Chuwi asesino. (21)

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Lucía.

    Estoy notando a Jesús algo incómodo.

    Lleva toda la película así.

    Los créditos aparecen en pantalla dejándonos con ganas de más.

    Me incorporo y me siento normal.

    —Ponemos otra?— pregunta Dani.

    —No, por favor no me hagáis esto.

    —Creo que Jesús está muy cansado de ver películas— planteo— la verdad, es que yo también.

    —Pues hacemos otra cosa.

    —Por qué no salimos?— propongo.

    —Por qué no vamos a alguna pista de hielo?

    —Por qué no te callas?— espeta Jesús borde.

    De verdad, que borde es cuando quiere.

    —Baja los humos— regaño— pídele perdón, que puede que no hayas dormido, pero ha sido decisión tuya, no la pagues con el.

    —Perdón— dice cabizbajo.

    Me levanto.

    Cojo mi bolso, las llaves, el móvil, clínex, dinero y un par de cosas más.

    Vuelvo al salón.

    —Bien, ya tenemos plan— me miran extrañados— primero damos una vuelta, después vamos un rato de compras— me miran extrañados— a continuación una paradita de un café, pista de hielo y por último, comemos donde pillemos.

     —Correcto entonces todo, no?— dice Dani— pues Jesús, ponte el chaquetón y vamos.

    Jesús se levanta va hacia la entrada, y es ahí cuando se da cuenta de que no tiene un chaquetón porque no es su casa y, de que está en calzoncillos.

    —Capullo— suelta volviendo al salón— dónde puse yo mi ropa?

    Me mira interrogante como si yo supiese dónde a esa cabecita se le ha ocurrido meter la ropa.

    —Y yo qué sé.

    —Es que juraría que la dejé ahí— declara señalando el sillón que se encuentra a mi derecha.

    Verás tú, o se está equivocando o no sé.

    De un momento a otro veo a mi perro, Chuwi, con un trozo de camisa rosa en la boca.

    —Chuwi— grito soltando mi bolso— no corras.

    Pero, me hace caso omiso y sigue andando.

    Menos mal, que es un perro tranquilo, sino, me hubiese costado pillarlo.

    Le arrebato el trozo de tela de la boca y vuelvo al salón.

    —Eso no será— comienza a decir Jesús, pero lo interrumpo.

    —Te has quedado sin ropa— sentencio junto con un suspiro cansado.

    De repente, aparece mi perro, andando tan tranquilo, se acerca a Jesús y le pone las patas encima.

    Parece que le gusta.

    Pues no.

    Chuwi empuja a Jesús y empieza a ladrar.

    —Dios mio— grita Jesús cual nena asustada— me va a comer, ayuda, joder.

    —Pero cómo te puedes asustar de este leoncito— dice el gemelo menor en tono cariñoso.

    —Leoncito de 50 kilos.

    —Pero, quitádmelo de encima— vuelve a gritar Jesús.

    —Cómo se llama?

    —Se llama Chuwi— respondo.

    —Chuwi, bonito, ven aqui, cosita bonita— exclama y el perro va hacia él— ay, que guapo eres, sí tú, eres muy guapo.

    Mientras un gemelo acaricia al perro, el otro se levanta y recobra el aliento.

    —A qué no ha sido para tanto?

    —Lucía, enserio me estás diciendo que no ha sido para tanto— me mira incrédulo— ese chucho me iba a comer.

    —Eh, tú, chucho los cojones, que es pura raza— espeto— aparte, no te iba a hacer mucho más, exagerado.

    —Bueno, que sí, ya está.

    —Dani— lo llamo haciendo así que deje de sobar al perro— no tienes cojones de cogerlo en brazos.

    —Qué no? Verás como puedo.

    —El perro pesa lo mismo que yo, inútil.

    —Si os cojo a los dos a la vez tienes que hacer lo que yo diga, sin rechistar— sentencia.

    —Si no puedes, tienes que hacer lo que yo diga, sin rechistar.

    —Y yo qué hago ahora?— dice Jesús para sí mismo— si salgo a la calle así, me viola alguna fan loca.

Chuwi en multimedia.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora