Capítulo 2: Habilidad

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Pasaron los meses.

Cada vez me iba acostumbrado más a esa mundo extraño, donde aún reinaba la realeza. Al igual que gatear, aprendí a hablar muy rápido

Yo era una princesa, y debía comportarme como tal. Justo el día después de que aprendí a caminar se me asignó una criada diferente a la que tenía—lo cual agradecí—, esta era ya una señora experimentada que me enseñó como comer apropiadamente, como caminar apropiadamente y como sentarme apropiadamente cuando cumplí dos años.

Apropiadamente. Apropiadamente. Me daba ganas de decirle que se metiera sus modos apropiados donde le cupieran, pero se supone que una niña de dos años no podía decir eso.

Además, la criada parecía contenta conmigo.

—Eres un amor—me decía apretándome los cachetes con fuerza—. Serás una damita muy inteligente y hermosa. Te enseñaré a hablar apropiadamente.

Fueron los primeros momentos que la pasaba lejos de Brais, cuando los dos terminábamos nuestras lecciones los dos íbamos al cuarto de juegos y platicábamos en voz baja de lo aburridos que eran los días, a veces incluso nos sentábamos en el sillón grande que estaba a un lado de la chimenea y nos quedábamos dormidos.

—Si pudiera quedarme así contigo toda la vida sería feliz—me decía, con esa devoción de hermano que siempre tuvo.

Yo le respondía entre sonrisas.

—Sí, sería bueno—entonces giraba mi cabeza para verlo a los ojos—. Pero no aprenderíamos a hablar... apropiadamente-la última palabra la gritábamos a todo pulmón, lo que hacía que los criados vinieran corriendo, pensando que algo sucedía.

Ahora que éramos mayores se nos permitía juguetear en los pasillos, pero nunca nos dejaban ir a lugares demasiado concurridos, por lo que escuchaba, no nos dejarían juntarnos con más gente hasta que supiéramos comportarnos apropiadamente. Esto era, aproximadamente, a los ocho o siete años, pero había oído a nuestras criadas murmurar que, dado que los dos éramos muy inteligentes y avanzados para nuestra edad, de seguro ya podríamos salir cuando tuviéramos cinco años.

A los cuatro años se me permitió tomar mi primer libro, el problema era que me habían dado uno que era como la Biblia en este mundo. Eso no me ayudaba a encontrar la fecha en la que estaba, pero al menos me daba un poco más de pistas que las criadas acerca de como era el mundo exterior.

—Cuando el cielo era negro y el sol no era pleno nacieron tres niños. En el fuego y la ceniza uno se creó, y supo que su encargo era el de guiar a las almas en sus últimos momentos. En la tierra y el agua nació una niña, que con su amabilidad abundó la tierra y creo la vida. En el humo y el aire se creó otro niño, con inteligencia supo que su destino era guiar a la vida que su hermana había creado. La tierra y el aire eran unidos y vivían en armonía hasta que el infierno se sintió solo "¿Por qué han de gozar solo ustedes si yo soy igual de importante?" y una noche en la que el cielo estaba distraído se robó a la tierra. "Ahora tus creaciones serán para mi" dijo y la tomó como suya—hice una pausa, sin creerme que la historia sonora tan de la Tierra, y mi criada me hizo un gesto para continuar—. Cuando el cielo se dio cuenta de la separación ya era demasiado tarde y no pudo alcanzar a la tierra, sin embargo, la tierra pocas veces estira la mano añorando alcanzar al cielo.

Pensé un rato mientras la criada me miraba con atención.

—Esas manos de la tierra son las montañas, ¿no? Y ese pasaje es de  la creación de Tera, Cele y Fero.

—Si, querida—me dijo ella—. Eres muy inteligente. 

Me lo decía al menos siete veces al día, y ya me estaba cansando.

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now