"Milanesas de Arena y un largo pasillo a Casa"

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Nos fuimos al Caribe y fue mejor que  lo imaginado. No hubo mariachis porque estábamos en un país vecino pero todo fue risas, agua, sol y hoy. No podíamos con pesados pasados y menos con mañanas. Ningunos mieleros, ni amigas en despedida de soltera se arrollaban en la arena haciéndose milanesas como nosotras, nadie se ponía flores en la cabeza o se colgaba ridículamente tantos caracoles en el traje de baño que sonaban cascabeles, tampoco habían cansados castillos de arena sobre las piernas mientras esperaban charlando el atardecer sentados en la orilla del mar.

- "Por qué será, no?" me preguntaste bajo la luna todavía estando en la orilla, ya con los dedos arrugados de tanta agua.

-"Qué cosa?"

-"Que tantas veces no nos permitimos o ni se nos ocurre siquiera hacer estas cosas, como los rollos de milanesas que hicimos hace un rato, o sacarnos la bikini en el mar como anoche."

-"No sé Bele, supongo que uno crece y en vez de encontrarse se pierde en el que dir[an, el miedo al ridículo, yo que sé, como que nos vamos enganchando en otro tren."

-"Te parece?"

-"Y...hubieramos hecho lo mismo hace 1 año atrás?." nos quedamos pensando mientras mirábamos nuestros pies en el agua.

Creíamos saber a lo que regresábamos. Volvíamos con ganas y miedos. Ganas de invencible, ganas de coronados de gloria, de pelear y ganas de ganar. Miedos, simplemente de dolor, en cualquiera de sus presentaciones. Quimioterapia sonaba indescriptiblemente final, feo, frio y escalofriante pero en nuestra fuerza había algo que nos decía que no podía ser tan aterrador como la imagen rompecabezas prestada con la que cargábamos aunque no simulábamos que no.

Antes de empezar tu primera quimio regresamos a tu medico para últimar detalles. Ya la sala de espera era un lugar diferente para nosotras. Era como entrar al colegio, todas caras conocidas y cuando ingresaba alguien nuevo esperábamos el hueco para convidar una sonrisa. Nuestros ojos podían ver los avances en cada una de las conocidas. Las que habíamos visto con pelo y ahora sin. Las que ya venían transitando sesiones de tratamiento y andaban como pancho por su casa. Las que recién llegaban con ojos rojos y mirada perdida. Y mirando así, nos encontramos a nosotras mismas cuando aparecimos en esa sala por primera vez y nos conmovía. Nos daban ganas de acercarnos y charlar con las nuevas porque sabíamos que uno anhela respuestas, de las simples a las preguntas tontas que a veces no tenemos a quien hacer pero que necesitamos con urgencia.

No nos sentíamos tan novatas pero lo éramos. Aún nos faltaba descubrir como seríamos nosotras mismas en las próximas etapas, de no pelo, de sumatoria de sesiones y de rayos. Mirábamos, tratábamos de aprender, copiábamos y nos movíamos un casillero a la vez.

Así conocimos a Lili, mucho más alta que cualquier hombre promedio, esbelta, símpatica, dinámica, graciosa y regalando energía a cualquiera que la mirara. Lili, contagiaba fuerzas y entusiasmo. Estaba con su amiga, un soldado que la acompañaba a cada batalla. Se reían de todo, como si ese pañuelo en la cabeza que le llegaba a la cintura fuera su capa mágica. Se giraba con desenfado, con rebeldía, no era insolencia sino tal vez enojo disfrazado. Enojo del que dice: "Conmigo, no". Cada día un atuendo nuevo digno de un baile de gala. El dúo nos hacía acordar a nosotras mismas o al menos eso esperábamos.

-"La viste?" me preguntaste por lo bajo y mirando de reojo. -"Esta tipa es un tornado de fuerza".

-"Si. Es increíble." Te respondí hipnotizada por tanto resplandor -"Decime, hay mejor inspiración que ella?"

-"Sabés que es lo loco? Que acá no hay manera de no sentirse un pichón, Pili. Ella seguramente está tan asustada y apichonada como las demás, como nosotras, y mirá, a pesar de eso se para como un águila"

-"Sí, tal cual... un águila" Y nos quedamos mirándola un rato más.

