Pequeñaja. (99)

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Lucía.

    Ha llegado el momento, ha pasado una semana desde que me peleé con Dani, ahora mismo estoy esperando a que llegue la hora de coger el avión.

    ¿Adivinad quién ha venido a despedirse y se ha colado conmigo?

    Jesús, sí, al final ha decidido que quiere que perdamos el contacto a partir de que nos dejemos de ver, es decir, de que me suba a ese avión.

    -¿Enserio no quieres que vaya contigo y pase allí unos días mientras te instalas?- pregunta por vigésima vez hoy.

    -Que no, enserio, gracias por preocuparte pero voy bien- respondo en tono tranquilizador.

    -Sé que pareceré un pesado, pero te quiero y me preocupas- se excusa- Tienes 15 años y vas a volar sola a Los Ángeles que, por cierto es un viaje largo.

    -Jesús, mejor no puedo ir, mi asiento es el de la ventana, me da tiempo a dormir, ver alguna serie, escribir, leer y todo lo que me de la gana.

    -Si necesitas ayuda sólo haz una señal tipo Batman- bromea y me da un beso en la mejilla.

    -Viajeros del vuelo EP164 con destino a Los Ángeles, California, vayan pasando por la puerta de embarque- escuchamos una voz en off, dándonos a entender que esto es una despedida.

    -Bueno, parece que esto es un adiós- dice Jesús apenado.

    -Recuerda que es sólo un hasta luego- sonrío triste- Olvídame un tiempo, pesado.

    Nos abrazamos con lágrimas en los ojos y, en un impulso mutuo decimos un "te quiero" unísono.

    -Hasta luego, Sexy Lucía Braguitas Negras-se despide.

     Me levanto y hago un gesto de despedida con la mano y, al girarme, decido que no voy a mirar atrás mientras me voy porque, conociéndome, si lo hago, correré hasta él y me quedaré con él, ocultándome de mis padres hasta que cumpla los 18.

    Entre tanto y tanto llego al interior del avión y me siento en mi asiento, coloco la especie de mesita de los aviones, sitúo mi ordenador sobre ella, enchufo mis auriculares y me los coloco.

    Al rato de comenzar a ver Vis a vis, alguien comienza a discutir a mi lado, así que, decido parar el capítulo y quitarme los cascos para participar como espectadora en la pelea.

    -Pero pedazo de viejo verde, ¡no quiero sentarme con ella para meterle mano ni violarla con la mirada como pretende usted! ¡La conozco desde que nació prácticamente y quiero acompañarla ya que es menor!- grita Mario.

    Espera, ¿Mario? ¿Qué hace él aquí? Hacía mucho que no lo veía.

    Desde Sevilla.

    -¡Mario!- exclamo y me levanto a abrazarlo- Te he echado mucho de menos.

    -Y yo, pequeñaja- dice y me besa la cabeza.

    -Eh, eh, tan pequeñaja no soy- me quejo separándome levemente y lanzándole una mirada juguetona.

    -Bueno, bueno, muchacho, que te aguantas en tu asiento- interrumpe el hombre que estaba discutiendo con Mario.

    -¿Podría cambiarle el sitio? Me haría un gran favor- digo dulcemente poniendo mirada de cachorrito abandonado.

    -Bueno...- dice el hombre recogiendo sus cosas y poniéndolas en el asiento del otro lado del pasillo.

    -Gracias- agradezco y le dedico una amplia sonrisa.

    Mario y yo nos sentamos juntos y apago el ordenador y guardo todo en mi mochila.

    -Bueno, ¿qué te trae por Los Ángeles sin los Oviedo?- pregunta y le cuento la tan larga historia que me ha traído a este vuelo.

    -Eres la mejor, enserio- dice anonadado- Yo quiero que alguien me quiera tanto como para anteponerme a sus propios sentimientos.

    -Ya encontrarás a alguien, no te preocupes- animo.

    -Lucía, no te he olvidado- confiesa.

    De repente, se lanza a besarme y, en cuanto reacciono, me aparto.

    -Yo no he olvidado a Dani- confieso.

    Es muy buen chico, amable, atento, cariñoso, gracioso...

    Pero no es mi Dani.

    Amo a Dani.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora