Me ayudes a cumplir este sueño...

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Me ayudes a cumplir este sueño...


–Nicolás observó a Daniela sorprendido, los ojos de Daniela estaban cristalizados, las palabras que anteriormente había pronunciado le estaban doliendo en el alma, pero pensaba que era lo mejor, Nicolás tenía derecho a estar al lado de ese bebé, ella no quería que Xiomara pasara por lo mismo que ella había pasado, aunque las circunstancias eran distintas, había algo dentro de ella que le decía que eso era lo correcto–

Nicolás – ¡perdón! –Daniela bajó su rostro, lo que estaba pasando le dolía–

Daniela – yo, no me siento lista para... –él tomó entre sus manos el rostro de ella, las lágrimas empezaban a abandonar sus ojos para inundar sus mejillas, con suma delicadeza, pasó su pulgar sobre su mejilla–

Nicolás – no sé porque dices eso, pero no voy a permitir que la felicidad se me escape de las manos –sin poder decir más, él rodeo con sus brazos el esbelto cuerpo de ella, la pegó a su cuerpo para fundirla en un abrazo, Daniela sollozó al sentir sus brazos rodeando su cintura–

Daniela – Nico –se limpió con sus manos las lágrimas mientras se separaba del abrazo– escuché a Alicia –Nicolás suspiró entendiendo el motivo de lo que ella había dicho– yo no quiero que... –él la interrumpió–

Nicolás – yo tampoco sé cómo manejar la situación, tengo mi cabeza revuelta –Daniela bajó la mirada– lo único que tengo claro –tomó con ternura su mentón– es que te quiero a mi lado para toda la vida –Daniela dibujó una pequeña sonrisa– Dani tú eres mi vida, eres todo lo que tengo y nada de lo que pasa podrá cambiar lo que siento por ti –acerco sus labios a los de ella– te amo Dani, amo a mi hijo y no quiero que lo que tenemos cambie –cerró los ojos, para tomar los labios de ella con ternura y fundirse en un beso–




–La mañana siguiente Rigel observaba la ventana de su habitación molesta, la puerta se abrió, giró observando a su madre quien entraba con una enorme sonrisa y un vaso enorme en su mano–

Rocío – buenos días –se acercó a su hija dándole un beso en la mejilla–

Rigel – no puede ser mamá, ¡es primavera! –Gritó con frustración al mismo tiempo que un relámpago se veía en el cielo, Rocío no pudo esconder su sonrisa–

Rocío – que acaso no te quejabas del calor –abrió la ventana para sentir la brisa– pues ahora, ya no hace calor –Rigel negó frunciendo el ceño–

Rigel – de seguro Daniela algo hizo, ofreció su alma al diablo, yo no puedo creer que hoy –suspiró con pesar– hoy que por fin había convencido a Daniela, el día este así

Rocío – ya deja el drama Rigel por dios, mejor ten –extendió el vaso– es tú licuado, me quedó delicioso –Rigel tomó el vaso, observó su contenido, lo olió e inmediatamente dibujó una mueca en su rostro–

Rigel – yo no me pienso tomar eso

Rocío – ¡perdón! –Dijo con indignación– me levante a las cinco de la mañana para remojar la avena y me sales con esto

Rigel – mami, de verdad no es necesario que te levantes tan temprano con la dieta en un mes tendré que estar mejor –Rocío negó–

Rocío – la dieta no es suficiente Rigel, ahora tomate eso –Rigel negó con su gesto de desagrado– que te lo tomes –su tono de voz autoritario hicieron que Rigel acercara el licuado a sus labios– tómalo –Rigel negaba con el vaso tan cerca de sus bocas– no me hagas usar la estrategia de cuando te tomabas la emulsión

Enséñame a VivirWhere stories live. Discover now