Capítulo 37: Infractus

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Una vez que demostré que las cartas no estaban escritas con mi letra el juicio de Aren fue por un camino tranquilizador, dejándome a mí a fuera de la sospecha. Se levantaron muchos rumores, en especial acerca de los soldados de Tecch que habían atacado repentinamente a los soldados de Ignis. Muchos decían que había sido el fantasma de Marcus tomando posesión del ejército para vengarse por sus hermanos, mientras que otros decían que el propósito de dicho había sido matar al Rey de Ignis, y que Aren se había aliado con ellos. Había muchas versiones, y en la mayoría yo estaba fuera de ellas, lo cual me gustaba, y en las que me involucraban mi papel era el de la Reina que fue injustamente acusada. En fin, una víctima.

Aun así los señores de Ignis querían respuestas, por lo que tres días después del día más feliz de mi vida hubo una reunión. Ahora éramos Elm y yo quien estábamos en el frente, dirigiendo. Los señores de Numis y de Aaltem parecían felices con mi presencia, pero los de Ignis estaban aún recelosos. Es una lástima que no pueda eliminar a todos de un solo golpe, sería más fácil.

—Sabemos quién mato a nuestro difunto Rey —dijo Elm—. Alou quería eliminar a todos los sucesores de los tronos de Aaltem y de Ignis para aprovecharse del caos y hacerse con el poder. Ese asunto, entonces, ha quedado resuelto.

— ¡No! —gritó un hombre dando un golpe a la mesa. Brais pareció querer decapitarlo ahí mismo. A juzgar por su vestimenta era de la casa Zeel, de Ignis. La cuarta familia más rica, entonces—. ¡Alou tuvo apoyo! Tenemos que vengar a nuestro Rey...

Suspiré.

—Los soldados de Tecch que apoyaron a Alou han escapado—dije—. Cuando matemos a Alou la muerte del Rey será vengada.

—Tal vez fuiste tú quien le ayudó—escupió Sorní. El primo de Elm, el tío murió en una batalla. También tendré que tener cuidado con él en un futuro.

—Es cierto que no me agradaba el Rey—hice una mueca—, y estoy segura de que yo tampoco le agradaba a él. Aun así, ¿matarlo? ¿Por qué habría de hacerlo cuando juntos conquistamos los cinco reinos? Hacerlo solo nos traería desventaja, y nos mostraría débiles —lástima que Edmund no había pensado en eso cuando decidió matarme el mismo día que Marcus—. No, Señores. Yo no maté a su Rey. Además, ¿cómo tendría yo control sobre los soldados de Tecch?

La mayoría parecía convencido, y solo bastó un toque de mi Habilidad para convencer a los que aún estaban dudosos. Pero lo importante de todo lo que dije es la última parte. Espero que alguien lo haya notado.

—Quien ayudó a Alou tenía que ser de Tecch —murmuró Elm—. Y alguien de la nobleza, para que los soldados le obedecieran sin protestar.

—Y alguien que conociera el castillo—apoyé—. Alguien que supiera de los planes del Rey.

Para mi sorpresa fue Rylan quien habló.

—Aland Bronson —dijo—. El Rey de Ignis incluso confiaba en él.

Los demás sospesaron la opción y la mayoría asintió después de unos segundos.

—Pero no podemos arrestarlo —murmuró Brais con los brazos cruzados—. Si lo hacemos de seguro los mismos soldados vendrán a rescatarlo. Ya vimos que conocen lugares del castillo que nosotros ignoramos.

—Entonces lo matamos enseguida —los ojos de Elm brillaban tan furiosos como los de su padre—. No habrá piedad para traidores.

Parpadeé, sorprendida por su respuesta tan violenta. Apreté mis puños en un arrebato y sentí mis uñas clavarse en la piel. Miren quién habla. ¡Miren quien habla! Sentí a Brais ponerse detrás de mí, como si me estuviera apoyando. ¿Qué haría yo sin mi hermano gemelo?

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now