Capítulo 6: Tekhné

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Su Majestad Nichol de la casa Relancio.

Ese era el nombre del Rey de Tecch.

Tenía dos hijos, uno de veintidós años y otro de diez. Su esposa estaba en ese momento embarazada del tercero. Salo me hacía repetirlo todos los días, mientras me trenzaba el cabello, o mientras me ponía el vestido. Yo ya me lo había aprendido de memoria desde la primera vez que me lo habían dicho, pero para ella nunca era suficiente.

El Rey llegaría con parte de su corte en tres semanas, en la carta había pedido una audiencia con mi padre, y se negaba a discutir asuntos mediante cartas. ¿Qué podría querer el Rey de Tecch? ¿Qué podría ser tan importante como para que pidiera una audiencia a un reino que estaba tan lejos? Mi padre estaba preocupado. Mi madre estaba preocupada. Incluso ser Erso estaba preocupado.

Tecch era el segundo reino más rico después del nuestro, y la mayoría se debía a que era el segundo más grande. Aparte de que tenía conexión con los demás continentes, más arriba. Ellos no tenían Habilidades, ni tampoco se podían transformar en hermosas bestias, ellos lo que tenían era un conocimiento que, según decían, no era de este mundo. Tenían en su poder millones y millones de libros, decían, y estos contenían el conocimiento del mundo. Y los reyes tenían que leer casi todos ellos antes de que se sentaran en el trono. Por otro lado, de ahí salían los médicos y los maestros. Era el único reino que tenía escuelas especializadas en eso. Eran los únicos que podían.

Yo, la verdad, estaba emocionada por la audiencia.

Una de las cosas que odiaba de estar en este mundo era que no había nada de tecnología, ni siquiera bombilla eléctrica, si de algún modo lograba colaborar con la personas de Tecch entonces podrían empezar a hacer un cambio en este mundo tan antiguo. Sería interesante, sí.

—¿Crees que tengan cerebros grandes, como en las leyendas?—preguntó Brais, los rayos de la tarde después de la cacería se filtraban por la gran ventana del salón de música y le daban un aspecto anaranjado al cuarto.

Elm puso los ojos en blanco.

—Imposible, creo que hablaban en sentido figurado.

—Bueno es que si nosotros tenemos Habilidades y tú puedes transformarte...

Pisé su pie antes de que continuara, con demasiada fuerza.

—¡Auuu!—hubo un destello de calor en la habitación cuando Brais se encogió de dolor. Era diferente a la de Elm, ya que Brais parecía controlar el calor de la naturaleza y Elm producía calor—. ¿Por qué hiciste eso?

—No sabemos quién está escuchando—giré mis ojos, exasperada—. No podemos andar diciendo secretos a los cuatro vientos.

—De cualquier forma no creo quieran algo de poca importancia. Pedir una audiencia cara a cara con el Rey de Aaltem. Eso sí da miedo—Elm siempre era el que nos interrumpía cuando Brais y yo peleábamos.

—Tal vez quiere firmar un acuerdo de paz antes de que haya un problema—Brais se quedó un rato callado en un silencio incómodo—. Mi padre puede enloquecer en cualquier momento y tratar de conquistar Tecch y Numis, aunque creo que Numis sí que sería difícil de conquistar.

—Es difícil de conquistar. No todos los días se pelea con gente inmortal.

—Y no todos los días se pelea con gente inteligente—Brais miró preocupado a Elm, que se había mantenido callado desde que habíamos mencionado el tema de conquistar.

—Pues es bueno, ¿no? A ninguno de los tres nos conviene que haya otra guerra—Elm parecía muy serio.

Me estremecí por dentro con el recuerdo de los cuerpos ahogados y calcinados. Tomé el violín que había estado tocando hasta hace unos pocos minutos y rocé las cuerdas que vibraron bajo mis dedos. Una vez más me vi inseminada en los recuerdos de mi vida anterior. Ahí era solo una niña sin mucho que hacer, no tenía que preocuparme por guerras, exceptuando aquellas que incluían las calificaciones de la escuela.

Arcoíris de FuegoWhere stories live. Discover now