Capítulo 21: Numis

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—Pensé que...

—Cállate, Elm—hice una mueca y me levanté para que las criadas pudieran limpiar. ¿Qué planean? ¿Qué planean?

Puse la mano sobre mi estómago, sin creer del todo que ahí se estaba formando una pequeña vida. Debe estar en la tercera semana, más o menos. Cinco semanas si contamos desde la última vez que tuve el periodo, en los libros lo contaban de ese modo. Solo es un puntito de células por el momento.

Elm, sin embargo, parecía escandalizado; gritaba a las criadas que trajeran a un doctor; que trajeran a la Reina. Tendría que calmarlo antes de que llamara a la mitad del castillo. Me levanté y le puse una mano en el brazo.

—No seas tan exagerado.

Sus ojos me recorrieron.

—Te veías muy mal en el suelo, como si te estuvieran matando.

Eso no era culpa del embarazo.

Era cierto que mi corazón latía alocado. Mi cerebro aún se negaba a reconocer la noticia. Seré madre. Las palabras sonaban tan extrañas... Sin embargo era de esperarse, ¿verdad? Elm y yo teníamos que tener descendencia para el reino. Nuestro hijo—o hija—sería el gobernante de Ignis y de Aaltem.

Pero ahora no era el momento. ¡Estábamos en medio de la guerra! En las últimas semanas yo estaría demasiado débil como para participar activamente en la guerra. Tal vez por eso lo hicieron, no quieren que participes en los consejos. Otra ola de enfado me atravesó. Ellos no pueden jugar conmigo de ese modo.

Mi león se había acercado y me olfateaba la mano. Me pregunté si más tarde también podría olfatear al bebé.

—Todo está bien, Lay—murmuré. Me arrodille y acaricié su melena—. De ahora en adelante tendrás que cuidarme más a menudo.

La Reina llegó agitada, como si hubiese corrido desde el otro lado del castillo para llegar a nosotros. Se dirigió a mí.

— ¿Estas bien, hija? —hizo una mueca y se acercó a mí—. Pensé que la bebida funcionaria, siempre ha funcionado. ¿Segura que estas en cinta?

Contuve mis ganas de gritar.

—No ha llegado mi luna, me he sentido cansada y tengo nauseas. Creo que esa es evidencia suficiente.

La Reina asintió, dándome la razón.

—Entonces esta hecho—los ojos azules de la Reina brillaban de emoción—. ¡Serás madre! ¡Seré abuela!

Parpadeé. La Reina tenía razón. Tal vez no fuera el mejor momento, pero esa criatura nacería de cualquier forma y sería mi hijo. De Elm y mío. Con estos pensamientos me incliné satisfecha y sonreí. Elm se puso a mi lado y me sujetó de los brazos. Su sonrisa era gigantesca.

—Tendremos un hijo—él tampoco parecía creérselo del todo. Me tomó de la cintura y me empezó a dar vueltas por todas la habitación, como aquella vez cuando descubrimos que los dos éramos de la Tierra. Su emoción se filtraba por nuestro lazo e inconscientemente me sorprendí sonriendo también.

Y a pesar de que la madre de Elm y las criadas siguieran ahí nos besamos embriagados con felicidad.



Unas dos semanas después nos llegó la carta de Numis. Aceptarían reunirse con nosotros para discutir términos, si les parecía bien el trato entonces aceptarían el acuerdo. Yo casi di un salto de alegría cuando el Rey leyó la carta en el consejo ese día. Teníamos oportunidad de conquistar Numis sin que se derramara sangre.

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now