Lo siento...

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Lo siento...



–esa noche Armando no pudo dormir, tenía que tomar una decisión importante y tenía dudas, por un lado estaba Alicia que para él era una mujer sofisticada, de clase con la que planeó tener una familia y estar juntos toda la vida, desde cuando las palabras toda la vida le pesaban tanto, desde que apareció Rigel una mujer hermosa, que disfruta la vida, que se ríe de ella, pero sobre todo que le da energía, desde que la conoció esa mujer le tenía la vida echo un ocho pero le encantaba sentirse así, la observaba como reía, como hablaba hasta como comía y compartía con sus compañeros en el despacho, también la había visto desvelarse por un caso y dar su alma en tribunales por defender lo que ella creía que era lo correcto, no sabía qué hacer ¿Qué sentía por Rigel? ¿Cómo saber si es amor? Se colocó las manos en su rostro sintiéndose frustrado, Rigel seguía sin contestarle las llamadas, él decidió esa noche viajar a la ciudad de México, pensó que en su casa su mente se iba aclarar pero no fue así, todo lo que sentía era algo nuevo–

Alfonso – ¿puedo pasar? –Armando observó a su padre sorprendido– ¿Qué pasa? De seguro pensaste que no estaría aquí contigo este día tan especial –se acercó a su hijo para abrazarlo–

Armando – no te imaginas lo importante que es para mí tenerte aquí –se separaron del abrazó, Alfonso analizó a su hijo, había algo en él que no era normal–

Alfonso – todo bien –preguntó intentando no presionar a su hijo, necesitaba que él solo le contará que era lo que lo tenía tan cabizbajo–

Armando – ¿cómo supiste que mi mamá sería la mujer que estaría contigo toda la vida? –Alfonso sonrió con nostalgia al recordar a Magda–

Alfonso – nunca dude de eso –observó a su hijo quien tenía su mirada pedida en un punto de la habitación– pero si tú dudas, no deberías de casarte –las palabras de su padre sorprendieron a Armando–

Armando – ¿cómo dices?

Alfonso – te conozco hijo, tú no eres de las personas que dudan, ¿Qué pasa?

Armando – hay una mujer –su padre sonrió no lo dejó continuar–

Alfonso – esa es la mujer con la que debes casarte no con Alicia

Armando – a penas la conozco

Alfonso – te imaginas, todavía no la conoces del todo y ya te tiene así, dudando

Armando – no sé qué hacer –respondió con pesar–

Alfonso – claro que lo sabes, solo que no quieres hacerlo

Armando – yo no le puedo hacer eso a Alicia, Elías y Raquel siempre se han portado tan bien conmigo y bueno no quiero que eso afecte tus negocios con ellos –Alfonso negó–

Alfonso – tú felicidad no va afectar mis negocios, y si así lo hiciera no me importaría –se puso frente a él colocó sus manos en los hombros de su hijo– sabes que desde que tú naciste para tú madre y para mí nuestro única responsabilidad contigo era que fueras feliz –Armando lo abrazó– busca tu felicidad hijo, y sí Alicia no lo es asúmelo y haz lo correcto, no es justo ni para ti ni para ella casarse sin amor –Armando se separó del abrazó y asintió–

Armando – gracias por estar aquí




–Regina en cuanto se despertó se dio un baño y se puso ropa cómoda, fue a la habitación de Alicia para ayudarla–

Regina – ¿estás bien? –Entró a la habitación–

Alicia – no, no estoy bien –respondió molesta– eres una inútil –observó a la maquillista con rabia–

Enséñame a VivirWhere stories live. Discover now