La rata y la lagarta. (23)

242 12 0
                                    

Lucía.

    Reconocería esa risa a kilómetros.

    Rata, hija de puta.

    A ver si te mueres ahogada, que es la muerte con más sufrimiento.

    Bueno no, es imposible, en todo caso tu ahogas a la gente.

    —Mar?— pregunto a punto de saltar por lo alto de todas las niñas hasta llegar a ella.

    Lucía, no lo hagas, contente, no al maltrato animal.

    Tú eres pacífica.

    Voy a matarla para conseguir la paz mundial.

    —La misma, en vivo y en directo— suelta con tranquilidad— vengo acompañada de tu amiga Celia.

    Oh, Celia.

     "Mi pequeña Celia".

    A ver, si tu también eres tan sumamente hija de puta.

    Trayendo a esa chica la ha cagado, pero bien.

    —Chicas— digo refiriéndome al resto— de verdad la vais a creer? A la chica que tantas veces ha puteado a vuestro ídolo? A la que tantas veces habéis insultado por ser una buscafamas?— me miran atentas— pues sabéis qué os digo? Ya conocía la hipocresía, éste país está plagado de hipócritas. Pero chicas, somos la nueva generación, somos el futuro de España, realmente somos la evolución del planeta? No sé que decir a estas alturas. Pensaba que los adolescentes de hoy en día, no éramos de mente cerrada. Pero, parece ser, que la cosa no cambia y, que vosotras, chicas, sois de lo más hipócrita que ha podido pisar este país— me miran asombradas— no hagáis caso de lo que diga, porque no es de fiar, es sólo una chica más, falta de atención y aprobación, que dónde busca aquella atención y aprobación? En la fama agena, fama agena la cual se intenta atribuir a sí misma, aún a sabiendas, que la única fama que va a obtener es negativa.

    Vale, les he soltado el discurso de sus cortas vidas.

    Soy capaz hasta de haberlas convencido.

    Si es que yo voy para política, sí, sí, he mentido genial.

    Ya veis que meeting me he montado así en plan espontáneo.

    —Crees que con ese discurso baratucho vas a convencerlas?— ríe sarcástica una voz que no conozco— y una mierda.

    Celia.

    Es ella.

    Tiene que ser ella.

    —A mi me ha convencido— declara una chica.

    Pasa entre el barullo y se pone a mi lado.

    Ostias, María.

    La abrazo y ella me lo corresponde.

    —Gracias— susurro.

    —Ya me contarás— susurra riendo.

    Digamos, que somos amigas, gracias al fandom.

    Es una de las personas más importantes para mí.

    Poco a poco, las niñas van repitiendo lo que María hizo momentos antes.

    Dar la cara por mí.

    Jodeos, zorras.

    —Mar, ya te puedes ir de aquí, en Sevilla no hay playa— vacilo y todas se ríen— y tú— señalo a la morena— pequeña Celia— hago comillas con los dedos— eres bien alta, pero de cerebro si se nota que eres pequeña, lagarta.

    —Zorra— dicen al unísono.

    Que yuyu, loco.

    —Bye, bye— me despido con una sonrisa y les  lanzo un beso.

    A pesar de todo, aún así, han quedado bastantes niñas de parte de Mar.

    Realmente, yo creo, que están de parte de Mar, por no estar de mi parte.

    Las chicas que se han ido, han hecho que mi jardín parezca el paraíso, parece más grande.

    —Os voy a sacar unas magadalenas o algo— río— anda, sentaos en el jardín de atrás, María— pronuncio— guíalas.

Entro en casa de nuevo y voy a la cocina.

    —Las he calmado, pero os vais a hacer fotos con bastantes— sentencio.

    —A qué viene esa compasión ahora?— pregunta el gemelo menor.

    —A ver, pues que tu novieta y la ex de la fotocopia, las han traído, he soltado un meeting para que las fans no me comiesen y algunas han dado la cara por mí, en cambio otras no— explico mientras saco todas las bolsas de magdalenas, dulces y chocolatinas de los armarios.

    —Termina la historia, por favor— ruega Jesús.

    —Bueno, pues he vacilado un pelin al dúo sacapuntas y se han ido enfadadas seguidas de sus secuaces.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora