Capítulo 33: Oro

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— ¿Brais? ¿Brais?

Mi hermano abrió los ojos un poco desorientado. Se levantó rápidamente, como si nos estuvieran atacando, y supe que había sido mala idea despertarlo en medio de la noche sin ningún tipo de aviso. Debió de haber visto algo en mi cara ya que se tranquilizó inmediatamente y me sujetó como si fuera a caer.

— ¿Qué pasó?

Me pasé la lengua por los labios, sin saber cómo continuar con la conversación; en un principio había estado emocionada por contarle mi descubrimiento, pero mientras más pensaba acerca de lo que todo eso implicaba, más me desanimaba.

—Brais, ¿tú que piensas que es más fácil? ¿Viajar a otro mundo o viajar al futuro?

Mi hermano frunció el ceño ante la extraña pregunta.

—Bueno —dijo dudando—, nosotros hemos viajado a este mundo, ¿no? Y nadie ha dicho nada de viajar en el tiempo...

—No, cierto —me mordí el labio—. Pero cuando quieres pasar por una puerta de cristal, ¿qué requiere más energía? ¿Empujarla o romperla?

—No todo se puede romper, hermana. Siempre es más fácil empujar.

—Sí —dije—. Y la magia funciona como la energía, ¿te acuerdas? Y siempre se busca que haya un menor gasto de energía.

Mi hermano pareció entenderlo entonces. Se irguió en su cama y me miró con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué es lo que descubriste?

—La magia, Brais. La magia viaja como ondas. Como... como la radio frecuencia —cerré los ojos un momento, intentando recordar mis clases en la Tierra—. Cuando hay un obstáculo muy grande las ondas no logran llegar a su receptor, pero conforme pasa el tiempo el receptor se va moviendo de lugar, y en algún momento tiene que captar la señal de la onda. Al menos hasta que algo nuevo vuelva a interrumpirla.

—No sé a qué te refieres, Ai.

—Sí lo sabes —hice una pausa—. Es que es tan obvio. ¿Nunca te preguntaste porque el idioma en este mundo era muy parecido al nuestro? ¡Incluso algunas letras se escriben igual, y la pronunciación es prácticamente la misma! ¿Por qué, Brais?

No tardó en llegar a la respuesta.

—Porque no es otro mundo —sus ojos se llenaron de comprensión de un momento a otro y pareció escandalizado—. Eso quiere decir que nuestro mundo... ¡Dioses, Ai! ¡Como ondas...!

— ¡Sí! —aullé, feliz de que por fin lo comprendiera—. Y Brais, en la prehistoria los hombres se caracterizaban por ser fuertes, como los de Ferabes. ¿Cómo fue que pueblos como Grecia y Roma tuvieron tantos avances tecnológicos en tan poco tiempo? ¡Por su inteligencia! ¡Incluso tienen los mismos edificios y nombres que Tecch, como Marcus! Y en la época medieval había muchos tapices de caballeros derrotando dragones. ¿Lo ves ahora?

Los dos nos quedamos un momento en silencio, hasta que Brais empezó a hablar de nuevo.

—Entonces estamos en el futuro —bajó la cabeza y aferró las sabanas con fuerza—. En algún momento se descubrió a las personas con magia, y los expulsaron a este pequeño continente.

—Y llegaron gracias a Tera, Cele y Fero. Técnicamente los salvaron, por que las personas sin magia se destruyeron unos a otros con sus armas militares, y causaron su propia destrucción... Brais, sea el año en el que estamos ha pasado mucho tiempo desde nuestra primera vida. La gente de aquí no recuerda la historia de la primera o segunda guerra mundial, ni tampoco los conocimientos de los teléfonos ni nada por el estilo.

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now