Así que lo único que podían hacer, era esperar. Una interminable espera que se alargaba sin parar y sin dar señales de terminar, los atormentaba con cada tic tac de reloj que pasaba y se alejaba de ellos, como un coche a toda velocidad, perdiéndose en la lejanía como si nunca hubiese existido previamente.

Comenzaba a sentirse cansada y adormecida. Las mellizas pateaban con fuerza y sus energías eran interminables, pero la suya no lo era. Y todo el estrés sufrido por los acontecimientos a los que la empujó Bobby, habían acabado con ella. Rendida, se mantenía recostada contra Noah, apoyando la cabeza en su hombro.

La sala de urgencias en la que estaban era un hervidero de gente, pero ellos tres se mantenían tan silenciosos que la gente llegaba a mirarlos de forma extraña. Muchas de esas miradas tenían que ver con toda la sangre que cubría la ropa de Noah, pero no importaba. Aquella curiosidad morbosa por saber que les ocurría, la irritaba, pero no tenía energías suficientes para mandarlos a la mierda.

Un suave pitido, seguido del rápido movimiento de Alisa, le hizo mirar hacia su amiga. La mujer tenía la vista en la iluminada pantalla de su teléfono móvil, y una profunda mueca de preocupación cubría sus rasgos.

--¿Qué pasa?

Pregunto, alzando levemente la voz para que la mujer la escuchara, fue recompensada con un encuentro de miradas que le hizo arquear las cejas.

--Kyle ha llegado. Me ha pedido que vaya fuera para buscarlo.

Noah se removió, apoyando su mejilla en la cima de su cabeza, carraspeo un poco para aclarar una voz que salio inusualmente suave.

--Yo iré. Dile que le espero en la entrada de urgencias.

--¿Seguro?

--Si.

Su tono decidido dejaba claro que no iba a permitir otra situación que no fuese la de el yendo a buscar a su hermano, dando la cara por lo que había ocurrido y recibiendo todo lo que Kyle tuviera para arrojarle. Ambos se sentían culpables por la situación de Sean y nadie iba a quitarles esa sensación, salvo el mismo Sean. Y por el camino que iban, eso iba a ser bastante difícil de conseguir. Pero no perdería la esperanza. Creía en la fuerza de su amigo y guardaespaldas, y le daría un voto de confianza.

Incorporándose un poco, miro el rostro serio de su chico y sintió un nudo en la garganta. La culpabilidad que cubría sus rasgos, así como el dolor y la desesperación, hablaban por si solos de cómo se sentía ese enorme hombre, respecto a Sean. Todos tenían en gran estima al guardaespaldas, lo querían como amigo y hermano, y saber que estaba luchando por su supervivencia, era como tener un par de manos alrededor del cuello, apretando, privándoles de ese oxigeno tan necesario, pues la angustia de saber el por que estaba allí, los carcomía.

Sean demostró ser un héroe al salvarle las vidas a ella y a sus hijas, pero ¿a que precio?

Besando suavemente su frente, Noah se puso en pie. Turco lo siguió, manteniendo el contacto con su dueño, se pego a su pierna y espero a que este diese cualquier orden que tuviese que cumplir. Con una voz forzada, Noah dio la orden pertinente al perro lazarillo y este comenzó a moverse.

Viendo como Noah se alejaba, apretó sus manos en dos puños y respiro hondo. Aquello estaba siendo una lenta y dura tortura, pero iban a pasar por ella para llegar al final de ese tenebroso camino que Bobby había creado para ellos. Sobrepasaría ese bache y se reirían de ello mas adelante, cuando Sean estuviese cien por cien recuperado y cuando todo volviese a la normalidad que una única y demente persona, les había arrebatado.

--No sabía que tuvieseis una conexión tan fuerte con tu guardaespaldas.

--Sean se ha convertido en un gran amigo y un hermano para mi y Noah.

Cuidaré de tiWhere stories live. Discover now