Lengua. (65)

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Lucía.

    —Mi amor, Chuwi solo se lleva así de mal contigo— confienso sonriente incorporándome.

    —A mí me ama— comenta Dani ególatra captando mi atención.

    —¿Y tú cuándo has llegado? Tengo que decirle a José que te deje de abrir la puerta— bromeo mirándolo divertida.

    —Nos ha abierto Marta— informa con una sonrisa triunfal— Es simpática, eh, no sé qué manía le puedes tener.

    —No quiero ni hablar con ella, es como todas, tío guapo, buen culo, dinero, hermana popu, me lo pido— explico— Además, es rubia, es gilipollas.

    —Creía que estaba estudiando matemáticas— murmura Jesús refiriéndose a la inteligencia de la rubia.

    —Lo cortés no quita lo valiente— razono tranquila.

    —Tienen razón, tienes que probar a conocerla— les da la razón Jules— Posiblemente hasta os hagáis amigas, estaría bien, así tu hermano estaría más contento.

    —Ciertamente, a tu hermano le tiene que joder que su hermana no quiera tener nada que ver con su novia— motiva Guille— Bueno, sí quieres tener algo que ver con Marta, siempre que sea torturarla de la forma más cruel que se te ocurra.

    Qué bien me conocen estos jodidos patanes que tengo por amigos.

    —Está bien, antes de irme quedaré con ella— cedo finalmente soltando un largo suspiro.

    —Eh, tú, ¡que te desinflas!

    —Jesús, vete a la mierda— espeto riéndome cual foca retrasada.
Lo
    —No puedo acercarme más, la mierda es agresiva— replica dando a entender que yo soy la mierda.

    Salto sobre él haciendo que caigamos al suelo.

    —¡Qué cara de comer mierda!— exclamo percibiendo su cara de odio hacia mi persona en estos justos momentos.

    Acerca su cara a la mía y me lame la mejilla.

    Oh, no, esa lengua tiene que estar en mi boca.

    ¿Qué estás diciendo Lucía? ¿Eres lela o algo por el estilo?

     Aprovecho que está riéndose para besarlo y así poder comenzar rápidamente una pequeña guerra de lenguas.

    Con sus manos acaricia suavemente la longitud mi espalda, cubierta por una camiseta de algodón.

     Mientras él está entretenido con mi espalda yo me concentro en su pelo.

    A los segundos, nos separamos y observo a Julieta, su cara es muy cómica.

    Vuelvo a dirigir mi vista a Jesús dejando escapar una leve carcajada, aún exhausta por el acalorado beso

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    Vuelvo a dirigir mi vista a Jesús dejando escapar una leve carcajada, aún exhausta por el acalorado beso.

    —Te quiero, Callejas.

    —Te quiero, Oviedo.

    —Sois unos pastelosos de mierda, ¡qué estamos delante!— se queja Daniel— Creo que me acaba de dar una subida de azúcar. ¿Seré diabético después de haber visto esto?

    —Gilipollas, si quieres levantarte mañana con la misma cara, lo mejor será que cierres bien tu habitación— amenaza su hermano.

    —¡Qué inútiles sois!— exclamo riéndome— Quiero ver a Dani con la cara azul, sin cejas y el pelo verde— sugiero.

    —¡Tú dale ideas! Sois los dos unas malas personas, ¡os gusta verme sufrir!— dramatiza el gemelo menor.

    Me levanto y me pongo delante de Dani y le cojo la mano sonriendo, provocando su sonrisa.

    —¡Chuwi, ataca!— grito y aprieto su mano para que no escape y cuando el perro se aproxima, lo suelto.

    De un momento a otro, está tirado en el suelo, con mi querido chowchow encima, lamiéndole toda la cara con su gran lengua azulada.

    Me siento de nuevo en la cama y apoyo mi espalda en el cabecero.

    Julieta se acerca a la cama y me empuja hacia el otro extremo de la cama y se sienta en mi misma posición.

     —¿Qué coño acaba de pasar?— me pregunta en un susurro y observo como los chicos han comenzado a conversar animadamente.

    —No lo sé, tía, un impulso— suspiro y agacho la cabeza— Un error— musito y vuelvo a dirigir mi mirada hacia los chicos, pero, esta vez a uno en concreto, Jesús.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora