Enséñame a Vivir

Te lo prometo papi...

Te lo prometo papi...

–Daniel observaba el reloj desesperado, Regina observaba al pequeño ansioso, se sentaba se levantaba, tomaba el control del Xbox, lo dejaba, agarraba un carro lo volvía a dejar donde lo había tomado–

Regina – ¿te pasa algo? –Daniel negó observando de nuevo el reloj digital en uno de las mesas de la sala de juegos– ¿seguro?

Daniel – es sólo que están demorando mucho, tía ya quiero que llegue Frida –Regina sonrió–

Regina – debes tener paciencia

Daniel – mi mamá dice que soy el niño más impaciente del mundo, ya quiero que vengan

Regina – no deben de tardar en venir –acarició con ternura la cabecita del pequeño–

Daniel – tía ¿te puedo hacer una pregunta? –Regina sonrió para después asentir– ¿por qué si tú y mi mamá se conocían tu no me habías dicho que eras mi tía? –El rostro de Regina cambio por completo, nunca se esperó una pregunta así, que le iba a contestar a Daniel–

Regina – bueno Dani, yo... –guardó silencio ante la mirada atenta del pequeño–

Daniel – me querías dar una sorpresa –Regina asintió sintiendo un gran alivio– y con esa sorpresa me imagino que iba un regalo –Regina asintió– ¿Dónde está? –observaba a todos lados–

Regina – ¿Dónde está qué?

Daniel – el regalo tía

Regina – todavía no es tiempo que te lo de

Daniel – pero es el mejor momento, estamos solos yo desesperado, puedo entretenerme un poco con lo que me vas a regalar –Regina se acercó al pequeño–

Regina – tu regalo no te lo puedo dar aquí –le guiño un ojo– yo de verdad quería que fuera una sorpresa –bajo la mirada triste, Daniel se acercó a ella–

Daniel – te juró que pondré cara de muy sorprendido –la puerta se abrió, Raquel entró con un vaso de agua de limón– ¡Abuelita!

Raquel – hola mi amor –le enseño el vaso– me dijo un pajarito que la de limón es tu preferida –Daniel asintió tomando el vaso–

Daniel – sí gracias Abue –se acercó a Raquel dándole un beso en la mejilla– te vez muy linda –Raquel sonrió maravillada–

Raquel – tú eres el lindo –acarició su cabello con dulzura– ya di la orden para que subieran el equipaje en el auto

Regina – gracias mamá, mi papá siempre si nos acompaña –Raquel asintió– tenía mucho tiempo que no salíamos en familia –Raquel se sentó al lado de Daniel–

Raquel – muchísimo mi amor, pero nos hace mucha falta tener un fin de semana juntos –acariciaba con dulzura a Daniel–

Regina – ¿te lo imaginaste así? –observó a Daniel mientras veía a su madre mirándolo con devoción, negó–

Raquel – nunca me lo imagine tan lindo –los ojos de Raquel se llenaron de lágrimas– ahora solo me falta conocer a tus hijos –Regina borró la sonrisa– ¿Qué pasa mi niña? –la observó preocupada–

Regina – mamá a lo mejor yo no... –guardó silencio–

Raquel – claro que si vas a tener hijos, yo lo siento aquí –se tocó el pecho–