Capítulo 5: Mendacium

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«Desde las cenizas me levanto, con mi cabello rojo y devoro hombres como el aire

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«Desde las cenizas me levanto, con mi cabello rojo y devoro hombres como el aire.»

Sylvia Plath

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—Ai, debo irme. Ya casi va a amanecer.

Murmuré algo.

—Sí, estoy seguro—dijo la misma voz.

Hubo un momento de silencio antes de que Elm se inclinara y me diera un beso en los labios. Abrí los ojos y descubrí que tenía una sonrisa pícara en su rostro, como si siguiera siendo ese niño de siete años que había venido por primera vez a mi cuarto.

— ¿Ya estás despierta?

—La verdad es que no—bostecé con una sonrisa aun en los labios, pero después gemí—. Hoy no quiero hacer nada.

—Mmm...

Elm se subió a mí y aspiró el aroma de mi cuello. No parecía importarle que estuviera llena de sudor.

—Eres hermosa.

Me sonrojé, aun no estaba acostumbrada a esas pequeñas confesiones de amor que él pronunciaba casi todos los días. El verdadero problema era que no sabía cómo responder y sobretodo no sabía si hablaba en serio.

 —En serio sigo teniendo sueño—repliqué.

Lanzó un gruñido y giró para echarse sobre la cama. Las sabanas eran un remolino confuso, y estaban calientes gracias a la presencia de Elm en toda la noche. A través de la ventana ya se alcanzaba a distinguir una luz que anunciaba el principio del día. Mis criados llegarían al menos en una hora.

—Tienes que irte—dije, aunque estuviéramos comprometidos si los criados llegaban a vernos juntos se escandalizarían, y estaba segura de que a mi padre no le agradaría la idea de que su hija llevara durmiendo con un hombre por casi diez años.

—Estaba a punto de hacerlo, hasta que te vi ahí acostada.

Me erguí de la cama de repente, recordando porque este día los criados llegarían temprano.

—¡Elm! ¡Hoy mi padre nos mandó a llamar a una cacería!

Cazar se había convertido en la actividad favorita de mi padre. Ya no había guerra, y por lo tanto el Rey no tenía tantas tareas como antes, lo cual lo exasperaba. En las cacerías siempre nos arrastraba a Brais, a Elm y a mí. Yo podría encontrar a los animales, Brais podía encerrarlos en un círculo de fuego y Elm... bueno, Elm podría haber hecho todo eso solo, pero como todos pensaban que no podía transformarse se limitaba a observar mientras compartía comentarios corteses con mi padre. Había veces en las que no podía evitar pensar que mi padre obligaba a Elm a ir para que estuviera consiente de nuestro poder. Para que no olvidara lo que podíamos hacer.

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now