El infierno. (90)

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Lucía.

    Llevo días en Madrid y hoy, tristemente, empiezan las clases.

    Bueno, un outfit casual, no llamemos mucho la atención, ya bastante me van a mirar por ser la nueva y por ser quien soy.

    Bueno, un outfit casual, no llamemos mucho la atención, ya bastante me van a mirar por ser la nueva y por ser quien soy

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    -Lista- digo para mí misma convenciéndome de que no va ha estar tan mal el día.

    Salgo de la habitación y bajo a la cocina, el embriagador olor a cruasanes de chocolate recién hechos me hace querer comerme toda una horneada.

    Me siento en un taburete alto de los que están a un lado de la isla de la cocina y observo como Lola, la nueva asistenta, saca una segunda bandeja del horno.

    Al percatarse de mi presencia, sonríe y yo, educadamente, le devuelvo la sonrisa.

    -Buenos días, señorita Callejas- saludó cordialmente.

    -Buenos días- respondí- Ah y, por favor, tutéame.

    -Como gustes- accedió- ¿Qué vas ha querer desayunar?

    -Pues con unos cuantos de estos cruasanes yo ya iría bien.

    Saca un plato y unas pinzas de servir y comienza a echar dulces en el plato.

    -¿Cuántos?

    -Tres, por favor- contesto.

    Me los termina de servir y en una taza echa chocolate caliente y me lo pone delante.

    En los pocos días que lleva aquí me conoce como de toda la vida.

    Le dedico una amplia sonrisa a modo de agradecimiento y cojo la taza y doy un sorbo.

    Cuando termino de desayunar salgo de casa y bajo, junto con mi padre, que me esperaba en la puerta.

    Nos montamos en el coche y me lleva a clase.

    Llegamos y salgo del coche y me paro frente a las grandes escaleras que llevan a la puerta principal y doy un sonoro suspiro para, a continuación, entrar en este nuevo centro.

    Veo como cada alumno está en algún grupo apiñado y los que van llegando se van abrazando entre ellos.

    Las únicas personas que estaban solas eran los denominados "nerds" y, bueno, yo.

    Siento una mano tocar mi hombro y me giro. Al hacer esto, mi mirada es forzada a bajar, pues quien me había dado el toque de atención era menor a mí en estatura.

    -Hola, yo soy Rebekah, pero me puedes decir Bekah, Beky... ¡Como tu quieras, me adapto a todo! Y tú, ¿cómo te llamas? ¿Cuáles son tus aficiones? ¿Eres nueva? ¿Qué te trae por aquí?- dice de carrerilla con una amplia sonrisa- Lo siento, hablo demasiado y demasiado rápido.

    Esta chica tiene pinta de ser un amor, de estas muchachas dulces que no hablan por no molestar y que son súper empáticas.

    -Encantada, me llamo Lucía y, bueno hago un poco de todo en mis ratos libres, soy nueva y estoy aquí por el trabajo de mi padre- respondo con una sonrisa.

    -Ya decía yo que eras nueva, se te nota un poco perdida- comenta- Pero no te preocupes ya está aquí súper Bekah que va a ser tú guía turístico por el infierno.

    -¿Infierno? ¿Tan malo es esto?

    -Sí, pero mejor que no digas infierno delante de ciertas personas, aquí tanto alumnos como profesores pueden llegar a ser de lo más repulsivo, andate con ojo- advierte.

    -¿Sabes dónde ponen las clases en las que estamos?- pregunto confundida.

    -¿A qué curso vas?- hago un cuatro con mis dedos- Vas a mi clase, en mi curso solo hay dos alumnos nuevos y ambos van a mi clase.

    -Bueno, pues, dime cómo suele vestir la gente aquí, no quiero llamar la atención- le pido.

    -Aquí predominan los accesorios de marcas caras, las modas actuales de influencers como Dulceida y, bueno, como tú- comenta divertida.

    -¿Cómo yo?

    -En realidad sí sabía quién eras mi hermana es fan de los Gemeliers esos, me tiene la cabeza como un bombo contigo, con ellos y, sobre todo, con lo zorra que es Mar.
   

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora