Yo también te amo...

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Yo también te amo...



–Armando le dio una pequeña sonrisa a Rigel quien lo observaba sorprendida–

Rigel – tú –lo observaba incrédula mientras se levantaba– ¿Qué haces aquí?

Armando – ¿de verdad no lo sabes? –Rigel negó, él dibujó una sonrisa en su rostro para acercarse a ella– no te lo imaginas –su tono de voz era dulce–

Rigel – no –respondió en un hilo de voz, Armando se acercaba cada vez más a ella– ¡tu boda! –expresó sorprendida–

Armando – no hubo boda –ella sonrió, se mordió el labio–

Rigel – lo siento –intentó escucharse triste– me ima... –antes que pudiera terminar la frase, él la beso, sus labios se rozaron con necesidad, colocó su mano en la cintura de ella mientras ella acariciaba el rostro de Armando intentando descubrir que no era un sueño– yo –de nuevo él la interrumpió–

Armando – te amo Rigel –tomó entre sus manos el rostro de ella– no me pude casar porque te amo –ella lo tomó de la nuca para acercarla a ella–

Rigel – ¿estás seguro de la decisión que tomaste? –susurró en sus labios, él sonrió antes de besarla–

Armando – tan seguro cómo que te quiero a mi lado –ella delineó con sus dedos su rostro– algo me hiciste que no puedo dejar de pensar en ti –Rigel lo abrazó– te amo Rigel –susurró en su oído–

Rigel – repite lo que acabas de decir –se separó un poco del abrazo–

Armando – te amo, no podía unir mi vida con otra mujer, porque a la que quiero es a ti

Rigel – ayyy es que eres –lo besó emocionada– una cosa muy linda –él sonrió, pero Rigel quitó la sonrisa–

Armando – ¿Qué pasa? –Tomó su mejilla con ternura–

Rigel – bueno pasa, que mis reglas –Armando levantó una ceja sin entender–

Armando – Rigel de que reglas hablas, lo único que nos debe importar es lo que sentimos

Rigel – pero necesito reglas en mi vida, sabes soy un caos

Armando – y me encanta el caos que llegaste hacer a mi vida –Rigel hizo un puchero–

Rigel – porque eres tan lindo –él se acercó a ella intentando darle un beso– Armando las reglas

Armando – olvídate de las reglas –con sus manos rodeo su cintura, ella negó– sabes –acarició su rostro– tú has hecho que yo rompa todas mis reglas

Rigel – vez eso no está bien

Armando – nunca había sido tan feliz cómo ahora –ella suspiró– Rigel por favor luchemos por esto que sentimos, haz que el amor triunfe ante todo

Rigel – sabes que las cosas no serán fáciles, me imaginó que la arpía de Alicia no lo tomó nada bien

Armando – Alicia lo tomó muy mal, pero eso no importa

Rigel – claro que importa, y no es que yo le tenga miedo a esa maldita víbora –Armando sonrió cuando la escuchó referirse a Alicia– pero la conozco y estará aquí –señalo el espacio que había entre ellos– destilando veneno, Alicia es una mujer sin escrúpulos que no le importa dañar a quien sea con tal de salir con la suya

Enséñame a VivirWhere stories live. Discover now