«Desde las cenizas me levanto, con mi cabello rojo y devoro hombres como el aire.»
Sylvia Plath
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—Ai, debo irme. Ya casi va a amanecer.
Murmuré algo.
—Sí, estoy seguro—dijo la misma voz.
Hubo un momento de silencio antes de que Elm se inclinara y me diera un beso en los labios. Abrí los ojos y descubrí que tenía una sonrisa pícara en su rostro, como si siguiera siendo ese niño de siete años que había venido por primera vez a mi cuarto.
— ¿Ya estás despierta?
—La verdad es que no—bostecé con una sonrisa aun en los labios, pero después gemí—. Hoy no quiero hacer nada.
—Mmm...
Elm se subió a mí y aspiró el aroma de mi cuello. No parecía importarle que estuviera llena de sudor.
—Eres hermosa.
Me sonrojé, aun no estaba acostumbrada a esas pequeñas confesiones de amor que él pronunciaba casi todos los días. El verdadero problema era que no sabía cómo responder y sobretodo no sabía si hablaba en serio.
—En serio sigo teniendo sueño—repliqué.
Lanzó un gruñido y giró para echarse sobre la cama. Las sabanas eran un remolino confuso, y estaban calientes gracias a la presencia de Elm en toda la noche. A través de la ventana ya se alcanzaba a distinguir una luz que anunciaba el principio del día. Mis criados llegarían al menos en una hora.
—Tienes que irte—dije, aunque estuviéramos comprometidos si los criados llegaban a vernos juntos se escandalizarían, y estaba segura de que a mi padre no le agradaría la idea de que su hija llevara durmiendo con un hombre por casi diez años.
—Estaba a punto de hacerlo, hasta que te vi ahí acostada.
Me erguí de la cama de repente, recordando porque este día los criados llegarían temprano.
—¡Elm! ¡Hoy mi padre nos mandó a llamar a una cacería!
Cazar se había convertido en la actividad favorita de mi padre. Ya no había guerra, y por lo tanto el Rey no tenía tantas tareas como antes, lo cual lo exasperaba. En las cacerías siempre nos arrastraba a Brais, a Elm y a mí. Yo podría encontrar a los animales, Brais podía encerrarlos en un círculo de fuego y Elm... bueno, Elm podría haber hecho todo eso solo, pero como todos pensaban que no podía transformarse se limitaba a observar mientras compartía comentarios corteses con mi padre. Había veces en las que no podía evitar pensar que mi padre obligaba a Elm a ir para que estuviera consiente de nuestro poder. Para que no olvidara lo que podíamos hacer.
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Arcoíris de Fuego
Fantasy¿Cómo es morir? No es como piensas que es, puedo asegurártelo. Al principio es ruidoso y terrorífico, pero después hay una quietud increíble. Y entonces comienzas a romperte, poco a poco. Lo que te mantiene atado, unido, se va desprendiendo, como si...