No recuerdo nada...

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No recuerdo nada...

–cómo si estuvieran hechos para que encajaran uno con el otro, los labios de Rigel y Armando se complementaban con caricias, con suaves movimientos que hicieron que ninguno de los dos reaccionara más sin embargo se dejaron llevar por sus emociones, por las sensaciones que un simple beso generaba en su cuerpo, Armando exploró con desespero la boca de Rigel, deseaba fundirse en su aliento, quería detener el tiempo nunca había deseado cómo ahora unos labios, Rigel por su parte se sentía en las nubes, nadie la había besado de una manera similar, con delicadeza, él la besaba con ternura, sus movimientos suaves, la hacían sentirse que tocaba el cielo, la falta de aíre hizo que se separaran lentamente del beso, se miraron fijamente, había tantas cosas que decir que las palabras no eran suficientes, Armando acaricio con dulzura la mejilla de Rigel, ella observó cómo lentamente iba nuevamente a acercarse, sintió cómo su cuerpo temblaba pero sus labio rogaban sentirlos nuevamente, antes de que nuevamente sus labios se digieran tantas cosas con caricias que se convertirían en besos el celular de Armando empezó a sonar–

Armando – es Alicia –observó a Rigel, está le dio una ligera sonrisa mientras intentaba tranquilizarse se sentía nerviosa, Armando tomó la llamada, cosa que Rigel aprovechó para huir, no quería estar cerca de ese hombre, sabía que no se iba a poder resistir–

–Rigel subió a la habitación que le habían asignado, cerró la puerta recargándose en ella, ¿Qué demonios había hecho? –

Rigel – por tonta Rigel –se riñó– ¿por qué lo besaste? –Exhaló aire– a los jefes no se le besa –cerró los ojos haciendo puchero– ¿cuál Jefe Rigel? Ese ya no te dará trabajo, por dios ha sido el empleo más corto en mi vida –se tocó los labios, no pudo evitar sonreír– anda tonta sonríe a ver si esa sonrisa paga tus cuentas –se regañó– ay pero es que si besa rico, estúpido Armando –sonrió con picardía– desgraciada Alicia tienes suerte –negó sonriendo se acercó a la cama y se aventó en ella con una enorme sonrisa–

–Armando tomó la llamada molesto, Alicia había interrumpido un gran momento ¿pero que demonios le pasaba? Se preguntó al sentirse furioso con Alicia por interrumpirlo–

Armando – ¿Qué quieres? –Alicia frunció el ceño al escucharlo, nunca le había hablado de esa forma–

Alicia – mi amor –se acostó acomodándose en la cama de Armando– te estoy esperando –puso el celular en altavoz y se tomó un foto, donde se veía sexy en un baby doll–

Armando – sigo en la hacienda –Alicia se sentó molesta–

Alicia – ¿por qué sigues ahí? –Armando recibió la foto, la observó suspiro con desganó y subió las escaleras hasta llegar a su habitación–

Armando – te dije que yo quería quedarme, sabes Alicia me estoy cansando de tus berrinches

Alicia – ¡Berrinches! –estaba molesta– por dios, estoy harta que estés más pendiente de Regina que de mí, me choca que ella siempre quiera estar llamando la atención

Armando – ¿cómo puedes decir eso? Regina está enferma, ella lucha día a día por vivir y tú dices que quiere llamar la atención, parece que la que quiere llamar la atención es otra

Alicia – ¡perdón! Yo soy tú prometida, tú futura esposa, la madre de tus hijos –Armando cerró los ojos analizando uno a uno los comentarios de Alicia, ¿realmente es con ella con quien quiere pasar el resto de su vida? –

Armando – me siento agotado, nos vemos mañana

Alicia – si quieres voy a la hacienda –su tono de voz se volvió dulce sintió a Armando con una actitud diferente–

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