¡Estoy Embarazada!

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¡Estoy Embarazada!


–Alicia observó a Nicolás con dolor, sabía que esa noticia sería difícil de digerir para él, Xiomara intentó tranquilizarse un poco, estaba destrozada, la vida nuevamente le había quitado lo que más deseaba, sentía que su vida no tendría sentido sin él, ese pedacito de cielo que estuvo con ella un corto tiempo pero que amó como nunca había amado en su vida–

Alicia – puedes tranquilizarte un poco –pidió de una manera pausada, Xiomara suspiró intentando tranquilizar el llanto–

Xiomara – yo solo quería que lo supieras –sollozó–

Alicia – quieres hablar con Nicolás –observó a su hermano quien la veía confundido–

Xiomara – no, sólo quería decírtelo, tú eres la única que se había preocupado por mí y por... –guardó silencio– lo siento Alicia esto es difícil –de nuevo rompió en llanto y termino la llamada–

Alicia – Xiomara escucha... –observó a Nicolás cuando se dio cuenta que ella había terminado la llamada– yo lo siento –se acercó a su hermano dándole un fuerte abrazo–

Nicolás – ¿lo perdió? –Preguntó con tristeza, Alicia asintió separándose del abrazo– debe estar desecha

Alicia – se escuchaba muy mal –lo observó con ternura– ¿cómo estás?

Nicolás – estoy bien, a pesar de las circunstancia yo lo amaba

Alicia – lo sé, pero esto es lo mejor –le tomó las manos con ternura– ahora sé feliz con Daniela –hizo un gesto de desagrado y Nicolás sonrió–

Nicolás – gracias chiquita –se abrazó a ella–



–Daniela y Rigel llegaron a casa de Nicolás después de una tarde de compras–

Rigel – parece que corriste un maratón –observó a Daniela dejando las bolsas de lo que habían comprado en el sofá para luego ella dejarse caer–

Daniela – me siento así, muy cansada –la observó– ni tú te vez así

Rigel – lo sé, mi madre dice que me prepare que si estos muchachitos ya no me dan lata es porque están guardando sus energías para cuando nazcan –Daniela empezó a reír–

Daniela – yo creo que tú madre tiene razón, recuerdas que con Daniel casi no tuve malestares

Rigel – ¿pizza o hamburguesa? –Daniela hizo un gesto de desagrado–

Daniela – no tengo hambre

Rigel – por favor Daniela, yo muero de hambre y al menos comí el triple de lo que tú comiste

Daniela – sabes de unas semanas para acá no me da hambre –Rigel frunció el ceño, la observó fijamente– ¡qué!

Rigel – recuerdas cuando jugábamos a las muñecas –Daniela asintió– que nos poníamos unas almohadas debajo de las blusas –Daniela sonrió– para simular estar embarazadas y siempre era al mismo tiempo

Daniela – ajá –frunció el ceño– y eso ¿qué?

Rigel – que si los síntomas no son de embarazo yo les pongo Petronilos a los gemelos

Daniela – ¡Petronilo! Estas loca –guardó silencio– ¡embarazo! –Rigel sonrió asintiendo, Daniela negó–

Rigel – piénsalo Dani a ver ¿Cuándo fue la última vez...? –Daniela no dejó que terminara la pregunta revisó su teléfono móvil–

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora