Capítulo Extra

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—¿y que tal tu fin de semana?—pregunte observando a la chica de cabello verde con piercings en la nariz y boca quien me desviaba la vista como lo hacia siempre mientras mantenía los brazos cruzados.

—Rogelio terminó conmigo—me miro y descruzo los brazos llevando ambos al escritorio para sostenerse y levantarse —despues de que lo perdone por haberme engañado con la zorra a la que alguna vez llame mejor amiga el infeliz se atrevió a terminar culpandome de todo—soltó molesta y asentí comprendiendo.

—tienes que ver el lado bueno de todo esto, tarde o temprano regresara como lo hace siempre pero esto ya es demasiado. La primera vez pasa pero cuatro veces es demasiado —me levante y la mire fijamente —Astrid tienes que continuar, ve al restaurant y sal con alguien, no puedes dejar que tu vida se acabe por ese chico que no supo valorarte, eres hermosa y joven como para desperdiciar tu vida.

Rodó los ojos y observó su teléfono e inmediatamente lo apagó, se alejó del escritorio y camino hacia la puerta la cual abrió sin avisar.

—me voy pero no pagare la terapia ya que no me ayudas en nada.

Cerré los ojos y suspire.

—no te estoy cobrando nada, yo solo intento ayudarte. Puedes volver cuando quieras.

Bufo y salió cerrando de golpe la puerta, negué con la cabeza y lleve ambas manos a mi cabeza frustrada, pase por el lado del escritorio y me acerque al pequeño estante de plástico rojo para coger una crayola de las cuales les prestaba a los niños cuando había terapia.

Habían pasado 4 años y ya estaba dando psicología, estaba apunto de cumplir 22 años y sin embargo se me hacia una tarea muy difícil ayudar a los niños y los jóvenes a los cuales había tratado aunque no me rendiría por mas difícil que fuera. Le hice una promesa a Erick y yo quería ayudar y no me rendiría por ningún motivo, ya encontraría la manera de ayudar a todos y cada unos de los pocos pacientes que tenía.

Me gire y al observar el escritorio vi la fotografía de Erick. Decidí conservar una de las pocas que habían en su casa antes de que sus padres las tiraran —ya que según ellos no querían tener malos recuerdos sobre sus hijos— y verla todos los días me recordaba que debía hacer hasta lo imposible por tratar de ayudar a los demás e intentar darles un sentido para vivir.

No tenía mucha experiencia aún ya que prepararme para esa carrera me costo tres años y solo tenía un año ejerciendo la profesión, no era una experta. Aún me faltaba mucho por aprender pero al ver esa fotografía me recordaba que día con día debía dar lo mejor de mi por que así como Erick lo hizo e intento salvarme del abismo —lográndolo— yo también debía hacerlo por alguien mas. Aún así se tratara de arriesgar mi vida.

En ese instante escuche como tocaban la puerta y me gire a mirarla indicando que pasaran. Para mi sorpresa el rubio que seguía idéntico a como lo recordaba entró por la puerta y con una media sonrisa saludo.

—Christian—sonreí—¿que haces aquí?

Se quedo parado luego de cerrar la puerta y observo el lugar por algunos segundos y luego se concentro en solo mirarme a mi.

—¿como estas?—preguntó metiendo ambas manos a los bolsillos de su pantalón.

—bien—respondí—¿como estas y como están todos?

—muy bien—respondió y hubo silencio por algunos segundos hasta que nuevamente se dispuso a hablar—Augusto te manda saludos.

Observe la crayola y luego levante la vista para mirarlo y sin darme cuenta solté la crayola.

Hey Quitate Enana Where stories live. Discover now