-"En cuánto podamos nos acercamos, las invitamos a un café y nos hacemos amigas, te parece?"

-"Dale, me gusta la idea!"

Allá fuimos a tu primer quimio. Pitucas pero cómodas, bolso pequeño pero con de todo por las dudas. Ya ni sé que habíamos imaginado pero bajamos dos subsuelos para ingresar a un enorme salón iluminado con luz natural, plantas y un grupo de sonrisas hechas enfermeras que bien hubieran podido ser un equipo de nado sincronizado. No hablaban ni entre ellas, era todo concentración y atención pero tampoco había corridas ni urgencias, sólo eficiencia. Habían sillones y camas. Si la "infusión", como la llaman, es breve pues tocará sillón y si la estadía es más prolongada, entonces cama ya que a lo mejor uno aprovecha, se relaja y duerme un rato. La tan temida quimio se trataba de un pinchacito por el que pasan medicación por goteo. Eso sí, tenías que tomar mucha agua en el proceso para facilitar eliminar toda la toxicidad inecesaria para tu cuerpo y controlar en mililitros el líquido eliminabas por orina. Nada más, todo parecía más que posible y llevadero.

-" Cómo estás? Mareada o descompuesta?"

-"Pili, estoy podrida que me lo sigas preguntando. Estoy bien, aburrida nada más."

-"Bueno, la próxima nos traemos un juego de mesa porque se hace largo, no?

-"Si, dale. Ahora déjame dormir un rato" y con un poquito de somnolencia por tu cocktail te dormiste unas horas.

Mientras dormías miré alrededor. Había algo raro que no terminaba de dilucidar, como cuando uno busca las llaves con la mirada antes de salir, recorriendo cada rincón del living sin poder encontrarlas. Uno busca, busca hasta que el pequeñísimo elemento aparece. Igual de escurridizo era este detalle.
Todo parecía perfecta en armonía en la sala pero había una pequeñez que definitivamente no lo hacia óptimo. Era eso, éramos nosotras. La gran mayoría de los allí presentes eran mujeres. 

-"Eso es" me dije. Sin embargo, mi vista igual seguía buscando, percibiendo que algo seguía fuera de equilibrio"

No solo el noventa y cinco porciento de los pacientes eran mujeres sino que sus acompañantes también. En resumen, por esas cosas de la casualidad, digamos, aquel era un mundillo femenino. Éramos hermanas, madres , hijas, amigas, vecinas, compañeras de trabajo pero no varones. Durante esas horas, algunos hombres entraron, ubicaron a quien acompañaban, sillon o cama, y con beso en la frente, revistas de moda en el regazo acordaban el horario para la retirada. Sin dudas era un fenómeno curioso, sin juicios ni valoraciones, pero tan llamativo que desafiaría a cualquier académico consagrado a un estudio de género, chips internos, fuerzas inexplicables o capacidades especiales, como mínimo.

Volví a mirarte y me sonreíste. Andrea, tu enfermera te había estado cuidando a cada minuto.

-"Listo,  Belencito, excelente todo"

Te paraste, saludamos a todos y saliste ágilmente del salón pero al cruzar el umbral me sugeriste:

-"Tomamos el ascensor?"

Llegamos a la planta baja, debíamos cruzar un pasillo de al menos doscientos metros por los que iban y venían enfermeras, médicos y pacientes de diferentes áreas. Todos se veían apurados, con prisa, leyendo prescripciones o recetas, hablando entre sí o riendo por algo. Era un día más para todos y aunque me costaba creerlo el mundo seguía girando. Nada se había detenido. Nada ni nadie estaba anunciando este big bang.

Faltaba poco para llegar al auto, sólo se trataba de transitar ese pasillo y regresar a casa. Despacito, casi como jugando a pan y queso, salimos del brazo como hacía años no me dejabas agarrarte. En silencio metro a metro. No podíamos hablar. Seguramente, vos por el sueño y yo por querer despertar.

Con "C" De Casa.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang