¡Mi amor! ...

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¡Mi amor! ...



–Daniel llegó a RV encontrándose en la puerta a Federico–

Daniel– ¡Fede! –Lo saludó con un choque de manos–

Federico – hola Dani ¿Qué haces aquí? –Alzó los hombros sin saber– señora María

María – hola Federico –lo saludo dándole un beso en la mejilla– te puedo dejar un momento a Dani, necesito hablar con mi hija –Federico asintió señalándole la oficina de Daniela–

–Daniela terminaba de colocarse el labial cuando la puerta de su oficina se abrió, observó a su madre–

Daniela – hola –María suspiró sentándose en una de las sillas enfrente del escritorio de su hija–

María – sé que algo pasa, ¿quién es Nicolás? ¿por qué ha estado tan cerca de Daniel?

Daniela – mamá –suspiró cerrando los ojos–

María – no le des tanta vueltas, Daniela dime es ¿tú novio? –Daniela negó, María frunció el ceño–

Daniela – es el papá de Daniel –el rostro de su madre cambio por completo–

María – ¡qué! pero tú te has vuelto loca, ese hombre te abandonó dejándote embarazada

Daniela – sé lo que hizo mamá

María – pues no parece, por dios Daniela no recuerdas todo lo que lloraste por él, todo lo que sufriste por su culpa, no lo quiero cerca ni de mi nieto y mucho menos tuyo

Daniela – lo siento mamá, él es su padre y yo... –María la miró furiosa–

María – tú que ¿lo amas?, después de todo lo que te hizo, me vas a decir que lo amas –Daniela negó–

Daniela – por favor mamá esto no lo hago por mí

María – ¿entonces por quien lo haces? Por él, por un desconsiderado que embarazó a una niña de dieciséis años para después irse –Daniela la observaba entendía su enojo, pero Daniel tenía derecho a estar cerca de su padre– ¡contéstame! –Gritó envuelta en cólera–

Daniela – por favor mamá, entiende Daniel tiene derecho –María se levantó furiosa–

María – derecho a ser feliz, al lado de ese hombre no lo será, es que no puedo creer –caminaba de un lado a otro en la oficina–

Daniela – mamá, por favor entiéndeme –María negó–

María – no Daniela no lo entiendo, yo te vi llorando todas las noches por ese don nadie que te dejó –Daniela bajó la mirada, la puerta de la oficina se abrió– o niégamelo

Daniela – mamá eso ya no importa –le respondió con su mirada fija en el piso, María se acercó a ella–

María – veme con un carajo –alzó su rostro, Daniela tenía los ojos cerrados, una que otra lágrimas se escapa de ellos– mírame y dime que ya no lo amas –Daniela negó– contestame Daniela, yo no puedo creer que después de todos estos años el aparezca y tú lo dejes acercarse a Daniel

Daniela – mamá Daniel es mi hijo –de nuevo bajo el rostro no podía ver a su madre a la cara, se sentía culpable–

María – a mí no me engañas –le tomó el rostro nuevamente con sus dos manos– ¿lo amas todavía? ¡Contéstame! –Daniela suspiro–

Enséñame a VivirWhere stories live. Discover now