fue un hallazgo.

Si se acaba el amor, por algo es. Si fracasa un negocio, seguramente algún paso fue ignorado. Si parece rebelde, falla de crianza. Si los números no dan, es mala administración. Si se festeja en exceso es un acto de opulencia barata. Si no se festeja, de apatía. Si se estudia, el futuro está asegurado. Si es adoptado, será complicado. Si hay dinero, es más fácil. Si emigra, se escapa. Si el río suena, algo trae. Es maravilloso, todo se sabe y casi sin márgenes a respuestas alternativas. Entonces, cuando estamos apalancados en que  la vida es como una regla de tres simple pero las premisas no nos llevan a conclusiones claras o lógicas, pues entonces las callamos, entramos en crisis, y las convertimos en tabú.

Quién hubiera dicho que justamente así aprenderíamos que creer tener coherencia y respuestas para todo es lo mas necio a la hora de vivir.

Teníamos que reprogramarnos, resetearlo todo, en forma urgente, completa e integral. No había más lugar para seguir viviendo equivocadas.

Ahora que lo sabíamos nos sentíamos más livianas, incluso antes de que nuestra nave despegara rumbo a lo desconocido. Emprendíamos viaje con una muy buena base: todo era posible, siempre, para cualquiera y de cualquier modo.

-"Te aclaro un cosita. Después de la operación y antes de la quimio, nos vamos de viaje"

-" Perfecto, muy buen momento"

Con "C" De Casa.Where stories live. Discover now