Criadito mío. (70)

172 8 0
                                    

Lucía.

    —Ven conmigo a Madrid— propongo triste.

    —Ya sabes que lo haría, pero, ya no es sólo por tenerlo todo en Sevilla, es porque no me dejarían— responde apenada.

    De un momento a otro, nos encontramos los cinco andando hacia la casa.

    —Lucía, ¿podemos hablar?— cuestiona Jesús quedándose atrás y asiento parándome a esperarlo.

    —Habla— musito comenzando de nuevo a caminar.

    —No quiero que estés mal por lo de irte a Madrid— suspira y pasa su brazo por mis hombros— Ahora hay que disfrutar de lo que nos queda.

    —Jesús, ¿qué no entiendes de que dentro de dos semanas no nos volveremos a ver?— pregunto algo enfadada, pero, a su vez, con la voz rota.

    —Pues en estas dos semanas voy a hacer que tu piel se erice a cada instante— susurra esta vez en mi oído provocando que se me erice la piel— ¿Lo ves?

    —Te quiero, tonto— beso su mejilla— ¿Te das cuenta de que estamos mejor sin ser pareja que siéndolo?

    —Cierto— me da la razón— Pero, te quiero igual.

    Me abrazo a su cintura y en menos de dos minutos, llega Celia con cara de indignación y corriendo.

     —Tía, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?

     —Mar... Hotel... Mierda...— musita recuperando el aliento y señalando a un hotel que hay una calle atrás.

    —¡Celia, tía! ¡No corras!— exclama una voz chillona cada vez más cerca— Hola, chicos, ¿qué tal?

    —¿Qué coño?— musito asombrada.


    —Hola, Lucía, ¡estás guapísima!— saluda simpática acercándose a mí— Pero, ¿qué digo? Tú siempre estas preciosa.

    Me abraza emocionada y se me quedo petrificada, sin moverme ni un milímetro.

    Se separa y me coge la cara y me da un beso en la mejilla.

    —¿Mar?— pregunta Dani extrañado.

    —¿Cómo se os ocurre organizar unas vacaciones sin mí?

    —Pues porque no te pensábamos invitar ni hartos de vino— escupe Guille— Y ahora, deja tranquila a Lucía.

    —Bueno, pues, ¿nos vemos luego?— pregunta con una gran sonrisa y antes de que contestemos se va.

    Hago un gesto bastante obsceno que, en estos momentos necesito soltar.

    —Dios, ¿qué hace esa zorra aquí?— pregunta Julieta— ¿No se podía haber quedado en Barcelona?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    —Dios, ¿qué hace esa zorra aquí?— pregunta Julieta— ¿No se podía haber quedado en Barcelona?

    —Mucho quejaros, pero no me saludáis— se queja Celia— Os odio.

    Corro hasta ella, la abrazo tirándola al suelo y sólo podemos reír.

    —Te he echado mucho de menos, zorra.

    —Yo a ti más, carapan.

    —¿Vamos dentro?— interviene el Oviedo menor.

    —Me parece correcto— afirmo levantándome— ¡Apártense de mi camino!

    Todos se quitan de la puerta y yo saco la llave con la cual, acto seguido abro la puerta, dando paso a mis invitados.

    —Jesús, criadito mío, tráeme la maleta del coche, por favor— le pido inclinando la cabeza y haciendo ojitos tristes.

    —Sólo por ser tú, el resto a cargar cosas— ordena dándose la vuelta para volver al coche.

    —Guillesito, tráele las cosas a mi Julietita— le pido mientras me acerco a abrazarlo— Hazlo por tu fan número uno.

    —La número uno soy yo— replica Jules— Si lo tocas, te saco los pelos, advertida quedas.

    —Agresiva— musita el ya mencionado riéndose— Bueno, que sí, ya voy.

    Suelto a Guille y le hago un gesto a Dani con la cabeza de que se vaya, éste último, asiente y se va.

    Las chicas y yo pasamos dentro de la casa.

    —¿Votos a favor de dejarla calva?— pregunta Jules cerrando la puerta tras ella— De verdad, la cogía y la ponía pelirroja.

    —Cálmate— sentencio— Primero, vamos a ver lo que quiere. Después, veremos hasta cuando aguanta. Y por último, nos vengaremos.

    —Eres una maldita zorra demasiado lista— vitorea mi prima— Pero vamos a tener mucho que aguantar.

    —Eso dejámelo a mí, primita.

    —Eso dejámelo a mí, primita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora