"Otras Vidas"

190 18 14
                                    

   Devotas de poco. Católicas por formación pero ni para la misa de las 11,30 nos hubiéramos podido levantar un domingo. Nos confesábamos entre nosotras y como buenas justicieras nos propinábamos el castigo mas honrado.

-"Yo que vos, voy de frente y me aguanto lo que me tenga que decir." era un buen sustituto de cinco padres nuestros y creíamos que nos enseñaba mejor.

Santos y Vírgenes en la billetera por las dudas y cintitas rojas contra la envidia como refuerzo. Cuidadosas con las supersticiones porque nunca se sabe y horóscopos cuando convenían. El tarot y el juego de la copa, sólo para divertirnos.

Así nos volvimos escépticas prácticamente a casi todo. Sólo en algo confiábamos a ciegas. Le dicen energía y a veces se siente como electricidad, otras como relámpago pero afortunadamente también como fuego y luz. No se puede explicar y aparece de la nada dejando la piel de gallina cuando alguien sin motivos nos inspira distancia. Se presenta sin aviso con un calambre de panza cuando nos desborda la expectativa, nos frunce la cara cuando no aguantamos el dolor y nos empapa los ojos por alegría o emoción. Esa era la única explicación que habíamos podido encontrar para la gente que brota en nuestro camino como provenientes de vidas anteriores y se quedan para siempre.

Fuiste una amiga de fierro y de eso mismo te rodeabas. Se podían contar hasta cuatro tanto en tu ciudad natal como en Rojas y son únicas. Únicas en sus gracias, dones y en su forma de amarte. Una vez me dijeron que todos los seres con los que interactuamos en nuestra existencia son los mismos que estuvieron en vidas pasadas y regresan una y otra vez hasta el fin de los tiempos. Siempre son los mismos pero con rostros y misiones diferentes cada vez. No los reconocemos pero algo siempre nos murmura al oído, con solo mirarlos, que son excesivamente familiares y que el tiempo compartido no basta para justificar el misterio de semejante sincronismo.

En nuestra ciudad habías crecido y construido con el tiempo amistades conmovedoramente leales pero cuando te fuiste a Rojas nadie sospechó lo que pasaría.

Eras tan reservada que los desconocidos nunca lograban discernir si lo tuyo era seriedad, arrogancia o timidez.

-"Me dijeron que soy antipática" me comentaste buscando confirmar la sentencia.

-"Belén, yo le sonrío a todo el mundo y dicen que soy una tarada complaciente. No importa lo que hagas, siempre habrá críticas. Mas vale sé vos misma, porque dá igual e impermeabilizate de lo que los demás digan" yo furiosa contra el atrevido que había osado escudriñar tu mirada de hielo.

-"Pero soy seria?" insistías.

-"Sí. " honesta, la hermana. " Y yo, soy una tarada?" conociendo el repique.

" Bastante" y el mundo se arreglaba con una carcajada.

Toda la familia sabía que nada te había dado tanta felicidad como tu amor por Walter y vuestro proyecto de vida. Sin embargo a todos nos preocupaba tu transición a Rojas. Queríamos que fuera de terciopelo, suave, mullido, acolchado, rosa y perfumado. Nuestro mayor anhelo, junto con el de Walter, era que lograras hacer de tu nuevo hogar un oasis de vida y donde tus amigos fueran un rincón de risas, llantos, confidencias, complicidades y diversión. Era cierto, eras seria y selectiva para compartir. No desconfiada pero sí prudente. Medida y de tiempos precavidos a la hora de relacionarte. Abrirte, dejarte descubrir y ofrendar tu sensibilidad no era oficio que pondrías en práctica de la noche a la mañana. Ese era nuestro temor, que estuvieras desprovista de una red de contención y compañía. Red, que según nuestros cálculos te llevaría meses, como poco, lograr.

Fue para una Navidad en Rojas. Era de tarde, puertas y ventanas abiertas por el calor. Los perros entrando y saliendo del parque, música de fondo. Nosotras paradas lado a lado en la cocina cortando ensaladas para la noche. Hablábamos al mismo tiempo, superponiéndonos en el relato, preguntando y respondiendo lo propio, lo de la otra y todo sin perder el hilo de la conversación. Sonó el teléfono.

-" Ay! Ahora vas a conocer a las chicas! Vienen para aca!" con una sonrisa radiante y desconocida para mí, anunciaste la llegada de tus nuevas amigas.

Hay ocasiones en las que queremos poner nuestra mas aguda atención en algo. Entonces, todos nuestros sentidos se alistan y en absoluto monopolio, quedan a merced de nuestro único interés. Nos volvemos observadores sigilosos y sin gesticular notamos como las imágenes se arremolinan en nuestra cabeza. Permanecemos así, quietos, inmóviles y desbordantes de información hasta que finalmente logramos interpretar. Eso me paso a mí.

Llegaron las chicas, sonrientes, cálidas, divertidas y con una espontaneidad despreocupada y genuina. En pocos minutos todas en ronda, entre almohadones y con piernas cruzadas sentadas como indios compartíamos sonrisas y café pero yo, insólitamente, no podía hablar. Sonreía mientras elevaba las cejas para luego volver a sonreír. Los ojos se me extraviaban en ningún pensamiento y sólo veían.

Percibía la reunión como irreal e inverosímil. Las seguía con la mirada, a vos , a ellas. Una danza sin música pero a compás. Se ponían de pie, preparaban mas agua para café, abrían armarios y buscaban en la radio una mejor canción . Las observaba hacerse bromas con amor y reír hasta llorar. Las miraba contemplarte, escucharte pero cuando se abrazaban un centelleo traslúcido casi podía verse. Haces de microchispas parecían desvanecerse después de cada contacto. Pero lo más tangible era ese halo de adoración y devoción infinitas que se apersonaban en el living quedando suspendidos en el aire como el rastro de un sahumerio de color.

Ráfagas de sensaciones desconocidas. Yo absorta por la sinergia que las unía y por el lazo casi sobrehumano pensaba en cómo era posible que algo así ocurriera. Pronto y fácilmente, contra todos los pronósticos especulados, allí estaba representada, más en alma que en cuerpo, la fortuna de haber hallado otras hermanas con las que compartirías y crecería tu adultez.

Nunca se quebró esa energía, esa electricidad, fuego y luz entre ustedes. Habían llegado para quedarse y así lo hicieron. Cómo ángeles, duendes y hadas en no tiempo habían acudido a tu encuentro y vos habías ido para reencontrarlas, también en esta vida y una vez más, hasta el fin de los tiempos.

Con "C" De Casa.Where stories live. Discover now