Necesito un favor...

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Necesito un favor...


–Regina observó a Alicia con el ceño fruncido, no le había gustado para nada la forma como miraba a Federico, Alicia lo observaba fijamente intentando descubrir de donde lo conocía–

Alicia – por más que intentó recordarlo, no lo logro

Regina – Federico trabaja en RV –Alicia levantó una ceja sorprendida–

Alicia – ah sí, ¿eres el nuevo contador? –Federico negó– ¿entonces?

Federico – mensajero –Alicia lo observó con desagrado, él se dio cuenta inmediatamente así cómo Daniel–

Alicia – ¡Wow! Y ¿Qué hace un mensajero aquí? –Regina intentó sonreír estaba nerviosa–

Daniel – es el papá de mi amiga Frida –tomó la mano de la pequeña–

Alicia – ah claro fue la condición que pusiste para venir –le dio una sonrisa fingida a el pequeño–

Armando – buenos días –se acercó a donde estaban todos–

Alicia – buenos días mi amor –se acercó a darle un beso, pero Armando se limitó a darle sólo un pequeño beso, haciendo que Alicia frunciera el ceño confundida–

Armando – ¿cómo te sientes? –Le dio una pequeña sonrisa mientras observaba a Regina–

Regina – bien gracias –Daniel tomó su mano–

Daniel – tía tengo hambre –Regina le acaricio el cabello con ternura–

Regina – entonces pasamos al comedor –Frida tomó su mano y todos se dirigieron al comedor–


–Mati se despertó con pesar, se dio un baño para después bajar a la cocina a prepararse el desayuno, aunque no tenía mucha hambre sabía que debía alimentarse bien para ayudar a su organismo a resistir las quimioterapias, abrió el refrigerador y sonrió al observar varios trastes acomodados unos sobre otros con notas húmedas pero que indicaban si era desayuno, almuerzo o cena y unas palabras de aliento–

Mati – mi amor siempre tan lindo –tomó uno de los traste– no sabes lo afortunada que me siento –suspiró al recordar a su hijo y a Frida– lo mejor de mi vida mi Fede y mis niñas –colocó la fruta en un tazón, cuando se disponía a desayunar la puerta empezó a sonar– ¡voy! –gritó levantándose del asiento–

Kenia – hola –Mati la observó sorprendida–

Mati – ¡Kenia! ¿Qué haces aquí? –Observó a Kelly con una gran sonrisa–

Kelly – ¡Abuela! –la abrazó– ¿Dónde está mi papi?

Mati – no están

Kenia – ¿cómo que no está? –Preguntó con cara de desagrado–

Mati – salió –Kenia entró a la casa junto a Kelly mientras Mati suspiró llenándose de paciencia– ¿necesitas algo? –Preguntó cuándo vio cómo se sentaba en el sofá de la sala–

Kenia – sí, necesito hablar con él de algo importante –Mati se sentó en otro de los sillones, la pequeña Kelly se acercó a ella, abrazándola–

Kelly – te extrañe mucho –Mati acaricio su cabecita–

Mati – nosotros también te extrañamos, sobre todo Frida –Kenia rodó los ojos con fastidio– y tu papá –la pequeña observó a su mamá, la cual le hizo una seña para que se sentara a su lado–

Enséñame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora