El Negrito

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-"Nació violeta !" esa era la frase apertura que su madre usó el resto de su vida cada vez que recordaba y compartía entre mentirosas sonrisas de humildad el momento en el que su negrita vino al mundo. Y luego seguía: -"Pero después de unas horas!!!... Ahhhh" y no se necesitaba oír mucho más que eso para quedar alerto, sigiloso, expectante a la segunda parte de esa frase inicial. Nadie nunca hubiera podido relatarlo mejor, tanta belleza en el relato como en la criatura misma. No era una niña dorada, de mejillas rosadas. No. Era fuerte, corta, rellena de tal forma que de recién llegada ya parecía con meses transitados. Cara redonda, frente cóncava como un africano en combinación con una naríz diminuta, redonda y toda marrón. Ni cobriza, ni bronceada, sólo marrón parejo, perfumado y brillante. No había mucho más hasta ahí ya que ni los ojos había abierto. Del pelo no se sabría hasta dentro de otros nueve meses, justo cuando la sonrisa quedaría definida y asentada para siempre, acompañando sus rulos pegados al cráneo como galletas de chocolate.

Los meses pasaron y no desapercibidos ya que descubrirla, conocerla, y explorarla de cerca o a la distancia se había convertido en el pasatiempo predilecto de los vecinos. Todos siempre encontraban la excusa para tocar el timbre y pasar "sólo" para ver a "la negrita". Nunca fallaba el enmudecimiento ante la combinación exótica. Al verla, se escuchaba simplemente una carcajada, casi como si la chica fuera una broma o hubiese hecho alguna gracia única. Mucho menos era burla y sin embargo todos acababan riendo, mirándose entre sí, mirándola y volviendo a reir. Y ella irradiando. Sólo. Sola. Magia simpática. Un misterio que sólo un hechizo con dos hoyuelos puede tener.

En cuanto su madre la empezó a pasear con el carrito por el barrio la gente cruzaba de vereda o volvían sus cabezas una y dos veces para reojear nuevamente a la beba, incluso se codeaban para que nadie se perdiera el espectáculo mientras decían:- "Mirá! Mirá ese negrito! Que hermoso! -"No. Es una nena" decía mi mamá con una tajante y blanquísima sonrisa mientras frenaba para dejar ver mejor su obra maestra. Y yo, junto al chango contemplando a mi muñeca de rulos mota pegados a su bochita. Mi muñeca preferida, mi hermana, Belén.

Con "C" De Casa.Where stories live. Discover now