40 ¿Yo Te Gusto?

36.6K 2.6K 340
                                    

Layla me miró con sorpresa, sin decir nada pasó por mi lado dándome un fuerte empujón, apreté el puño, cerré los ojos y respiré profundamente,  me mantuve parada allí por algunos segundos hasta que alguien chocó conmigo.

—disculpame—la mujer revisaba su bolsa, llevó la vista hasta mi.—¡Yamileth!—sonrió—Que gusto verte, ya no has ido a la casa, ¿Por qué?

Había conocido a la madre de Layla un día mientras estábamos en su casa, no había hablado mucho con ella pero pude reconocerla apenas la ví.

Supuse que Layla no le había comentado nada por lo que yo tampoco lo haría.

—¿Que hace usted aquí?—pregunté ignorando su pregunta y tratando de desviar el tema.

—acompaño a mi hija con el psicólogo, por cierto ¿No la has visto?

Asi que Layla también asistía con el psicólogo...

***

Me encontraba sobre el sofá mirando televisión, rápidamente vinieron a mi cabeza un par de recuerdos.


»Los días pasaban, Carlota se encargaba de recordarme cada día lo mucho que me odiaba, cuando mi padre no estaba ella me encerraba en el baño y no me daba de comer, no me permitía salir.

Ese día ya no aguantaba el hambre, salí del baño con cuidado de no hacer ruido, fui hasta la cocina por algo para comer, cogí una galleta, pude sentir como me estiraron los cabellos y me sacaron, Carlota me quitó la galleta y la tiró al piso, estiró mi cabello con más fuerza.

—¿Que parte de no mereces comer, no entendiste?—preguntó molesta mientras estiraba con fuerza, sentía que me iba a arrancar la cabellera.

—¿¡Que esta pasando aquí!?—preguntó una voz masculina. Era mi padre.

Carlota me soltó, llorando corrí hacia el, mi padre no era consciente del trato que recibía por parte de Carlota y algunas hermanas más de mi madre, ese fue el día en el que el supo de todo y me prometió que no dejaría que volvieran a acercarse a mi.«

Una lágrima recorrió mi mejilla e inmediatamente la limpie.


»Llegué de la secundaria, dejé la mochila sobre el sofá, corrí hacia mi habitación, abrí la puerta encontrándome con una mujer de espaldas sentada sobre mi cama, me mantuve en shock mirándola por un par de segundos hasta que se giró a mirarme. Era Carlota, no tenía exprés alguna en su rostro.

Cuando salí del trance en el que me encontraba me giré para salir de la habitación corriendo, ella salió tras de mi, corrí hacia el baño y me encerré en el, pude escuchar un fuerte sonido el cual parecía ser un disparo.

—¡Abre la maldita puerta!—exigió.

Mi respiración estaba agitada, pensé que eso sería todo para mí, no tengo idea del por qué pero la puerta principal fue abierta y cerrada de un fuerte portazo. Me mantuve encerrada hasta que mi padre llegó, le conté lo sucedido, la policía fue a revisar toda la casa y verificar que todo estuviera bien «


Esa fue la última vez que había visto a Carlota... A excepción de los acontecimientos recientes que parecían indicar que era ella quien subía al auto rojo.


Respiré con profundidad, fui por un vaso con agua y decidí salir para despejar la mente, opte por visitar a Miranda, tenía algún tiempo sin verla, su madre me recibió con una sonrisa y me invitó a pasar.


—le diré a Miranda que estas aquí, ¿Quieres algo?—negué—ahora vuelvo—asentí.

La mujer subió por las escaleras y minutos después bajó Miranda corriendo seguida por su madre quien le pedía que tuviera cuidado, Miranda se lanzó sobre mi dándome un fuerte abrazo.

—¡Viniste!—exclamó con evidente alegría.

—aquí estoy—sonreí separándome de ella. La niña me contagiaba su felicidad.

—te quedás en tu casa, iré al súper—asentimos y la mujer salió de la casa.

—tenías mucho tiempo sin venir, ¿Por qué?

No podía decirle la verdad así que opté por una pequeña mentira—he tenido mucha tarea últimamente.


La puerta se abrió dejando ver al rubio quien al verme solo se mantuvo en silencio.

—¿Dónde esta mamá?—preguntó mirando a la niña.

—fue al súper—respondió Miranda.

El rubio me miró nuevamente—¿Que hace esta...—estoy segura de que pensaba decirme un insulto—Individua en mi casa?

—esta individua tiene su nombre—dije.

—ella no es ninguna individua.—dijo Miranda—Es mi amiga.

—¿No es algo vieja para ser tu amiga?—preguntó el rubio el rubio a lo que abrí la boca indignada.

—tu eres mas grande que yo y no por eso te digo anciano—dije intentando defenderme.

—tengo diecisiete—hablo el rubio oxigenado.

—y yo dieciséis—dije.

Se encogió de hombros y tomó asiento sobre el sofá de enfrente, subió sus pies a la mesa y encendió el televisor sin mostró ninguna expresión.

—vete de aquí—pidió en exigencia Miranda molesta.

—esta también es mi casa—argumentó el oxigenado.

—eres insufrible.

—y tu una mocosa—cambió el canal y centro su vista en la televisión.

—¡Yo no tengo la culpa de que te guste Yamileth!—exclamó Miranda haciendo que ambos la miramos sin poder creer lo que acababa de decir.

¿¡Que!? ¿Que fue lo que dijo?

Inmediatamente se levantó del sofá y apartó la vista de la niña para mirarme a mi, yo también lo miraba esperando a que dijera algo al respecto.

—eso no es...

—¿Que?—pregunté confundida interrumpiéndolo.

—el me lo dijo.—la niña me miraba—Me dijo que habían chocado cerca del parque y se comenzaron a gritar, cuando te fuiste y el regresó a casa no dejaba de pensar en ti. Incluso me pregunto tu nombre y después tarareo una canción y se le salió decir tu nombre.

—eres una...—lo interrumpí.

—¿Yo te gusto?—pregunté nuevamente llevando mi vista hasta el.

Hey Quitate Enana Where stories live. Discover now