Lencería sensual. (82)

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Lucía.

    Finalmente, volvimos a casa, ya habían llegado las pizzas y estaban todos comiendo, menos Mar, que al llegar nos la encontramos en la puerta dando bombazos y gritando.

    No la eché a mi manera agresiva, sino a mi manera diplomática.

    Le dije que o se iba o la denunciaba por difamación y por escándalo en la puerta de mi puta casa.

    -Dan, mi amor, gracias por guardarme algo de comida- agradezco dándole un beso en la mejilla y guiñándole un ojo.

    -A ella sí y a mí no, muy bonito, cabrón- se queja el gemelo mayor.

    -No te preocupes, Jesusín, aquí te he guardado yo, pero quiero mi beso, que me pongo celoso- dice Guille seseando más de lo normal y haciendo su voz más aguda.

    -Me quedo sin comer- suspira.

    -Mi amor, ahora me comes a mí- susurro aunque parece que muy alto, ya que, por lo que se ve, todos me han escuchado.

    -¡Jesús!- exclama Guille a modo de regañina- ¿Me estás poniendo los cuernos?

    -Cambia de camello, cariño, la coca te está sentando demasiado mal- bromea Jules acariciándole el pelo al susodicho.

    -Calla, bicho molesto- se queja.

    -Lucía, ¿podemos hablar?- pregunta Jesús y yo asiento, todos nos miran atentos- A solas, cotillas.

    -Vamos- digo firme y le cojo la mano tirando de él hasta el jardín trasero.

    -Esta noche te voy a llevar a cenar y quiero que te arregles bastante, yo iré con traje- lo miro extrañada- Es una cita- aclara.

    -Entendido- asiento con la cabeza y vuelvo dentro.

    ¿Olvidé comentar que me ponen nerviosa ciertos formalismos?

    Bueno, pues eso, me ponen nerviosa porque quiero ser perfecta en esas situaciones y me agobio que lo flipas.

    -¡Lucía!- exclaman mis dos chicas favoritas y Guille al unísono- Cuéntanos qué coño ha pasado y qué te ha dicho- sentencian mientras me arrastran hasta el baño.

    -Digamos que me ha preparado una cena de ir súper elegante- suspiro y me muerdo el labio- Es una cita.

    Empiezan a hacer chilliditos de emoción y yo no puedo evitar reírme.

    -Vamos a ver- comienza a decir Celia- Ve a ducharte y te pones tu bata de Angelita.

    -¿Bata de Angelita?- pregunta Guille.

    -De las Angelitas de Victoria's Secret- aclara.

    -¡¿Qué?!- exclama alucinado.

    -No fui Angelita, sólo que unos meses de conoceros estaba en una compañía, de la que me cansé y bueno, a las que más gustábamos nos daban esas batas, no es para tanto- explico.

    -Esa bata yo no la conseguí y era más veterana que tú- se queja Jules.

    -Pero tú eres mi preferida- susurra Guille bastante alto y la abraza por atrás y le da un beso en la mejilla.

    Joder, qué monos son.

    ¿Por qué no tengo yo algo así?

    Qué triste, leche.

    -Bueno, vamos, dúchate y, sobretodo, lencería sensual- Celia me señala con el dedo índice en señal amenazante.

    -¿Os da tiempo de ir a Intimissimi?- pregunto.

    -Despistada- se queja Julieta- Vamos nosotros.

    -Vale, voy a ducharme- informo y salgo del baño.

    Subo a toda prisa y entro a mi habitación, cuando entro veo que no hay rastro del espejo roto.

    Dani, te amo.

    Cojo mi bata rosa de seda y me meto en el baño.

    Tras una ducha de media hora, salgo con el pelo mojado recogido en un moño desaliñado y la famosa bata.

     Al momento, llega la parejita con mi ropa interior así que, vuelvo al baño y me la pongo.

    Salgo de nuevo con mi bata y, ésta vez es Celia quien coge las riendas de mi maquillaje y vestuario.

    Voy a estar preciosa.

    Sólo por él.

    Le quiero.

    Va a ser el primero y el último.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora